Desafortunadamente, estas formas de proteger a su adolescente no ofrecen una garantía, pero pueden ayudar en la prevención del suicidio adolescente.
Ya no recuerdo dónde estaban mi esposo y mis dos hijos menores mientras yo estaba hablando con mi hija de primer año. Pero ahora, con una visión retrospectiva más clara sobre el suicidio adolescente, es probable que nunca olvide aquella breve conversación.
Jenna acababa de terminar su tarea de inglés avanzado. Mientras ponía un bolígrafo y un resaltador en su mochila, tomé el libro de bolsillo de Ethan Frome que había dejado sobre la mesa de la cocina. Como no lo había leído, hojeé rápidamente el resumen de la contraportada. Luego, curiosa, le pregunté qué pensaba de la novela.
“Mattie Silver, uno de los personajes, fue realmente tonta”, dijo Jenna. “Se estrelló contra un árbol con su deslizador de nieve y quedó paralizada para el resto de su vida. Si quería suicidarse, debería haberlo hecho bien”. Su comentario me sorprendió, pero no vi ninguna señal de alerta de suicidio. Jenna era una ávida lectora y yo era profesora de inglés en la secundaria. Nuestra casa a menudo se llenaba de apasionados debates literarios.
Tampoco me di cuenta de que los pensamientos suicidas no eran algo nuevo para ella. Al fin y al cabo, estábamos hablando de personajes de un libro. Miré, despreocupada, a mi hermosa niña que sacaba sobresalientes calificaciones, marchaba con la banda escolar, tomaba decisiones saludables, amaba a Dios y la vida, y tenía un grupo de leales amigos.
Tampoco me animé a hablar del suicidio aplicándolo a nuestra vida real, como algo que podría afectarnos personalmente. Al igual que a los adolescentes a los que enseñaba, Jenna había enfrentado algunos desafíos “normales” al transitar por la complicada cultura adolescente. Sin embargo, nunca había mostrado señales de advertencia de suicidio. A excepción de un reciente incidente de acoso escolar que pensé que habíamos abordado, su primer semestre en la escuela secundaria parecía ser mayormente positivo.
Sin embargo, unos pocos meses después, sin ningún intento previo, mi primogénita se quitó la vida de forma inesperada. No hace falta decir que inmediatamente recordé nuestra breve conversación sobre Ethan Frome, y anhelé la oportunidad de retroceder en el tiempo.
Conozca los hechos sobre el suicidio adolescente
Los hechos son simplemente hechos, hasta que alguien que amamos se suicida. Entonces, de repente, desearíamos haber tomado medidas proactivas para evitar una pérdida tan devastadora.
El suicidio se ha convertido en una epidemia y, francamente, los datos sobre el suicidio entre adolescentes son muy alarmantes. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés), el suicidio es la segunda causa principal de muerte entre los jóvenes de 10 a 14 años. La Organización de Salud Mental Americana (Mental Health America) indica que el suicidio es la tercera causa principal de muerte entre los jóvenes de 15 a 24 años y la segunda causa principal de muerte entre los adultos jóvenes en edad universitaria.
Sin embargo, el desglose porcentual del pensamiento suicida entre los adolescentes es especialmente impactante. Según el último informe de la Encuesta de Conductas de Riesgo Juvenil del CDC (2019), el 19% de los jóvenes de 9.º a 12.º grado ha contemplado seriamente el suicidio. Entre los estudiantes de secundaria, el 16% ha ido un paso más allá, y ha elaborado un plan de suicidio. Y el 9% informó que había intentado acabar con su vida durante los últimos 12 meses.
Si a esa estadística del 9% se suman los estudiantes de séptimo y octavo grado, el número de intentos de suicidio diarios, según informa la Sociedad Estadounidense de la Prevención de la Depresión (American SPCC), asciende a 5.400 por día. En otras palabras, los preadolescentes y adolescentes son una población en riesgo.
La depresión entre los adolescentes también está en aumento. Un informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) publicado recientemente reveló que “el 44% de los jóvenes reportó sentirse triste o sin esperanza de manera persistente durante el año pasado”. Debido a que la parte racional del cerebro de un adolescente (la corteza prefrontal) no se desarrolla por completo hasta los 25 años, los adolescentes a menudo carecen de buen juicio y de conciencia de las consecuencias a largo plazo. En cambio, los adolescentes suelen actuar desde la amígdala, que da como resultado un mayor procesamiento emocional de la información.
Si yo hubiera tenido esta información en aquel entonces, daría cualquier cosa por una segunda oportunidad para guiar a Jenna durante los difíciles años de la adolescencia. Aquí hay algunos pasos que podemos tomar para proteger a nuestros adolescentes del suicidio y aumentar las probabilidades de que elijan vivir:
Esté atento
La mayoría de los padres podrían reconocer señales de advertencia que indican pensamientos suicidas. Sin embargo, algunas señales, como sentirse atrapado o sin esperanza, aislarse de la familia y los amigos, dormir demasiado o muy poco y estar ansioso o irritable, pueden interpretarse fácilmente como un comportamiento adolescente normal. Para complicar más las cosas, la Sociedad Estadounidense de la Prevención de la Depresión (American SPCC) señala que solo cuatro de cada cinco adolescentes que se suicidan muestran signos externos claros. Jenna formaba parte del 20% que no lo hizo.
