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Restableciendo límites con los hijos adultos 

¿Cuánto control tiene o debería tener un padre sobre un hijo adulto? 

“Mi hijo y mi nuera nos han traicionado a mi esposa y a mí, y estamos teniendo dificultades para lidiar con eso”. Esta amarga confesión me la hizo mi buen amigo Jonathan, mientras hablábamos de nuestras familias. (Se convirtió en una conversación sobre volver a trazar límites con hijos adultos). 

“¿Qué sucedió?” Yo pregunté. 

“Han decidido mudarse a Florida”. (Mi amigo y su esposa, Brenda, viven en California). “Él aceptó un trabajo allí y se mudarán en un mes. No está bien, y estoy furioso por eso”. 

Esta no va a ser una conversación fácil, pensé. “¿Por qué tomas eso como una traición?” Pregunté. 

“Somos sus padres”, dijo. “Deberían tener nuestra opinión sobre ese tipo de decisión”. 

“Parece que crees que tienes razón de estar enojado”, dije, “como si realmente hubieran hecho algo malo”. 

“¡Por supuesto!” 

“Puedo entender que estés decepcionado, pero el hecho de que no hayas obtenido lo que querías no es lo mismo que ellos hayan hecho algo ‘malo’ o te hayan ‘traicionado’”, le dije. “Tienen todo el derecho de tomar esa decisión por su cuenta”. 

En algún punto de esta historia, es posible que se identifique con Jonathan y Brenda, pensando que sus hijos adultos de alguna manera le deben ciertos privilegios o preferencias, ya que ustedes son sus padres. Y se encuentra lidiando con el mismo problema: ¿Cuánto control tiene un padre sobre un hijo adulto? ¿Y cómo puede un padre establecer límites apropiados con sus hijos adultos? 

Enfrentando el verdadero problema

El verdadero problema es este: Dios tiene un diseño, y ese diseño es que los hijos sean responsables ante sus padres… mientras sean hijos. La Biblia dice: “Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo” (Efesios 6:1). Pero está claro que el mandato es para los niños

Claramente hay un momento en que una persona ya no es un niño; se convierte en un adulto bajo su propia tutela y gestión. 

Pablo escribe en Gálatas: “En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo. Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre.” (Gálatas 4:1-2, NVI). Esto señala el hecho de que una persona llega a una edad en la que es libre de ser responsable y rendir cuentas a Dios. 

La pregunta aquí es cómo los padres y los hijos adultos reordenan su relación después de convertirse en adultos, y cómo los padres crean límites saludables con sus hijos adultos. Y, añadido a esta situación, está el diseño de Dios de que una vez que alguien se casa, debe claramente “dejar y unirse”, lo que significa que el hijo adulto ha dejado la tutela y la administración de los padres y ahora ha establecido su propio y nuevo hogar (Génesis 2:24). Y en estos puntos de la edad adulta, la relación cambia de una de responsabilidad a una de ser adultos iguales ante Dios mientras continúa “honrando” a los padres (Éxodo 20:12) por todo lo que han hecho, pero no bajo su dirección. 

Tratando a los hijos como adultos 

Hoy en día, este tema es más complicado que nunca porque muchos hijos adultos están regresando a casa y están siendo apoyados de alguna manera por los padres. Esto puede dificultar el hecho de mantener límites apropiados con los hijos adultos. Si se siente confundido por los cambios en curso en su relación con su hijo adulto, aquí hay algunas estrategias que pueden ayudar a que sus interacciones sean mejores: 

Llegar a un entendimiento mutuo 

A medida que un hijo se va convirtiendo en un adulto, comprométase a mantener una conversación continua. Traten de descubrir las expectativas del otro para que puedan llegar a un entendimiento mutuo sobre cómo serán estos años. Reconozca que la vida de sus hijos adultos ahora la gobiernan ellos y que ya no son responsables ante usted. El objetivo es tener la mejor relación posible entre ustedes, así que hablen sobre cómo lo harán. 

Esto también significa que deberá aclarar las expectativas sobre otros temas. ¿Cuánto tiempo pasarán juntos? ¿Qué pasa con la ayuda financiera? ¿Situaciones de vida? ¿Consejos sobre crianza? ¿Decisiones de fe? Estas áreas de posible conflicto a menudo necesitan ser discutidas para evitar confusiones y decepciones. 

Encontrar la libertad 

Cuando empecé a ir a la universidad, mi papá me dijo: “Hijo, irás a la universidad y yo la pagaré. Yo nunca pude ir, y estoy encantado de apoyarte. Tu responsabilidad fue sacar buenas calificaciones para lograr entrar y ahora mantenerte ahí, y la mía será pagarla”. Luego agregó el golpe final: “Y después de la universidad, estarás por tu propia cuenta. Mi trabajo ha terminado. Si quieres pasar por un sándwich, genial, pero estás por tu propia cuenta”. 

