Una vez, un domingo por la mañana, nuestra hija de cuatro años se escapó de su clase de escuela dominical cuando yo me encontraba en medio de un punto apasionante del sermón, cuando la vi saludándome desde la parte de atrás del auditorio. Lo que hice fue devolverle el saludo y guiñarle el ojo, pero eso no bastó, ya que ella tomó mi gesto como una manera de invitarla a hacerme una pregunta justo en medio del culto. Así que me puse nervioso cuando la vi acercándose por medio pasillo central; ella caminó hasta el frente del escenario en donde yo estaba y me preguntó: “¿Sabes dónde está Mami?”
No solamente íbamos a conversar acerca de esto, sino que toda la congregación iba a escuchar también cada palabra que dijéramos. Pero, ella me hablaba como si no hubiera nadie más ahí. “Coryn- le dije, estamos en medio de un sermón y necesito que regreses a tu clase”. “Pero, papi, mami me dijo que Ema podía ir a la casa después de la iglesia y quería saber si Lucy también podía ir” respondió.
Y así, con todos los ojos puestos sobre mí, me arrodille y conversé con ella los planes sociales que tendríamos para después del culto, luego la besé para que se retirara.
En ese preciso momento, un sermón improvisado se sobrepuso al sermón que había preparado. De hecho, nuestro pastor dijo que fue el mejor sermón que él había visto, e incluso años más tarde, personas siguen hablando acerca de ese momento y del impacto que les causó.
Para los pastores, interrupciones como estas son momentos decisivos, ya que a través de esto los pastores comunican amor e interés por las personas, pero también demuestran cómo cuidar y priorizar a aquellos que uno ama. Pausar un momento el partido de fútbol en televisión, o dejar de podar el césped para conversar, e incluso hasta detenerse en medio de plena prédica son maneras en las que nosotros les mostramos a nuestros hijos que nos importan.
¿Se da cuenta su congregación de que usted le da prioridad a su familia? ¿Le diría usted que «no» a un miembro de la iglesia cuando es usted consciente de que sus hijos necesitan pasar tiempo de calidad con usted? ¿Predica usted acerca de esta prioridad en sus sermones? ¿Es usted modelo de una familia saludable en su congregación?
Yo amo a mi familia, y amo también mi ministerio, pero no queremos tener éxito en el púlpito y fracasar en casa ¿cierto? Para encontrar el equilibrio necesitamos darle prioridad a nuestra familia mientras cumplimos con nuestro llamado.
Como pastores, proyectamos una visión de los múltiples propósitos que tiene la iglesia. Enseñamos acerca de dar, servir, y evangelizar, y del mismo modo, priorizar a la familia también debe ser parte regular de aquello que proyectamos a los demás. Nuestras congregaciones necesitan escuchar y ver: ¡La familia es importante para mí!, así que: ¿Qué podríamos hacer o decir para transmitir esta enseñanza este domingo?


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