En gran parte de los países europeos y muchos de los de América Latina, se debate en la actualidad acerca de dos temas sociales y demográficos de carácter estratégico: El envejecimiento de la población y el descenso de la natalidad.
Por ejemplo en Costa Rica, la tasa de natalidad está en 1.7, mientras que la tasa de reemplazo generacional es de 2.1 hijos por mujer. Esto hará que este país centroamericano tenga una población similar o crecerá un poco hasta el año 2040, pero a partir de esa fecha se empezará a reducir.
Por su parte, los adultos mayores de 65 años cada vez aumentan más. Un dato interesante en este país, por ejemplo, es que se registraban 200 personas de 100 años a principios de siglo, pero se proyecta que serán 55000 personas a finales de siglo.
La proyección que se hace es que 1 de cada 3 personas serán adultos mayores antes de que finalice el siglo. En la actualidad las personas mayores de 65 años representan el 9%, pero serán el 39% en el 2100.
Una excelente noticia para este país es que la Esperanza de Vida actual es de 80 años en promedio en mujeres y 75 años en hombres. Pero en el 2100 se prevé que pase a 93 años en mujeres y 88 años en hombres.
Pero estos son solo algunos datos que describen los cambios que experimentan las sociedades a partir de la combinación de dos comportamientos demográficos: la baja de la natalidad y el envejecimiento de la población. Un ejemplo cuantitativo de algo que también está ocurriendo a nivel cualitativo en las dinámicas familiares y sociales.
En efecto, los abuelos del siglo XXI pueden asemejarse en muchos aspectos a los abuelos de otros tiempos; pero, a la vez, suelen poseer características muy distintas y propias de esta época.
Aunque en los países de la región todavía pudiese prevalecer la figura de los abuelos de edades avanzadas, cabello cano, piel surcada por la experiencia, el trabajo y el conocimiento, de espíritu sereno y andar lento, lo cierto es que cada vez más se incorporan al grupo de adultos mayores abuelitos y abuelitas con muchísima vitalidad, vigentes en actividades laborales tanto físicas como intelectuales, con agendas ocupadas, llenos de energía y buena salud.
Los abuelos del siglo XXI no son personas caducas, descartadas, sin desafíos ni metas por alcanzar.
Son personas que se mantienen activas, ya sea porque aún conservan sus trabajos formales o porque su jubilación, sin embargo, no significa necesariamente un descenso de su ritmo de actividad e interés.
Los abuelos actuales poseen una esperanza de vida mayor, son más saludables y activos. Los adelantos médicos, la alimentación y el ejercicio hacen que las personas mayores cuenten con una mejor calidad de vida.
Los abuelos disfrutan ciertamente el tiempo compartido con sus nietos. Pero en la actualidad el tiempo dispuesto para el eventual cuido de los menores por parte de los abuelos debe ser conciliado con el tiempo que los abuelos dedican a actividades personales y sociales. Es decir, los abuelos también son personas ocupadas.
Hoy, gran número de personas mayores se incorporan cada vez más al mundo de la tecnología. Aprenden a usar los diversos dispositivos, interactúan en las redes sociales, se comunican por celulares y tablets, y hasta aprenden a usar videojuegos. Estos abuelos no solo comparten con sus nietos los momentos de convivencia personal, sino que, además, se conectan con ellos por medio de estos dispositivos cuando no están presentes.
Los contactos ínter-generacionales ahora son más abundantes porque en los entornos familiares y sociales cohabitan con más frecuencia abuelos, hijos y nietos. Este contacto posibilita una mayor oportunidad de diálogo y de entendimiento.
En un estudio multi-disciplinario a cargo del profesor español Carlos Lasarte Álvarez, titulado “La protección de las personas mayores”, se recopila gran cantidad de trabajos muy relevantes y actuales sobre la autonomía personal, las limitaciones en las actividades de la vida diaria y la noción de dependencia como derecho de ciudadanía.Todos estos tópicos son fundamentales para comprender y avanzar en cuanto a los derechos de protección de las personas mayores.
Sin embargo, paralelamente al aumento de las personas de mayor edad, también crece el número de las personas mayores activas, con plenas capacidades físicas y cognoscitivas, y que se mantienen en diversas ocupaciones, aportando mucho a los ámbitos donde se desenvuelven, sea el laboral, el comunitario o el familiar.
Los abuelos del siglo XXI no son personas desplazadas o marginadas de la sociedad y la familia, son personas que requieren de un pleno reconocimiento de sus derechos. Lejos de estorbar y constituirse en cargas para sus hogares, son altamente valiosas por sus aportes pasados, presentes y futuros.
Los abuelos del siglo XXI siempre serán esas personas especiales que cuidan, atienden, orientan, aconsejan y consienten a sus nietos. No sustituyen la labor de crianza ni las responsabilidades que les corresponden a los padres y madres, pero son un soporte emocional, afectivo y espiritual indispensable para los menores.
La experiencia, el conocimiento y la sabiduría de los abuelos siempre estará a disposición de sus nietos. Porque para los abuelos, de todos los tiempos, el compartir con sus nietos es ante todo un disfrute.
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