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niño pensativo

Definiendo el Abuso Infantil

Los niños tienen un corazón abierto y están dispuestos a recibir la verdad y el amor de quienes los cuidan. Jesús dijo: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos”. (Mateo 18: 3 NVI). Un corazón abierto significa que también son vulnerables a ser lastimados o abusados. Abril es el Mes de la Protección Infantil, y queremos examinar las formas en que nuestras iglesias pueden hacer su mejor esfuerzo para garantizar que los niños puedan ser protegidos de quienes quieran dañarlos. En este artículo, veremos cómo podemos proteger a los niños y jóvenes de dos maneras. Primero, entendiendo el abuso y la negligencia y aprendiendo cómo responder a ellos. En segundo lugar, creando entornos en los hogares y en nuestras iglesias que promuevan el amor y la crianza que refleja el corazón de Dios.

La legislación federal de los Estados Unidos define el abuso y la negligencia infantil como “cualquier acto reciente o falta de acción por parte de los padres o cuidadores que resulta en la muerte, daños físicos o emocionales graves, abuso sexual o explotación (incluido el abuso sexual), o un acto o falta de acción que presenta un riesgo inminente de daño grave” (CWIG). Como personas creadas a imagen de un Padre amoroso, nuestros corazones se quebrantan por estos actos. Es de suma importancia que cada uno de nosotros, como hijos de Dios, estemos dispuestos, y podamos interceder en nombre de los más vulnerables en medio de nosotros.

Imagen del salmo 103:13 NVI

Contenido

Niña triste siendo regañada por un adulto

El amor de los padres hacia los hijos parece la más natural de las respuestas humanas. Dios nos dice que Él es nuestro Padre amoroso que nos protege y suple nuestras necesidades. Como estamos hechos a su imagen, esperamos que su amor fluya hacia todos los niños, a través de las madres y los padres. Desafortunadamente, como criaturas caídas que somos, esto no siempre es lo que sucede.

Hay muchas razones por las que los padres no cuidan a sus hijos según la verdad y el amor. La negligencia infantil a menudo ocurre como resultado de la pobreza, enfermedades mentales, o adicciones que afectan la capacidad de los padres para responder a las necesidades de un niño. Las causas del abuso infantil son más complejas. A continuación, se incluyen algunos factores que pueden provocar abuso físico o emocional:

Experiencias de la infancia

Algunos padres que abusan de sus hijos han sido víctimas de abuso o han crecido en hogares donde ocurrían abusos. Eso no significa que toda persona que viene de un hogar abusivo se convertirá en un abusador. Muchos adultos que han tenido esas experiencias en la infancia se convierten en defensores de los abusados, o buscan brindarles el amor y el apoyo que no encontraron en sus propios hogares. Otros padres, aunque nunca fueron abusados, crecieron en hogares donde nunca experimentaron relaciones saludables entre padres e hijos. Como resultado, no saben cómo cuidar a sus propios hijos.

Problemas de salud física y mental

La depresión, ansiedad, y trastornos de estrés postraumático se encuentran entre los muchos problemas emocionales que pueden afectar la capacidad de los padres para responder a los niños de manera adecuada. Las enfermedades físicas también pueden agravar los problemas que muchas veces conducen al abuso.

Adicciones

Las adicciones de todo tipo como el alcohol, las drogas, el sexo, u otros, pueden llevar a los padres a dañar a sus hijos, ya sea de forma intencional o involuntariamente.

Crisis familiares

En algunas ocasiones, los acontecimientos negativos e inesperados pueden conducir al abuso. El divorcio, el desempleo y los problemas financieros, por ejemplo, pueden causar un nivel de estrés en los padres que afecte su capacidad de decisión y provoque resultados dañinos en los niños.

