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Sosteniendo la Iglesia a la Distancia durante la Pandemia de Coronavirus

Hombre sentado en la iglesia

Me imagino que muy pocas personas anticiparon la pandemia mundial que estamos viviendo, aparte de un pequeño grupo de expertos (como epidemiólogos, virólogos y autoridades sanitarias mundiales). Hace unos meses, pocos habían oído hablar de COVID-19. Desde la caída del hombre, los mortales se han visto agobiados por múltiples crisis: inundaciones, terremotos, guerras, rumores de guerras, hambrunas, trastornos económicos… y plagas. Pero, ¿quién de nosotros hubiera pensado que estaría viviendo la Gran Crisis del Virus 2020? Algunos no lograron sobrevivir, porque el virus se los ha llevado. ¿Cuántos más se les unirán? ¿Cuánto más tendrán que cambiar nuestras vidas? Sólo Dios lo sabe. 

Los pastores se encuentran en una posición única para llevar confort y preparar a su rebaño guiados en la verdad bíblica y en el carácter del Dios vivo al que servimos. Los pastores están ahí en tiempos de problemas, cuando un amigo o un ser querido muere, cuando una crisis moral golpea, cuando la enfermedad amenaza todo lo que habíamos dado por sentado, cuando sufrimos desempleo, divorcio o aflicciones mentales. Ellos también pueden estar disponibles para sus ovejas durante este problema. A través del Espíritu Santo, podemos seguir a Jesús para consolar a los afligidos. En Isaías, escuchamos de la habilidad del siervo que se acerca para servir al que sufre: 

“El Señor Soberano me ha dado sus palabras de sabiduría, para que yo sepa consolar a los fatigados.” (Isaías 50:4, NTV) 

¿Cómo pueden los pastores sostener a los cansados y preocupados durante esta crisis? 

Una dificultad inmediata es el lugar físico. ¿Dónde debería reunirse la congregación cuando es prudente, e incluso, necesario para proteger la vida de otros, practicar el distanciamiento social? Algunos podrían argumentar que deberíamos confiar en Dios y continuar reuniéndonos públicamente, siempre y cuando tomemos precauciones. Debemos confiar en Dios en todas las cosas, pero no ponerlo a prueba (ver Mateo 4:1-7). 

Martín Lutero reprendió a los cristianos de su época que decían que tomar precauciones contra la peste negra mostraba una falta de fe. Reprendió a los cristianos que “no hacen uso de la inteligencia o la medicina”. Esto fue lo que dijo: “No es confiar en Dios, sino tentarlo. Dios ha creado la medicina y nos ha dado la inteligencia para vigilar y cuidar el cuerpo para que podamos vivir con buena salud.” Amén, hermano Martin. 

Ya que los riesgos son tan altos, es prudente suspender las reuniones de la iglesia por esta extraña temporada de contagio. Por supuesto, no debemos renunciar a “congregarnos, como algunos tienen por costumbre” (Hebreos 10:25, NTV). Esto no es un hábito, sino una medida extrema para una situación extrema. El versículo que acabamos de citar continúa diciendo que debemos animarnos “unos a otros, sobre todo ahora que el día de su regreso se acerca.” (Hebreos 10:25, NTV). 

Las iglesias pueden continuar animando a sus congregaciones, ofreciendo enseñanza, predicación y adoración en línea como una medida de emergencia. Noten que no escribí: “celebrando servicios en línea”. Porque los servicios de la iglesia no pueden hacerse de dos maneras: (1) ni de forma individual (2) ni en línea. Bíblicamente, el servicio de la iglesia es colectivo, físico y comunal. Cantamos juntos, escuchamos juntos la predicación, nos saludamos, tomamos la cena del Señor juntos, experimentamos o presenciamos el bautismo y más, todo en el mismo lugar y al mismo tiempo. Pablo dice a la iglesia de Corinto: 

