Unos meses después de la muerte de mi padre, me encontré con él en el campo de una granja llena de atracciones de feria, mesas de artesanía y puestos de comida donde me contó un secreto sobre el cielo. Aunque me sorprendió verlo, no me sorprendió verlo ahí, porque ahí había sido feliz, haciendo una parrillada de carne, usando un delantal, llevando un cuchillo de cocina e invitando a las personas que asistían a la feria del pequeño pueblo a probar su salsa secreta.
Al principio, no podía creer que fuera él. Cuando lo vi desde atrás a muchos metros de distancia, pensé, ¡no puede ser papá porque murió! Luego, mientras caminaba hacia mí, la emoción me envolvió. ¡Oh, Dios mío! ¡Es él! Su sonrisa resplandecía mientras el sol brillaba en sus lentes de aros redondos. Fiel a su estilo, usaba calcetines que no combinaban con sus pantalones cortos y con sus piernas que necesitaban ver más el verano. Cuando llegó hasta mí, sonrió ampliamente y dijo, “¡Bueno, hola Shana!” Me sorprendió que actuara como si no hubiera muerto y como si el tiempo no hubiera pasado. Puso su pie en la banqueta a mi lado y se agachó para amarrarse el zapato. Lo miré con asombro. Intuitivamente sabía que sólo tendría poco tiempo para decir lo que era más importante para mí, así que hablé rápidamente.
Como yo quería agradecerle por sus cuidados, le dije: “Papá, quiero que sepas que tomé el dinero que dejaste, pagué todas mis cuentas e invertí el resto”. Se puso de pie, me miró directamente a los ojos y sonrió, “¡Bueno Shana, estoy orgulloso de ti!” Mi corazón se derritió. Dijo lo que yo quería escuchar toda mi vida, estaba orgulloso. Me dolía el pecho y tenía lágrimas que querían salir, pero no lo hicieron.
Luego compartió algo que yo necesitaba saber sobre la eternidad, “¿Sabes lo que he aprendido?”… “He aprendido que en el cielo realmente importa lo que hagas en la tierra”.
Y entonces, él se fue más rápido de lo que había llegado.
Cuando desperté de mi sueño, mis ojos se llenaron de lágrimas y rápidamente encontré mi diario y registré el mensaje; sabía que lo ocuparía en el futuro. Y ese tiempo es ahora. El mensaje de mi padre no era sólo para mí, sino también para usted, porque la Biblia repite una y otra vez la declaración que hizo mi padre sobre el cielo.
Lo que la Biblia dice sobre su propósito y la eternidad
En su libro, “Driven by Eternity” (Impulsado por la eternidad), John Bevere escribe cuán importante es planear nuestro futuro eterno. Mire lo que escribe John de aquellos que planean estar eternamente con Dios, “… ellos viven con un propósito y saben que su destino eterno está siendo escrito por la manera en la que viven en la tierra. Esto les permitirá tener una gran entrada en el Reino de Dios; una en la que no tengan que escabullirse con todo lo que han hecho quemado y destruido.”
¿Qué? ¿Quemado? ¿Destruido? ¿De qué está hablando John? Se refiere a 1 Corintios 3:12-15 (NVI) que dice:
“Si alguien construye sobre este fundamento (Jesucristo), ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja, su obra se mostrará tal cual es, pues el día del juicio la dejará al descubierto. El fuego la dará a conocer, y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno. Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa, pero, si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida. Será salvo, pero como quien pasa por el fuego”
Construir con oro, plata y piedras preciosas significa “construir sobre Cristo” obedeciendo a Él y a su llamado (o propósito) para su vida. Construir con madera, heno o paja significa seguir sus propios deseos carnales para vivir la vida a su manera sin importar el plan de Dios. ¿Puede imaginarse trabajando toda su vida, haciendo buenas obras y logrando cosas que usted pensó que le importarían a Dios, y luego finalmente encontrarse con él cara a cara sólo para darse cuenta de que usted sólo estaba haciendo lo que le parecía bueno y que no estaba en absoluto “construyendo sobre Cristo”?
Es verdad, nadie construye enteramente sobre Cristo porque a menudo pecamos y somos generalmente egoístas. Por esta razón, me alegro de que la salvación no dependa de las obras (Ef. 2:8-9), sino que somos justificados por la sangre de Cristo (1 Cor. 6:11). Pero como puede ver, las recompensas celestiales sí dependen de las obras y esas recompensas serán un resultado directo de cómo vivimos en la tierra, como dijo mi padre. Tal vez estas recompensas celestiales son una razón por la que Pablo exhortó a los filipenses a trabajar en su salvación con temor y temblor (Fil. 2:12).
Todo esto no significa que si usted es una ama de casa debería sentirse culpable o sentir que “necesita hacer más por Cristo”. Tampoco significa que si no está en el ministerio debería salir corriendo para convertirse en misionero. Más bien, recuerde que las recompensas de Dios serán otorgadas en base a la obediencia que hayamos mostrado al cumplir con cualquier vocación o propósito al que nos haya llamado, ya sea que seamos médicos, maestros, amas de casa o jardineros. Por lo tanto, el propósito de su vida debe comenzar y terminar con Él. ¡Así que cuando Él revele lo que él quiere hacer con su vida, hágalo de todo corazón! Entonces, cuando entre en Su Reino, oirá, “¡Bien hecho, siervo bueno y fiel!” (Mateo 25:21)
Recuerde, el amor es importante en el libro de Dios
Tal vez usted está pensando, “pero yo no tengo ni idea de cuál es mi propósito. Dios no me lo ha revelado todavía”. ¡Anímese! Mientras espera que Cristo revele el plan completo para su vida, usted puede seguir construyendo sobre el fundamento que es Él, viviendo lo que Él dice es el mayor regalo de todos: el amor (1 Cor. 13:13).
Una vez leí una historia sobre un hombre que le dio a su hermana un regalo muy pequeño y Dios también lo notó. El hombre, un filántropo de mucho dinero, también era un promotor y un activista en la educación superior. Inesperadamente, se enfermó y murió por unos momentos. En ese momento, Cristo se le apareció en un sueño para mostrarle escenas de su vida. Mientras repasaba cada escena, Cristo reveló el valor que le daba a cada una de las acciones del hombre. Sorprendentemente, Jesús no dio volteretas de alegría porque el hombre había regalado grandes sumas de dinero. Y tampoco dijo, “Bien hecho, siervo bueno y fiel”, cuando revisó los logros académicos del hombre. Más bien, lo que complació al Señor fue el simple encuentro que el hombre tuvo con su hermana.
Un día, cuando el hombre notó que su hermana tenía el corazón roto, en un esfuerzo por consolarla, la abrazó fuerte durante mucho tiempo. Según el libro de Cristo, este fue el mayor logro de este hombre.
Mientras busca a Dios para que Él revele el propósito de su vida, a veces los pequeños actos de amor pueden parecer mundanos y sin importancia, como ayudar a su marido a equilibrar el presupuesto, elegir tener paciencia con uno de sus hijos o tender la mano a un vecino que no le parece muy agradable. Pero recuerde, Dios se da cuenta. Así que la próxima vez que se castigue porque no está seguro del propósito de su vida, piense en este hombre y su abrazo fraternal. Entonces sonría, porque si está construyendo su vida en Cristo y con amor, lo que haga tendrá importancia para la eternidad.
Shana Schutte es una escritora independiente, autora y conferenciante que vive en Colorado Springs, Colorado. (www.runtogodministries.org)
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