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¿Cómo Cambiar lo que No he Logrado Cambiar?

mujer usando una bengala

Todos en algún momento hemos escuchado al menos una versión de la famosa frase del científico Albert Einstein: “si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo” o “locura es hacer lo mismo una vez tras otra y esperar resultados diferentes”.  

Quizás hayamos experimentado ese sentimiento de frustración al reconocer que necesitamos cambiar algo de sí mismos que nos incomoda o no nos permite avanzar pero, incluso así, seguimos haciendo lo mismo, vez tras vez como el efecto repetido de un disco rayado. Es ahí cuando descubrimos que el cambio no parece tan simple como la famosa frase de Albert Einstein.

Dos barreras que nos impiden el cambio

  • Demandarlo primero en otros: El cambio nos parece tan difícil que optamos por demandarlo primero en “los otros”. Nuestro viejo método de defensa contra el cambio es pensar que, cuando algo anda mal, lo que se debe transformar es nuestro contexto social, gobierno, ambiente de trabajo, familia, pareja y, por último… muy de último, yo. Cuando decidimos avanzar, dejar atrás las excusas y resistirnos a la mala maña de culpar a otros, superamos la primer barrera para el cambio interno y nos reconocemos en necesidad de hacer “algo” con nosotros mismos.
  • Rendirnos antes los esfuerzo: Cuando estamos en un proceso de transformación, no faltarán las ocasiones en las que nos enfrentaremos cara a cara con la incertidumbre de poder cambiar, la frustración de repetir, intentar y fracasar, y el dolor al pensar cuánto hemos recorrido sin lograrlo. Esto puede desanimarnos hasta que lleguemos a rendirnos y a buscar formas de aceptar nuestra realidad y poner excusas para cambiar.

Seguramente podemos recordar alguna persona conocida, que a pesar de lo mucho que se dañe así misma, perjudique a sus compañeros de trabajo o aleje a sus seres queridos con un hábito no saludable, una actitud negativa o un comportamiento que fisura su integridad y la de otros, sea atraído a repetir nuevamente esos patrones de comportamientos viejos, familiares y nocivos.

Entonces, ¿en verdad pueden los seres humanos cambiar?, ¿podremos ayudarnos unos a otros a cambiar?, ¿existen estrategias y pasos prácticos para realizar cambios efectivos y duraderos?

Cuatro verdades sobre el proceso de cambio

  • Siempre estamos cambiando: La verdad es que aunque el cambio es doloroso, la ausencia del cambio lo es aún más. El ser humano ha sido dotado de creatividad, habilidad de adaptación y ágil aprendizaje; hemos sido creados con la capacidad y el poder de cambiar. Si echamos un vistazo hacia atrás, en nuestra historia de vida, nos encontraremos con momentos críticos que han requerido de nuestra adaptación en situaciones nuevas: un cambio de trabajo, la muerte de un ser querido, la bienvenida de un bebé a la familia o el inicio del matrimonio. Cambiamos y nos transformamos a través de la interacción con nuevos retos, ambientes y dificultades, aun cuando estos sean sorpresivos e inesperados.
  • El cambio no es una receta de pasos a seguir: Es cierto que puede ser difícil dejar de actuar de una manera que hemos repetido por mucho tiempo como una constante. Es cierto también que los pasos para el cambio no son iguales para todos y que, por tanto, el proceso de cambio es dinámico, complejo y no solo se trata de una receta o pasos mágicos a seguir. La buena noticia es que el cambio no solo es posible, sino que es parte de nuestra naturaleza y nuestra habilidad de adaptación. No tenemos excusa.
  • No es posible saber cuánto tiempo tardaremos en cambiar: No podemos enmarcar el cambio en un tiempo determinado. Las personas somos diferentes unas de otras, no solo en nuestra personalidad y gustos, sino también en nuestra forma de enfrentar y procesar el cambio.
  • La influencia de otros pueden ayudarnos a cambiar o detener el cambio: los expertos siguen reforzando que los procesos de cambio están enmarcados en una red de relaciones que dificultan o favorecen el proceso de adaptación y crecimiento personal. Si nuestro deseo es hacer cambios en nuestra vida, tendremos que fortalecer aquellos vínculos o relaciones personales que influyan de forma positiva. Busquemos a personas que sean ejemplos de buenos hábitos, de pensamientos sanos o de ideas creativas para avanzar hacia la meta de la transformación. El apoyo de compañeros de trabajo, familia y amigos será un recurso clave para la transformación de nuestros patrones de vida. Incluso, en algunos casos, la petición de cambio provenga desde seres queridos y personas cercanas que quieran nuestro crecimiento personal.

¿Cómo iniciar el proceso de cambio?

  • Identificar lo que deseamos cambiar: Es necesario hacer una reflexión sobre aquellos hábitos o actitudes que entendemos pueden mejorarse en la medida en que nos causan problemas de convivencia o sean incongruentes con nuestros valores o filosofía vida. Haga una lista de las cosas que desee mejorar.
  • Preparar el ambiente para el cambio: Una vez que las identifiquemos debemos preparar el ambiente para el cambio, y ser intencionales en las decisiones que tomemos con respecto a la influencia negativa que tengamos alrededor de nosotros. Por ejemplo: medios de comunicación, lugares que frecuentamos, conversaciones que tenemos, estímulos visuales o ambientales que provoquen la repetición del comportamiento, sentimientos o actitudes que queremos evitar.
  • Identificar las propias estrategias que faciliten el cambio: Cada una de estas estrategias variará de acuerdo a los recursos, gustos e historia personal que cada uno tenga. Por ejemplo: será más fácil para aquellos que aman la naturaleza trabajar el manejo de la ansiedad y el estrés al practicar actividades de recreación y relajación como caminatas en senderos o montañas.

Aunque el proceso de cambio lleve su tiempo, la decisión de cambiar la debemos tomar hoy. Es difícil decir que en el primer intento de cambio solucionemos totalmente el problema, pero Thomas Edison decidió hacer miles de intentos antes de perfeccionar la bombilla que, en definitiva, cambió la vida suya y la de muchos. El poder del cambiar está en la perseverancia, la constancia y la disciplina. 

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