Necesidades abrumadoras de niños especiales

Las necesidades físicas o psicológicas especiales de algunos niños pueden abrumar a los padres. Especialmente si no existe un sistema de apoyo en la familia extendida, la iglesia, o la comunidad. Hacer frente a estos problemas también puede llevar a los padres a tensiones financieras, adicciones o dificultades para enfrentar sus propios problemas emocionales. Estos pueden provocar un entorno familiar inestable o incluso a un divorcio.

Nunca asuma

Hay muchos otros factores que contribuyen al abuso y la negligencia. Si bien es esencial reconocer que estos factores pueden conducir al abuso, nunca debemos asumir que una persona abusada se convertirá en un abusador. Esto es especialmente cierto en el caso de los padres que experimentaron abuso en la niñez. Algunas organizaciones han etiquetado a quienes han experimentado abuso infantil como “abusadores en potencia”, lo que puede revictimizar a quienes fueron víctimas en su infancia.

“Miren que no menosprecien a uno de estos pequeños. Porque les digo que en el cielo los ángeles de ellos contemplan siempre el rostro de mi Padre celestial”.

Mateo 18:10 (NVI)

Persona triste tomada de unas rejas

El deseo de Dios es que todos los niños sean protegidos. Aun cuando sus ángeles los cuidan, sabemos que en los hogares ocurren muchos tipos de abuso y negligencia. No hay distinción de clases. Ya sean familias con mayor o menor acceso a recursos económicos, educación o atributos físicos más o menos favorables; ningún grupo es inmune al maltrato infantil. La verdad es que la mayor parte del abuso infantil ocurre dentro del hogar de la víctima. En la iglesia podemos tomar tres acciones específicas: 1) Reconocer los factores de riesgo, 2) Entender las señales, 3) Responder buscando el bienestar del niño, y al mismo tiempo, ministrar a toda la unidad familiar.

El abuso se da, incluso, dentro de la comunidad de la iglesia. Un viejo dicho dice que la iglesia es un “hospital para pecadores, y no un museo para santos”. Todos luchamos en diferentes áreas y de diferentes maneras. Algunos de los “santos” en nuestras iglesias enfrentan dificultades con la paternidad hasta el punto de tornarse abusivos o negligentes. Nuestras iglesias deben tener las puertas abiertas. Queremos invitar a las personas a que puedan llegar a conocer y seguir a Jesús en nuestras congregaciones. Si bien necesitamos seleccionar cuidadosamente a los líderes, nuestras puertas están abiertas a una amplia comunidad de personas de las que, a veces, conocemos poco o nada. La iglesia no debe ser un club selecto, donde escogemos cuidadosamente a aquellos con quienes queremos tener comunión. En cambio, los fuertes se unen a los débiles; los sanos, a nivel emocional, con los que necesitan sanidad. Todos somos pecadores, pero también estamos en diferentes etapas y capacidades de vida.

Hay muchos indicadores de abuso o negligencia en los hogares. Puede encontrar toda una serie de recursos aquí. Pero para una descripción más generalizada, aquí presentamos algunas señales de advertencia básicas tomadas del sitio web de la Guía de Ayuda:

Señales de advertencia de abuso emocional

El niño puede:

      • Ser excesivamente retraído, temeroso, o ansioso por hacer algo mal.
      • Mostrar comportamientos extremos (extremadamente dócil, exigente, pasivo, agresivo).
      • No mostrar apego a los padres o cuidadores.
      • Comportarse inapropiadamente como un adulto (cuidar a otros niños), o de forma infantil (chuparse el dedo, hacer rabietas).

Señales de advertencia de abuso físico

El niño puede:

      • Tener lesiones frecuentes, contusiones, moretones, o cortadas inexplicables. Sus lesiones pueden parecer tener un patrón, como las marcas de una mano o un cinturón.
      • Estar siempre atento y “alerta”, como si esperara que suceda algo malo.
      • Evitar el contacto físico, asustarse ante movimientos repentinos, o parecer tener miedo de irse a casa.
      • Usar ropa inapropiada para cubrir las lesiones, como camisas de manga larga en días calurosos.