Cuando se reúnan, uno de ustedes cantará, otro enseñará, otro contará alguna revelación especial que Dios le haya dado, otro hablará en lenguas y otro interpretará lo que se dice; pero cada cosa que se haga debe fortalecer a cada uno de ustedes.” (1 Corintios 14:26, NTV) 

Pero cuando una crisis golpea, hacemos lo mejor que podemos. Pablo anhelaba tener comunión con otros cristianos cuando fue encarcelado en Roma, pero no pudo. Así que les escribió cartas. Estas se convirtieron en lo que se llaman las Epístolas de la prisión: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. Podemos aplicar este principio a nuestra crisis. Anhelamos unirnos como iglesia, pero por ahora, no es prudente hacerlo. Sin embargo, podemos hacer que algunos elementos del servicio estén disponibles en línea. Para mantener cierta solidaridad, es apropiado invitar a los feligreses a ver el servicio en tiempo real al mismo tiempo que los demás. Si no hay unión física, al menos que puedan experimentar reunirse simultáneamente con el grupo. Mi pastor está enviando la programación del servicio por correo electrónico a su congregación. Los pastores y otros líderes de la iglesia deben orar y pensar mucho en cómo conservar la mayor cantidad de compañerismo posible dados los límites que enfrentamos ahora. 

Visitas Pastorales en Tiempos de Contagio 

Los pastores son llamados, como se mencionó anteriormente, a estar con los miembros de su iglesia en tiempos difíciles. La presencia amorosa es crucial para el ministerio. ¿Pero cómo podemos hacer esto cuando se nos dice constantemente que practiquemos el “distanciamiento social”? 

Los pastores deben practicar el triaje relacional. (De hecho, todos deberíamos.) Mi diccionario de la universidad Random House da el significado general de triaje como “la determinación de las prioridades de acción en una emergencia”. Por lo tanto, ¿quién es la persona que más necesita una visita a casa o al hospital? ¿Qué debe hacerse en persona (como un funeral), qué puede posponerse (tal vez una boda), qué puede hacerse electrónicamente y a distancia? Algunas almas pueden ser atendidas adecuadamente a través de un texto, una llamada telefónica, FaceTime, o un correo electrónico. Me reúno a menudo con mi pastor, pero no estoy en crisis, así que menos interacción personal puede ser suficiente por ahora. 

Los pastores también tendrán que discutir con sus familias cuál es el nivel de riesgo aceptable. Un pastor con un cónyuge que es particularmente vulnerable al Coronavirus puede no poder hacer visitas personales por algún tiempo. Pero un pastor joven con una esposa joven y saludable puede estar dispuesto a tomar más riesgos para estar con personas necesitadas. Debemos orar por la sabiduría de lo alto y todo el tiempo (Santiago 1:5; Efesios 6:19). 

Me parece que los pastores deberían tratar al menos dos asuntos teológicos en su enseñanza, predicación y asesoramientos en los próximos días: 

Ejerciendo Nuestra Fe Bajo Prueba 

“No tengas miedo” es un tema recurrente en toda la Escritura. Ya que Dios está en su trono celestial, sus siervos pueden confiar en Él en todas las cosas, no importa cuán oscura sea la vida. Dios nos llama a confiar en su poder y bondad en todo momento. Como Jesús predicó: 

Queridos amigos, no teman a los que quieren matarles el cuerpo; después de eso, no pueden hacerles nada más. Les diré a quién temer: teman a Dios, quien tiene el poder de quitarles la vida y luego arrojarlos al infierno. Claro, él es a quien deben temer. ¿Cuánto cuestan cinco gorriones: dos monedas de cobre? Sin embargo, Dios no se olvida de ninguno de ellos. Y, en cuanto a ustedes, cada cabello de su cabeza está contado. Así que no tengan miedo; para Dios ustedes son más valiosos que toda una bandada de gorriones.” (Lucas 12:4-7, NTV) 

Debemos temer a Dios más que a cualquier virus que pueda matar el cuerpo. Si tememos a Dios, guardando reverencia y creyendo en su palabra, no debemos temer nada más, porque Dios se preocupa por nosotros más que por los gorriones o cualquier otra criatura viviente. La Biblia es un almacén espiritual de consuelo y aliento en momentos de estrés. Tal vez los predicadores querrán predicar una serie de mensajes sobre este tema. Muchos de los Salmos nos consuelan en tiempos de angustia. A menudo aconsejo a los amigos que mediten en los Salmos 42, 43, 62, 91 y 139 durante sus pruebas. Estos y otros poemas teológicos similares son textos adecuados para los mensajes durante una plaga moderna. 

