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Enseñando a los niños a ser agradecidos


Para tener niños agradecidos hay que ser intencionales. Cultivar la gratitud en los niños comienza desde el hogar, mientras nos observan y nos escuchan decir “gracias”.

Un puchero se dibujó sobre el rostro de mi hijo menor. “Desearía tener ese muñeco”. Él estaba viendo la televisión y acababa de ver un juguete que quería.

Aunque no hay nada malo en que un niño exprese sus deseos, este niño acababa de tener una fiesta de cumpleaños y recibir más de una docena de regalos. Además, habíamos pasado el fin de semana anterior en un parque acuático.

Mi niño tenía más de lo que necesitaba y muchas cosas por las cuales estar agradecido, pero él no podía verlo. Ahí fue cuando supe que había llegado el momento de sembrar gratitud en su corazón de forma intencional. Sabía que no iba a ser algo fácil es un mundo centrado en el “yo”.

Del Hogar al Corazón

Para poder cultivar agradecimiento en nuestros niños, mi esposo y yo tuvimos que poner atención en nuestros propios hábitos y aquellos mensajes desagradecidos que estábamos enviando inadvertidamente. Fue difícil admitir que nuestra propia impaciencia y descontento a veces presentaban un ejemplo incorrecto a los ojos de los pequeños.

Cuando nos enfocábamos en lo que los demás miembros de la familia no hacían, en lugar de lo que sí hacían, comunicábamos un espíritu crítico. Como familia, necesitábamos comprometernos a practicar una actitud de gratitud y aprecio 24/7.

Así que aquí hay cinco formas en las que tratamos de inculcar la gratitud en nuestros hijos:

Permita que la gratificación sea postergada

Una de las mejores maneras que encontramos para combatir la actitud de “es mi derecho” fue enseñarles a nuestros hijos a trabajar por las cosas que querían. Los encausamos a ahorrar para alcanzar sus objetivos y ellos hicieron lo demás. Esto significó que tuvimos que resistir sus súplicas de hacerles un préstamo para algo que querían, antes de haber ganado el dinero.

Cuando les exigimos a nuestros hijos que ganaran dinero para comprar un celular más lujoso que el que les dimos, esto les permitió experimentar una gratificación retrasada. Participar en la compra también les dio un mayor sentido de pertenencia, les ayudó a aprender el valor de un dólar y a experimentar un sentido de realización más saludable.

Anímelos a pensar en otros

Es fácil dar por sentado que los demás siempre estarán ahí. Cuando animamos a nuestros hijos a mantenerse en contacto con sus abuelos, tías, tíos, e incluso amigos de la familia y vecinos, les ayudamos a pensar en alguien más que en sí mismos.

Cuando uno de nuestros hijos llegó a casa con calificaciones sobresalientes en su cuadro de notas o ganó un juego de bola, lo motivamos a llamar a sus abuelos y compartir el gozo con ellos. Cuando su tía estaba pasando un momento difícil, pedimos a nuestros hijos que le hicieran un dibujo para enviárselo. Mientras ayudamos a nuestros chicos a ver más allá de sí mismos, ellos se volvieron más desinteresados, lo cual llevó a comprender la gratitud y a ser agradecidos por lo que tenían.

Cuente sus bendiciones

Intentamos sacar a relucir las cosas por las que estábamos agradecidos tan frecuentemente como fuera posible. Una forma fácil de hacer esto es incorporar cosas por las que sus hijos están agradecidos en las oraciones antes de ir a dormir. Mientras sus hijos aprenden a dar gracias en todas las circunstancias (1 Tesalonicenses 5:18), ellos descubrirán una apreciación más profunda por las bendiciones que Dios les da cada día.

Otra manera en la que hicimos esto fue a través de un juego en el carro. Mientras manejábamos, usamos el alfabeto para compartir lo que apreciábamos de cada uno. Para la letra A, podíamos decir: “Aprecio cuanto me Amas”. Para la B: “Yo amo cuando juegas Bola conmigo”. Y para la C: “Gracias por Cocinar conmigo”. Este juego divertido de Carretera mantuvo a nuestros hijos pensando en la apreciación en lugar de estarse criticando mutuamente.

Escriba tarjetas de agradecimiento

Cuando mis hijos estaban en preescolar, encontré algunas tarjetas de agradecimiento sencillas de las que solo debían llenar el espacio en blanco. Después de Navidad o un cumpleaños, nosotros le ayudábamos a nuestros pequeños a llenar el nombre de la persona a la que querían agradecerle y el ítem por el cual estaban agradecidos.

Cuando fueron lo suficientemente grandes para escribir, tendríamos fiestas de notas de agradecimiento pocos días después de la Navidad. Hacíamos chocolate caliente, servíamos galletas festivas, poníamos música de Navidad y nos sentábamos alrededor de la mesa a escribir notas de agradecimiento por los regalos que recibimos de los amigos y la familia extendida.

En nuestra cultura de emoticones y gifs, tomarse el tiempo de bajar la velocidad y hacer una nota escrita a mano obligó a nuestros chicos a hacer una pausa y a expresar apreciación en una forma concreta. Eso también les recordó que las cosas que tenían eran el resultado de la generosidad de alguien más.

Diga “Gracias” cada día

En nuestro día a día, le agradecimos a tantas personas cuanto pudimos: al mesero en el restaurante, al cajero en la tienda, al chofer del bus y a la persona que cambiaba nuestro aceite. Dar gracias se volvió algo natural.

Nosotros también nos dimos las gracias mutuamente. Le agradecimos a nuestros hijos por realizar sus quehaceres sin que se los pidiéramos. Mi esposo y yo nos agradecimos el uno al otro. Nos dimos cuenta de que entre más “Gracias” escucharan nuestros hijos alrededor de la casa, más probable era que lo dijeran cuando estaban afuera.

Una Cultura de dar las Gracias

Hace muchos años viajé a Tanzania. Desde mi perspectiva, la gente con la que pasamos el tiempo tenía tan poco, pero su sentido de gratitud contaba una historia diferente. Ellos eran rápidos para decir: “Tengo un techo sobre mi cabeza, alimento en mi pancita y a un Dios que me ama”.

¿Cuántos de nosotros diríamos lo mismo? Yo espero y oro que las semillas de la gratitud plantadas en los corazones de mis hijos crezcan en plena gratitud, primero por su Salvador y segundo por aquellos que están a su alrededor.

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© 2022 Focus on the Family. Todos los derechos reservados. Utilizado con permiso. Originalmente escrito por Jill Savage y publicado en inglés en focusonthefamily.com.

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