Señales de advertencia de negligencia infantil

El niño puede:

      • Usar ropa que no le quede bien, que esté sucia o inadecuada para el clima.
      • Mostrar constantemente una mala higiene (Falta de baño, cabello enredado y sucio, fuerte olor corporal).
      • Tener enfermedades y lesiones físicas no tratadas.
      • Estar frecuentemente sin supervisión, solo o jugando en situaciones peligrosas.
      • Llegar tarde o faltar a la escuela con frecuencia.

Señales de advertencia de abuso sexual en niños

El niño puede:

      • Tener problemas para caminar o sentarse.
      • Demostrar conocimiento de actos sexuales inapropiados para su edad, o incluso exhibir un comportamiento provocativo.
      • Hacer grandes esfuerzos para evitar a una persona específica, sin una razón aparente.
      • No querer cambiarse de ropa delante de los demás ni participar en actividades físicas.
      • Padecer una enfermedad de transmisión sexual, o tener un embarazo, especialmente si es menor de 14 años.
      • Intentar huir de casa.

Este tipo de abuso puede ocurrir en una variedad de entornos. Si bien la mayoría de los abusos ocurren en los hogares, todos hemos leído historias de abusos que ocurren en otros lugares. Lugares como escuelas, grupos de exploradores (Scouts), deportes y una variedad de otras actividades juveniles. Como Iglesia, debemos poder brindar ayuda a los niños vulnerables que Dios ha puesto bajo nuestro cuidado. Ya sea manteniendo ambientes seguros en nuestras iglesias, o identificando situaciones en las que se ha abusado de jóvenes en otros entornos. Una vez que lo hemos identificado, debemos preguntarnos: ¿Qué hacemos cuando sospechamos que puede haber ocurrido un abus

Niño angustiado al teléfono

Después de la universidad, comencé a trabajar con adolescentes con “Juventud para Cristo” en Long Island, NY. Me enseñaron a establecer relaciones con los chicos, a compartir el Evangelio y a organizar reuniones. Pero ignoraba por completo acerca del abuso infantil. Mientras crecía, conocí a chicos que eran “fuertemente corregidos” por sus padres. Pero, en ese momento, no reconocía eso como abuso. No tomó mucho tiempo para enfrentarme a la dura realidad.

Una de las chicas de nuestro club me contó sobre el abuso por parte de su padrastro. Le dije que necesitaba buscar ayuda. Hablé con otros padres de la comunidad, pero nadie parecía saber qué hacer o querer involucrarse. El sistema de Servicios de Protección Infantil tenía poco más de una década de desarrollo en Estados Unidos. Yo no sabía nada sobre las líneas telefónicas de apoyo, o las formas de reportar el abuso. Pronto me di cuenta de que era yo quien debía haber llamado para pedir ayuda.

Causa razonable

Un par de años más tarde, comencé a trabajar con la, en ese entonces, recientemente creada división de mentoría del ministerio, “Long Island Youth Mentoring”. El ministerio se centró en trabajar con jóvenes en situaciones de alto riesgo. Trabajamos mano a mano con los Servicios de Protección Infantil para traer adultos cristianos fieles a la causa, e involucrarlos en las vidas de chicos que fueron abandonados y abusados. Nuestro equipo también necesitaba capacitar a cientos de mentores sobre cómo reconocer y responder al abuso. Teníamos que crear una solución sencilla.

Primeramente, existe la responsabilidad legal de reportar cualquier “causa razonable” de sospecha de abuso. Una causa razonable es lo que cualquier persona razonable podría discernir a partir de su conocimiento de la situación. Les pedimos a los mentores que contactaran primero con nosotros si sospechaban de una situación de abuso. Nosotros obteníamos la información necesaria: ¿Qué sucedió?, ¿cuándo sucedió?, ¿quién cometió el abuso? y ¿cómo comunicarse con la víctima y el abusador? Inmediatamente después, nos poníamos en contacto con los servicios de protección para reportar el incidente.

