1. Regule primero sus propias emociones.
Evite regañar o corregir en ese momento (cuando estamos enojados, no podemos hacer una escucha activa). Mantenga la calma y modele la conducta que quiera que el niño aprenda; especialmente de respeto. ¡Nuestro principal reto de padres, es regular nuestra propia conducta, nuestros hijos aprenden más de lo que ven que de lo que les decimos que hagan!
2. Sea firme y no ceda ante el berrinche
Manténgase firme en los acuerdos. Por ejemplo, supongamos que están en el parque y le dijo a su hijo: “¿qué necesitas hacer para estar listo para irnos a casa?”, y el niño le dijo: “tirarme una vez más por el tobogán”; si usted está de acuerdo, entonces el niño se tira del tobogán e inmediatamente le toma de la mano suavemente, con una sonrisa y comienzan a caminar hacia la salida del parque. Supongamos que mientras hace esto, comienza una conversación sobre lo que van a hacer cuando lleguen a casa para redireccionar su atención. Si a pesar de sus intentos de anticipar el berrinche el niño se resiste a irse, comienza a hacer un berrinche y usted cede, el niño comprende que el berrinche es la forma de conseguir lo que desea. Si se mantiene firme, y aunque llore, le da contención, mientras camina hacia la casa, el niño entiende que a veces nos sentimos tristes porque no queremos dejar de hacer algo que nos gusta, pero debemos hacerlo de todos modos.
3. Dé contención
Sea empático y diga algo como: “¡Imagino cómo te sientes!” o “¡Entiendo que no estés de acuerdo!” .
Ofrezca un abrazo. Una forma útil para dar contención y ayudarlos a volver a la calma son los abrazos; podemos ponernos a su nivel, verlos a los ojos y con un tono suave y de forma empática como padre o madre decirle: “!Necesito un abrazo!”. Debemos evitar decir: “¡Necesitas un abrazo!” . De esta forma, ellos se sienten útiles apoyándonos en nuestra necesidad emocional y es más probable que se conecten de esta forma, que si “juzgamos” lo que creemos que ello necesitan.
Si su hijo accede al abrazo:Le abraza y puede ponerle su mano en la espalda, haciendo un roce muy suave; hágalo el tiempo que él necesite para sacar todo ese enojo, dolor o tristeza. No trate de que el niño pare de llorar sin que haya sacado todo el sentimiento, ya que si se lo guarda, es probable que vuelva a explotar para sacarlo muy pronto.
Si su hijo NO accede al abrazo:Dé un espacio para que esté solo mientras se tranquiliza. Diga algo como: “¡Entiendo que no estés listo para abrazarme en este momento, quiero que sepas que te amo y voy a estar aquí cuando estés listo para darnos un abrazo!”, y le da su espacio.
4. Busque reconectarse con su hijo
Una vez que está tranquilo, puede hacer algo para conectarse; jugar de algo que le gusta, tener una conversación de algo que a su hijo le interese, y unos minutos después, pueden hablar de lo que sucedió. Guíelo por medio de preguntas, para llegar juntos a una solución que sea respetuosa para ambos y que puedan aplicar la próxima vez. Algunas preguntas podrían ser:
- “¿Crees que fue respetuoso que gritaras (me pegaras) (te tires al piso) (etc)?”
- “¿Estabas enojado por la indicación que te di?”
- “Está bien enojarse, todos nos enojamos; no está bien gritar, golpear o tirarse al piso. Cuando estamos enojados podemos: respirar profundo, llorar, pedir un abrazo, presionar una bolita suave, soplar una pluma, mientras nos tranquilizamos. ¿Cuál de estas opciones te gustaría elegir la próxima vez que te enojes?”
- “¿Qué crees que podamos hacer la próxima vez que sea respetuoso para ambos?”
Recuerde que es más probable que el niño se comprometa a cumplir la solución si él mismo la propone que si usted se la impone; por eso es más efectivo que él mismo la proponga haciéndole preguntas.
Ante un berrinche, evite regañar, juzgar y criticar, más bien procure tener una actitud empática, amable y conciliadora, sin ceder en el límite. Aunque pueden ser momentos incómodos, es la oportunidad que como padres tenemos de formar el carácter y de impactar en su futuro.