Recuerdo tanto la emoción de esa libertad como el miedo absoluto que me motivó a esforzarme para poder ganarme la vida. Ambas cosas son buenas y ordenadas por Dios: la emoción de una visión y un temor saludable a la realidad. 

Cuando discutan las expectativas para la crianza de sus hijos adultos y comiencen a establecer límites, recuerden que nadie tiene “derecho” a la vida de los demás. Los padres no tienen derecho a dictar el curso de la carrera o el matrimonio de un hijo adulto, y los hijos adultos no tienen derecho a esperar que sus padres los cuiden para siempre. 

Con suerte, pueden llegar a acuerdos satisfactorios, hechos en una atmósfera que acepte la libertad de ambas partes para decidir lo que quieran hacer y lo que no.  

Si Sus Deseos No Se Cumplen, Esté Triste En Lugar De Enojado 

La respuesta de enojo de Jonathan se produjo cuando interpretó la decisión de su hijo y su nuera como una transgresión contra él y Brenda. En su mente, la pareja había hecho algo mal y tenía razón de estar enojado. La verdad es que su hijo y su esposa habían ejercido sus derechos como adultos designados por Dios, pero eso no era lo que Jonathan quería que sucediera. Entonces, era comprensible que Jonathan estuviera decepcionado. Eso es natural cuando no conseguimos lo que queremos. Pero, el hecho de que nos enfademos o utilicemos la culpa o el control a la hora de establecer límites en la crianza de nuestros hijos adultos, no es una causa justificada.. 

Mantenga expectativas ligeras, pero comparta por qué son importantes para usted. Escúchense entre ustedes, respeten los deseos de sus hijos adultos y respondan con empatía. Y cuando no se cumplan sus deseos, solo diga: “Bueno, desearía que hubieras hecho x o y, pero es tu vida”. Establecer límites como estos contribuirá en gran medida a crear el tipo de relaciones respetuosas que todos queremos con las personas que amamos. 

Esté disponible para ayudar, pero no imponga  

Hágales saber a sus hijos adultos que usted está disponible para ayudar, pero no les impondrá nada. 

Hay una estupenda práctica que muchos pastores hacen en las ceremonias de boda para conmemorar este tipo de adultez. Antes de tomar los votos, el pastor les dice a ambos padres: “Primero queremos honrarlos por todo lo que han hecho para cuidar a sus hijos hasta el día de hoy. Los han nutrido y entrenado; usted ha provisto para ellos, y se lo agradecemos. Y ahora, a partir de hoy, su papel como proveedor ha terminado. A partir de este día, están por su propia cuenta. Y que Dios bendiga la futura relación que tendrá con ellos y con sus nietos.” Y luego continúa la ceremonia para conmemorar esa realidad. 

Pero eso no significa que no tendrán ninguna relación, ni mucho menos. Tampoco significa que no esté disponible para ellos en busca de consejo, sabiduría, ayuda, apoyo o similares. Y esto se aplica tanto a los adultos solteros como a los recién casados. Envíelos a la edad adulta como autónomos, pero hágales saber que usted siempre estará ahí para ayudarlos en su edad adulta. Establecer esa relación. Es bueno y bíblico. 

Avanzando: Restableciendo Límites Con Los Hijos Adultos 

Una vez más, su ayuda o consejo no puede imponerse ni hacerse cumplir como lo fue durante la infancia de sus hijos, ni tampoco ellos deberían esperar tales consejos continuos; usted ya no es su “padre” de esa manera. Las decisiones profesionales, las decisiones sobre la crianza de los hijos y otras decisiones de los adultos serán de ellos, y usted estará feliz de dar su opinión si así lo desean, y no se entrometerá en áreas en donde no se ha requerido su ayuda. Haga lo mismo que haría cualquier otro buen amigo, y en este caso, un tipo especial de “amigo”: un compañero adulto que los ha criado. Es una relación especial. 

Mis padres fallecieron, pero los padres de mi esposa están vivos y hemos recibido muchos buenos consejos y sabiduría de ellos en nuestros 25 años de matrimonio y 19 años de paternidad. Pero nunca ha sido forzado, controlado o exigido. Estoy muy agradecido por ellos y la relación que tenemos. 

Al final, Jonathan y Brenda se acercaron a su hijo y a su nuera y se disculparon. Luego comenzaron las sanas discusiones que les ayudaron a ordenar su relación de una forma diferente. Ahora trabajan bien juntos y se apoyan mutuamente, pero primero tenían que hablar sobre establecer límites con sus hijos adultos y luego vivir de acuerdo con ellos. 

Mujer orando por otra mujer

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© 2022 Focus on the Family. Todos los derechos reservados. Utilizado con permiso. Escrito originalmente por el Dr. Henry Cloud y publicado en el número de junio/julio de 2021 de la revista Focus on the Family.

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