Desafortunadamente, los adolescentes con frecuencia ocultan sus pensamientos suicidas. En la carta de suicidio que dejó mi hija, Jenna dijo que ocultó sus pensamientos porque no quería preocupar, ni lastimar a las personas que la amaban. Los datos recopilados también sugieren que, aunque los estudiantes superdotados como Jenna aparentan “tener todo bajo control”, suelen ser más propensos a la ideación suicida debido a tendencias perfeccionistas, presión social o autoimpuesta por sobresalir, y una sensibilidad emocional elevada. Los adolescentes superdotados también pueden dudar en pedir ayuda, porque piensan, de manera poco realista, que deberían ser lo suficientemente inteligentes como para manejar los problemas de la vida solos.
Independientemente de la personalidad y la genética de un adolescente, los padres deben permanecer alerta ante las señales más pequeñas, ya que el suicidio no hace acepción de personas.
Inicie conversaciones
Mi esposo y yo nunca hablamos del suicidio con Jenna. No veíamos ninguna razón para hacerlo. Nuestra hija todavía parecía joven e inocente, así que, hasta la terrible noche en que murió, el tema no se me cruzó por mi mente. ¡Cómo me hubiera gustado haberlo hecho!
Las conversaciones sobre salud mental deberían ser tan naturales como cuando hablamos sobre la salud física o sobre las situaciones cotidianas. Las investigaciones demuestran que hablar sobre el suicidio no aumenta la probabilidad de que un adolescente opte por hacerlo. Por el contrario, reduce significativamente la posibilidad de que suceda.
Al principio, hacer preguntas puede resultar incómodo, pero si está dispuesto a escuchar sin juzgar ni dar consejos que no le han pedido, puede probar algunas de ellas:
- ¿Estás bien?
- ¿Qué te hace sentir triste?
- Me gustaría escucharte. ¿Puedes contarme más?
- ¿Has pensado en quitarte la vida?
Así que hable del suicidio. Empiece cuando sus hijos son pequeños. Y recuérdeles siempre que, por muy dura que sea la vida, el suicidio nunca debe ser una opción.
Desde que comenzó la pandemia de COVID, muchos distritos escolares han instituido sesiones semanales de asesoramiento para que los estudiantes y los maestros hablen sobre temas de salud mental. Si bien las conversaciones en la escuela pueden no ser tan fluidas como las conversaciones familiares, este intento de abordar un tema tan importante parece estar reduciendo el estigma de la salud mental en las generaciones más jóvenes, lo que debería facilitar un poco las conversaciones en el hogar.
Busque a un mentor
Jenna hablaba constantemente, contándome cien veces más de lo que yo les hubiera contado a mis padres. Sin que yo le preguntara, ella compartía todo, desde sus luchas hasta sus enamoramientos. Pero nunca reveló su deseo de morir.
Ya sea que un adolescente hable todos los días o solo de vez en cuando, es importante tener otro adulto de confianza con quien su hijo pueda abrirse. Durante mis primeros años como maestra de secundaria, trabajé como líder voluntaria de la Organización YoungLife (Vida Joven). Luis, uno de los miembros del equipo, siempre estaba rodeado por adolescentes de YoungLife. Él y su esposa, Jill, también eran adorados por sus dos dulces hijas pequeñas. Sin embargo, recuerdo que Luis decía que cuando sus propias hijas llegaran a la adolescencia, les buscaría un mentor, porque necesitarían a alguien además de su padre y su madre con quien hablar.
Mi hijo de 16 años, Josh, se beneficia de esa sabiduría. Cada dos semanas se reúne con Andre, un joven profesor de secundaria y líder de un grupo de jóvenes. Caminan y hablan sobre temas difíciles; se trepan por tuberías subterráneas de agua, hacen locuras de chicos y comen helado.
Aunque Josh y yo tenemos una relación cercana, hay cosas que él no puede contarme. Pero no hay problema. Afortunadamente, Josh tiene a Andre aquí para ayudarlo a superar las decepciones y dificultades de la vida.
Conéctese con un terapeuta
Un par de meses antes de su muerte, Jenna pidió ver a un terapeuta por su miedo a las arañas. Mi esposo y yo teníamos la intención de programar una sesión inicial, pero, ocupados con la temporada navideña, nunca lo hicimos. En retrospectiva, estamos bastante seguros de que Jenna solicitó la cita por otro motivo. Cómo desearía haberle brindado esa oportunidad.
Ahora, con mis otros dos hijos adolescentes, sí lo hacemos. Aunque no nos han dicho que están luchando con pensamientos suicidas, queremos que se reúnan con un terapeuta al menos un par de veces para establecer una relación de confianza, de modo que cuando la vida se ponga difícil (y lo hará, ya sea debido a un desamor o la transición universitaria), ya tendrán ayuda profesional. Programar una cita puede resultar tan incómodo como iniciar una conversación sobre el suicidio, pero hágalo. La salud mental está cada vez menos estigmatizada entre esta generación más joven. Algunos de los amigos de mi hijo les han dicho a sus padres que les gustaría reunirse con un terapeuta, pero los padres se han resistido debido al tiempo y el dinero. Aunque la terapia es costosa, vale la pena cumplir ese compromiso.
Reflexiones finales sobre cómo proteger a su hijo adolescente del suicidio
Desafortunadamente, no hay garantías con estas sugerencias de prevención. Desde que perdí a Jenna, he conocido a padres que se mantuvieron alertas, hablaron sobre el suicidio y conectaron a su hijo adolescente con un mentor y un terapeuta, pero aun así, su hijo o hija tomaron una decisión devastadora. Sin embargo, las medidas preventivas son, de hecho, un pequeño precio a pagar para aumentar las probabilidades de que su hijo adolescente encuentre ayuda y esperanza y elija vivir un día más.
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© 2025 Focus on the Family. Originalmente escrito por Beth Saadati y publicado en inglés en focusonthefamily.com.