Participe en la Palabra de Dios
Hay muchas maneras en que podemos relacionarnos con las Escrituras. Pero hay un método del que quizás no haya oído hablar, aunque se encuentra muchas veces en la Biblia: la lectura pública de las Escrituras.
La importancia de la lectura de la Biblia
Se nos dice que “Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir y para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra” ( 2 Timoteo 3: 16-17, NVI ).
La importancia de leer la Palabra de Dios es clara, y es un hábito crucial que todo cristiano debe desarrollar. ¿Entonces cómo hacemos eso? Bueno, un tiempo devocional personal es un buen lugar para comenzar. Pero más allá de eso, hay muchas maneras en que podemos relacionarnos con las Escrituras. De hecho, es posible que no haya oído hablar de uno de esos métodos, pero se encuentra muchas veces en la Biblia: la lectura pública de las Escrituras.
Una nueva (¡y antigua!) forma de interactuar con las Escrituras
La lectura pública de las Escrituras es la práctica simple pero poderosa de reunirse y escuchar la Palabra de Dios leída en voz alta.
En 1 Timoteo 4:13 , el apóstol Pablo animó a su joven amigo Timoteo a dedicarse a la lectura pública de las Escrituras. Era una tradición que comenzó cuando Dios liberó a los israelitas de la esclavitud en Egipto. Después de que Dios los salvó, los israelitas se reunieron y escucharon mientras Moisés leía la ley de Dios . Esta lectura pública de las Escrituras definió la historia de Israel como pueblo de Dios.
Los israelitas no tenían Biblias que pudieran llevar consigo para leer. La lectura pública de las Escrituras fue un gran privilegio. Estaba lleno de anticipación y asombro porque era la única forma en que las personas podían escuchar la palabra de Dios.
Más tarde, cuando los israelitas regresaron del exilio en Babilonia, la gente se reunió y escuchó a Esdras leer las Escrituras . Juntos, respondieron a la Palabra de Dios y sanó sus vidas.
El poder de escuchar la Palabra de Dios
Jesús nos dijo que cada palabra de Dios es como alimento para nuestras almas. Entonces, al escuchar la Palabra de Dios con regularidad, obtenemos el alimento que necesitamos para fortalecernos en nuestra fe. Y por eso Pablo le dijo a Timoteo que se dedicara a la lectura pública de las Escrituras.
La Biblia es verdaderamente el libro más influyente y poderoso de la historia. Cuenta la historia de lo que Dios está haciendo por nosotros ya través de nosotros, con Jesucristo como centro. Como una deliciosa comida, escuchar juntos la Palabra de Dios puede llenarnos de fuerza, alimento y deleite. Ya sea que estemos escuchando con nuestra familia o amigos, tenemos una invitación amorosa para escuchar a Dios hablarnos a través de este maravilloso libro. Al escuchar las Escrituras, obtenemos comprensión, guía, gozo, amor y paz.
Ejemplos bíblicos de lectura pública de las Escrituras
Hay varios otros ejemplos de lectura comunitaria de la Biblia que se encuentran en las Escrituras. Aquí hay algunos…
Josué
“Y después [Josué] leyó todas las palabras de la ley, la bendición y la maldición, conforme a todo lo que está escrito en el Libro de la Ley. No hubo palabra de todo lo que mandó Moisés que Josué no leyera delante de toda la asamblea de Israel, y de las mujeres, y de los niños, y de los extranjeros que vivían entre ellos.”
Josías
“Y subió el rey a la casa del Señor, con todos los hombres de Judá y los habitantes de Jerusalén y los sacerdotes y los levitas, todo el pueblo así grande como pequeño. Y leyó a oídos de ellos todas las palabras del Libro del Pacto que se había hallado en la casa del Señor”.
Jesús
“Y le fue dado a [Jesús] el rollo del profeta Isaías. Desenrolló el rollo y encontró el lugar donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar buenas nuevas a los pobres. Me ha enviado a proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a proclamar el año del favor del Señor”. Y enrollando el rollo, se lo devolvió al asistente y se sentó. Y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: “Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de ustedes”.
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