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¿Cómo amar realmente a su cónyuge?

El amor verdadero, la clase de amor que mantiene unida a una pareja durante una vida entera, no es un sentimiento sino una actitud; una que dice: “Con la ayuda de Dios, voy a hacer todo lo que pueda para mejorar la vida de mi cónyuge”.

Él se sentó en mi oficina y dijo: “Simplemente ya no amo a mi esposa. Quisiera hacerlo, pero no es así. Incluso le he pedido a Dios que me haga sentir amor por ella. Pero simplemente ya no siento nada por ella.”

Este esposo estaba siendo absolutamente sincero, pero estaba equivocado en su comprensión del amor. Él imaginaba el amor como si fuera sentimientos cálidos, emocionales y románticos hacia su esposa.

Pero, como estos sentimientos no existían y él no podía provocarlos, e incluso Dios no se los estaba dando, entonces concluyó que su matrimonio había terminado. Miles de hombres y mujeres en nuestra sociedad han llegado a la misma conclusión.

Sin embargo, el amor verdadero, el tipo de amor que mantiene unida a una pareja durante una vida entera, no es un sentimiento sino una actitud; una actitud que dice: “Con la ayuda de Dios, voy a hacer todo lo que pueda para mejorar la vida de mi cónyuge”.

Esta actitud le lleva a tener palabras y acciones que son beneficiosas para su cónyuge y a menudo también despiertan emociones cálidas dentro del corazón de él o ella. Si esta persona le corresponde con palabras y un comportamiento que expresa el amor que tiene por usted, las emociones cálidas regresarán también en usted.

Una de las mayores tragedias de la cultura occidental es que hemos equiparado el amor con sentimientos románticos. Sin embargo, estos sentimientos cálidos y románticos son el resultado del amor, no la esencia del amor. Es por esto que el amor puede ser una ordenanza, como lo dice Efesios 5:25: “Esposos, amen a sus esposas”; y el amor puede ser enseñado y aprendido, como lo señala Tito 2:4, donde se les instruye a las mujeres mayores a enseñar a las mujeres menores a amar a sus esposos. Dios no ordena que sintamos emociones, pero con frecuencia ordena que tengamos actitudes y comportamientos.

La buena noticia es que para todo lo que Dios nos ordena hacer, también nos habilita.

El amor es una actitud

En los inicios de mi matrimonio, mi esposa y yo éramos bastante desdichados. Ambos nos preguntábamos si nos habíamos casado con la persona equivocada.

En mi desesperación, le dije a Dios: “No sé qué más hacer y te pido tu ayuda”. Tan pronto hice esa oración, vino a mi mente una imagen visual de Jesús arrodillado, lavando los pies de Sus discípulos.

Sentí que Dios me decía: “Ese es el problema en tu matrimonio. Tú no tienes la actitud de Cristo hacia tu esposa”.

Yo sabía que lo que Él decía era verdad. En aquel momento, mi actitud hacia mi esposa era: “Mira, sé cómo tener un buen matrimonio. Si me escucharas, tendríamos uno”. Entonces ella no escucharía, y yo la culparía por la desdicha de nuestro matrimonio.

Dios me dio una nueva perspectiva. El problema no era ella sino mi actitud.

Dije: “Señor, perdóname. Con todos mis estudios en griego, hebreo y teología, aún no he logrado entender el principal significado del amor. Por favor, dame la actitud de Cristo hacia mi esposa. Déjame verla como alguien a quien Tú amas, y déjame ser Tu agente para amarla”.

En retrospectiva, esa fue la mejor oración que pude haber hecho por mi matrimonio porque Dios cambió mi actitud. Ya no estaba esperando sentimientos cálidos; estaba eligiendo amarla como Cristo amó a Sus discípulos. Le hice a mi esposa tres preguntas:

  1. ¿Qué puedo hacer para ayudarte? 
  2. ¿Cómo puedo hacer tu vida más fácil? 
  3. ¿Cómo puedo ser un mejor esposo para ti?

Sus respuestas dirigieron el rumbo de mi comportamiento. Cuando comencé a servirle a ella como Cristo les sirvió a Sus discípulos, su actitud hacia mí cambió. Esto no sucedió de la noche a la mañana, pero en cuestión de tres meses, ella comenzó a hacerme esas mismas preguntas. Mi comportamiento había tocado su corazón, y su actitud y comportamiento habían cambiado.

1 Juan 4:19 dice que nosotros amamos porque Dios nos amó primero. El amor estimula el amor.

El amor como una forma de vida

Algunos dicen que el amor es un acto de benevolencia. Eso no es totalmente verdadero. Las personas pueden hacer una acción benéfica con una actitud sin amor.

El esposo que dice con una voz áspera: “está bien, sacaré la basura si me dejas en paz”, no ha realizado un acto de amor.

El esposo que corta el césped solo porque su esposa lo ha estado regañando, puede estar haciendo un acto de bondad, pero solo lo hace para silenciar sus palabras críticas.

La esposa que accede a tener intimidad sexual con su esposo simplemente por un sentido de deber o de culpa tampoco está realizando un acto de amor.

El amor es la elección de cooperar con Dios en el servicio hacia su cónyuge. Las personas que aman verdaderamente se ven a sí mismas como agentes de Dios para enriquecer las vidas de sus parejas en el matrimonio. Para ellos, el amor es una forma de vida. Ellos están buscando constantemente maneras de ayudar, animar y apoyar a su cónyuge.

Este tipo de amor a menudo despierta sentimientos cálidos y románticos en el corazón del cónyuge. Las emociones son la cereza del pastel. Pero sin una actitud amorosa y un comportamiento apropiado, la cereza se caerá.

El hombre del que hablé al principio, el que se sentó en mi oficina quejándose de que no amaba a su esposa, eventualmente descubrió el concepto bíblico del amor. Y con la ayuda de Dios, se comprometió consigo mismo a amar a su esposa. Ella fue recíproca a su amor y su matrimonio renació.

He visto esto suceder cientos de veces en los últimos 35 años que he aconsejado a parejas, y puede suceder en su matrimonio también.

Las Escrituras dicen que el Espíritu Santo derrama el amor de Dios en nuestros corazones (Romanos 5:5).

Dios quiere usarle en su matrimonio. Pídale que le dé una actitud amorosa hacia su esposa y derrame Su amor a través de usted. Esta es una oración que Dios responderá.

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