¿Pueden un ateo y una creyente (o viceversa) construir un matrimonio fuerte y duradero? Esta pregunta es crucial cuando se considera el matrimonio entre un cristiano y un ateo. Mi novia y yo somos grandiosos juntos. Su familia me ama y todos los demás dicen que somos la pareja perfecta. Sólo hay un inconveniente: ella es una cristiana comprometida, pero yo no creo en Dios en lo absoluto. ¿Crees que las diferencias religiosas entre nosotros podrían ser un problema grave? Personalmente, no me importa para nada lo que crean los demás, siempre y cuando sus corazones estén en el lugar correcto.
¿Cuáles son nuestras posibilidades de construir una relación que se mantenga a través del tiempo?
Eres sabio al hacer esta pregunta. Cuando se trata de elegir pareja para casarse, la gente suele reaccionar simplemente basándose en las emociones. Y muchas veces no consideran con seriedad las consecuencias a largo plazo de esa decisión en un matrimonio entre un cristiano y un ateo.
Parece obvio que tú y tu novia tienen una amistad fuerte. Disfrutan de la compañía del otro y tienen personalidades muy compatibles. Esos son ingredientes importantes cuando se trata de construir una relación duradera y sentar una base firme para un matrimonio exitoso. Pero, en una situación como la tuya, sigue siendo importante reflexionar las cosas con mayor profundidad.
¿Por qué lo decimos? Porque, en última instancia, el reto que tienes por delante va mucho más allá de una simple “diferencia de opiniones religiosas”. No se trata solo de estar dispuesto a “tolerar” las creencias de otra persona. Es una cuestión de visiones del mundo dramáticamente contrastantes. Y cuando las visiones del mundo chocan, los resultados pueden ser devastadores para una relación matrimonial entre un cristiano y un ateo.
Este es el por qué. El matrimonio es una sociedad. Es un acuerdo dentro del cual los cónyuges tienen que aprender a cooperar, trabajar juntos y llegar a acuerdos mutuamente satisfactorios. Y esto es algo que se repite casi diariamente y en respuesta a una amplia variedad de problemas prácticos. Cuando dos personas operan desde cosmovisiones distintas, no pueden evitar abordar esos problemas y decisiones desde dos ángulos muy diferentes.
Quizás no creas que se trata de un problema grave, y es comprensible. Como ateo, asumes que no existe una autoridad superior; ningún punto de referencia sobrenatural. Para ti, la vida se trata simplemente de lo que “funciona”. Pero tu novia cristiana tiene una perspectiva muy diferente. Ella vive su vida a la luz de una norma trascendente de valores morales y espirituales. Sus objetivos no son meramente de naturaleza pragmática. En última instancia, su objetivo no es simplemente complacerte o satisfacer sus propios deseos. Más bien, quiere honrar a su Señor y Salvador. Si tú consideras que sus intenciones no son más que tonterías supersticiosas, casi podemos garantizar que eventualmente llegarán a un punto muerto. Existe un peligro real de desconexión emocional entre ustedes dos con el paso del tiempo.
Es fácil pasar por alto todo esto ahora. Pero si tú y tu novia se casan, es muy probable que el potencial de conflicto solo aumente con el tiempo. Un matrimonio entre un cristiano y un ateo puede enfrentar desafíos significativos. Por ejemplo, cuando se trata de la crianza de los hijos, dar el diezmo a una iglesia o afrontar enfermedades graves y la muerte, es probable que ella tenga un enfoque muy diferente al tuyo. Es por eso que el apóstol Pablo aconseja a los cristianos que “no formen alianza con los incrédulos” (2 Corintios 6:14 NVI). Las decisiones de la vida ya son bastante difíciles cuando dos personas comparten el mismo sistema de creencias. Pero la situación puede volverse intolerablemente difícil cuando sus visiones del mundo son diametralmente opuestas.
Un último pensamiento antes de cerrar. Somos un ministerio evangélico y estamos comprometidos con una cosmovisión bíblica. Creemos que el matrimonio y la familia son buenos, positivos y beneficiosos en sí mismos. Pero también estamos convencidos de que solo pueden alcanzar su máximo potencial «en Cristo». Lo mismo puede decirse de todos los aspectos de la vida humana. No nos disculparemos por hacer tal afirmación.
A nuestro modo de ver, la calidad de la vida humana en su conjunto, y eso incluye la vida familiar, ha sido afectada como resultado del pecado y la caída de la humanidad. La familia, como cualquier otro aspecto de la existencia humana, necesita ser redimida. Jesucristo, el Divino Redentor, ha venido ante todo para reconciliarnos con Dios y conducirnos al cielo. Pero también quiere darnos relaciones más ricas y plenas unos con otros aquí en el mundo presente.
Como dijo: “Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia” (Juan 10:10b NVI).
En pocas palabras: antes de dar un paso más en esta relación, te recomendamos a ti y a tu novia que busquen el consejo experto de un tercero que sea objetivo. Siéntense con el pastor de su iglesia. Tengan una conversación seria sobre cómo imaginan su vida juntos y cómo abordarán los problemas de la vida. Busquen los servicios de un consejero matrimonial y familiar capacitado y autorizado que pueda ayudarlos a tener una idea más clara del panorama general.
Si se encuentran en los Estados Unidos, pueden comunicarse con nuestro departamento de Consejería para una consulta telefónica gratuita. Ellos estarán encantados de hablar con ustedes y pueden referirlos a terapeutas entrenados en su área. Si se encuentran fuera de los Estados Unidos, les recomendamos agendar una cita con un especialista cristiano en su país.
El PROPÓSITO DE SU MATRIMONIO
Sixto Porras y su hijo Esteban conversan sobre el propósito de Dios para el matrimonio y cómo esto puede cambiar la forma en que mira su relación de ahora en adelante.
© 2011 Focus on the Family. Publicado originalmente en inglés en focusonthefamily.com.
