La autoimagen empieza en la definición que tengo de mí mismo, y depende mucho del espejo que yo elija para verme. Este primer capítulo nos hará reflexionar en la importancia de nuestra autoimagen y su relación con nuestro propósito, nuestras relaciones, y la forma en la que nos relacionamos con el Creador.  

No permitamos que una imagen distorsionada de nosotros mismos nos robe el privilegio de ser felices, y de vivir como personas realizadas y plenas. En este capítulo aprenderemos que nuestro corazón tiene que ser sano para ver todo sano. Nuestro corazón tiene que estar sano para que mis ojos proyecten la imagen correcta. 

Cuando las personas que nos rodean rechazan una parte de nuestro cuerpo, tendemos a rechazarla nosotros también. Sixto Porras hablará en esta tercera sesión sobre la forma en la que nos reflejamos en el espejo físico, y algunas distorsiones que limitan nuestro crecimiento y plenitud personal. 

El espejo en el que nos observamos primero es en la mirada de los más cercanos. Si ellos nos otorgan aceptación, nos es fácil aceptarnos y creernos capaces de cualquier cosa. Si nos descalifican o nos comparan, nos sentimos débiles, y llenos de complejos y resentimientos. Este cuarto capítulo nos hablará sobre la influencia de nuestra familia de origen en el desarrollo de nuestra autoimagen y plenitud personal.  

a sociedad mide a las personas en función de las habilidades deportivas o artísticas, la inteligencia, el grado académico, los recursos económicos que tengan, e incluso, por el lugar de procedencia y el color de su piel. En este capítulo aprenderemos que tenemos un valor que no se relaciona con nuestros logros, apariencia o posesiones, se relaciona con lo que somos en esencia, y nuestra misión es descubrir quiénes somos según Dios.  

Entre más cerca estemos de Dios, mejor nos conoceremos a nosotros mismos, porque somos el reflejo de su gloria. En este capítulo aprenderemos que si vivimos en intimidad con Dios, descubriremos que somos un milagro de su mano y todo nuestro ser se comportará como eso, el reflejo de la gloria de Dios en la tierra.  

En este capítulo aprenderemos que el nombre que ponemos a nuestros hijos los define, los identifica y los representa socialmente; así será llamado, conocido y recordado, y a la vez, será una manera de anticipar el futuro que vivirá 

La forma en que yo me relaciono con los demás es la forma en que yo me relaciono conmigo mismo. En este capítulo aprenderemos que la forma en la que yo me amo, y como yo me miro, es como yo miro a los demás. Pero, puede ser que a veces también el hecho de que yo no me mire en el espejo correcto haga que culpe a Dios en vez de amar a Dios. La forma en que me miro a mí mismo es la forma en que yo me relaciono con Dios. 

La esperanza produce alegría y genera expectativa por el mañana. Una persona con esperanza y optimismo se plantea objetivos en la vida y los alcanza, porque se ocupa en hacer lo correcto, en lugar de quedarse paralizado en medio de la preocupación. En este capítulo reflexionaremos cómo la esperanza puede cambiar nuestra autoimagen.  

Fuimos creados para tener una misión que cumplir, y una visión que nos dé sentido, propósito y dirección. Quien no tiene una misión en la vida, carece de motivación para vivirla. En este capítulo aprenderemos que las personas que se aceptan se aman tal cual son y encuentran una causa noble que las inspira, viven a plenitud y tienen un alto sentido de realización y trascendencia. 

Cuando me encuentro con Dios, me encuentro conmigo mismo. La imagen correcta de Dios en nosotros es la revelación de la autenticidad de ser quien yo soy. El día que soy quien debo ser, soy pleno, porque no tengo que fingir ser quien no soy. En este capítulo aprenderemos que cuando Dios se revela a nuestra vida, entonces tenemos la imagen correcta de nosotros.  

Dios se revela a Moisés. Moisés es llamado por Dios para cumplir la misión de liberar al pueblo de Israel. En este capítulo aprenderemos que todos necesitamos vivir este momento de encuentro con Dios para poder vernos en el espejo correcto; el que proyecta la verdadera imagen de nosotros mismos.  

El camino para descubrirse empieza invirtiendo el tiempo en descubrir los tesoros que Dios nos dio desde que nacimos. Lo que necesitamos trabajar es descubrir lo que nos identifica, avivar lo que está dormido y desarrollar nuestro potencial.  En este capítulo reflexionaremos sobre tres preguntas claves para darnos un rumbo: ¿Qué apasiona mi vida?, ¿Hacia dónde me dirijo?, ¿Qué necesito para alcanzarlo? 

Antes de que fuéramos concebidos por nuestros padres, Dios nos diseñó en su mente, con características únicas y con un propósito en la vida. En este capítulo aprendemos que somos la razón del amor de Dios y el cumplimiento de un propósito celestial.  

Creer en uno mismo no significa una sobre exaltación del ego, es más bien servir como sirvió Jesús a sus discípulos. Creer en sí mismo no es tener un ego sobredimensionado. Es tener una correcta interpretación de quién soy y por lo tanto, puedo relacionarme con los demás a partir del respeto y la comprensión.