La Ética de la Salud Pública 

Puede que los pastores quieran enseñar y predicar sobre la urgencia de acatar las medidas de salud pública, algunas de las cuales requieren un sacrificio personal. Por el bien de nuestras iglesias, no deberíamos reunirnos por una temporada. Por el bien de nuestra sociedad en su conjunto, deberíamos practicar el distanciamiento social. Dios dijo a los exiliados en Babilonia que buscaran el bienestar de la ciudad a la que estarían exiliados (Jeremías 29:7). Jesús dijo que éramos la sal de la tierra y la luz del mundo (Mateo 5:16-18). Cuando los expertos nos exhortan a trabajar en casa, a mantener una distancia saludable de los demás, a purificar las superficies, y más, debemos obedecer. Cuando los funcionarios legales restringen las actividades por razones de salud pública bajo pena de ley, debemos acatar estas nuevas leyes, como enseña Pablo: 

Toda persona debe someterse a las autoridades de gobierno, pues toda autoridad proviene de Dios, y los que ocupan puestos de autoridad están allí colocados por Dios.” (Romanos 13:1, NTV) 

Pero algunos se niegan a cumplir, pensando que están exentos de riesgo o, simplemente, porque no les importa. En pocas palabras, eso es pecado.  Es pecado porque pone el amor a sí mismo por encima del amor al prójimo. No es el camino de Cristo, que vino en el amor para dar su vida por nosotros. 

Jesús nos llamó a negarnos a nosotros mismos para seguirlo y servir a los demás. Los extrovertidos sufrirán más el aislamiento social que nosotros, que somos más introvertidos. Tengo suficiente lectura y escritura en casa para ocuparme durante décadas. Pero soy medio italiano, y a los italianos nos encanta abrazar, besar, tocar y estar cerca físicamente de los demás. Pero no podemos hacerlo tan libremente ahora. Lamentablemente, la cultura de convivencia y afecto físico de los italianos puede ser parte de la razón por la que su país ha sido devastado por el virus. Irónicamente, por amor a los demás, debemos distanciarnos físicamente de ellos. 

Me resulta difícil comprender todo lo que estamos pasando con esta crisis sanitaria mundial del Coronavirus. La vida era relativamente normal para la mayoría de las personas hace sólo un mes. Dimos por sentado que nos reuníamos para la adoración. Ahora el mundo entero está en llamas con este contagio, muchas de las reglas han cambiado, y estamos luchando por respuestas y estrategias para salvar vidas. Pero Dios sigue siendo Dios. 

“Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza; siempre está dispuesto a ayudar en tiempos de dificultad. Por lo tanto, no temeremos cuando vengan terremotos y las montañas se derrumben en el mar. ¡Que rujan los océanos y hagan espuma! ¡Que tiemblen las montañas mientras suben las aguas!”(Salmo 46:1-3, NTV)  

Los pastores y los líderes de la iglesia hacen de Dios su refugio y su fuerza, y así se ponen a la altura de las circunstancias, elaborando estrategias prácticas y teológicas para la vida de la iglesia y enseñando la sabiduría de las Escrituras sobre la fidelidad de Dios y nuestra necesidad de buscar el bienestar de la ciudad en tiempos de crisis. Seguramente, hay mucho trabajo bueno que hacer, no hay tiempo que perder, y los recursos del cielo deben ser utilizados.  

© 2020 Focus on the Family.  All rights reserved.  Used with permission.  Originally published in English at focusonthefamily.com.

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