Creer, afirmar, decir

Si un niño revelaba su historia de abuso al mentor, le pedíamos al mentor que aplicara el “CAD”. CAD es un acrónimo de:

Crea:

Confíe en lo que el niño le ha dicho. Muchas personas todavía se resisten a creerle a un niño cuando cuenta sobre un abuso. Una razón para esta resistencia es que el comportamiento de algunos niños que son abusados puede dar a los adultos la impresión de que no se puede confiar en su palabra. Este comportamiento puede ser parte del trauma que los afecta física y emocionalmente.

Otra razón puede ser la relación de la persona con los padres o con el presunto abusador. Esto puede hacer que al adulto le cueste creer que la persona sea capaz de tal acto. Si bien, algunas pocas veces, los niños pueden mentir acerca del abuso, es absolutamente esencial que les creamos, incluso si tenemos dudas. Necesitamos dejar la decisión sobre la veracidad de la historia a profesionales capacitados para realizar ese tipo de análisis.

Afirme:

Exprese claramente su preocupación por el joven o el niño. Necesita saber que usted se interesa por lo que vive, y que le va a proveer acompañamiento en la medida de lo posible. Aun así, nunca prometa que podrá sacarlo de la situación en la que está. No hay garantía de que reportar el abuso a los servicios de protección hará alguna diferencia a corto o largo plazo. La única promesa que usted puede hacer es que brindará todo el apoyo posible, y reportará el asunto a alguien que pueda brindar la ayuda adecuada.

Denuncie:

Reporte la situación de abuso a la autoridad correspondiente. Los voluntarios, a menudo, se sienten intimidados por el proceso de reportar estas situaciones. Nosotros les pedíamos que nos compartieran sobre el tema, para poder hacer la denuncia juntos, y así proveer a las autoridades con la mejor y mayor cantidad de información posible. También hacíamos denuncias en una línea directa de denuncia obligatoria, que daba más credibilidad al reporte que utilizar una línea de denuncia anónima.

Un rol clave

Un rol clave que toda iglesia necesita es el de una persona, o equipo, que esté a cargo de manejar los casos en los que hay sospecha de abuso. Esa persona debe estar capacitada para denunciar el abuso y apoyar al niño. Todos los miembros de la iglesia deben tener claro que esta es la persona a quien deben acudir en caso de sospechar o confirmar un abuso. Mediante el uso de una línea directa de denuncia obligatoria, esta persona también puede mantener un seguimiento con los servicios de protección sobre el estado de la denuncia.

Objeciones a presentar una denuncia

Estas son algunas de las objeciones que las personas presentan a la hora de denunciar un abuso:

“¿Si hago una denuncia, podría perjudicar aún más al niño por una actitud de enojo o venganza del padre o cuidador?”

Las autoridades se comunicarán con los padres para investigar el abuso. Si creen que el niño está en peligro, lo sacarán de la casa hasta que sea seguro que regrese a su hogar. Si se confirma la denuncia, y las autoridades deciden dejar al niño en el hogar, habrá seguimiento y control de la salud del niño y del comportamiento del abusador.

“La mayor parte del tiempo, los servicios de protección no ayudan en esta situación”.

Este es un pensamiento frecuente en muchos lugares. En los Estados Unidos, por ejemplo, el personal de los servicios de protección está recargado de trabajo y carece de una remuneración adecuada para uno de los trabajos más duros en el país. Además, enfrentan limitaciones en lo que pueden hacer para ayudar en una situación particular. A pesar de estos problemas, al menos son capaces de brindar recursos a los niños y padres que de otro modo no podrían obtener por ellos mismos. E incluso, en casos extremos, pueden sacar al niño del hogar.

“¿Y si los padres retiran al niño de nuestro programa por causa de la denuncia?”

Los servicios de protección no revelan a los padres de dónde vienen las denuncias. Aun así, los padres pueden adivinar con frecuencia de donde vino el reporte. He denunciado abusos muchas veces, y los presuntos abusadores nunca sacaron al niño de nuestros programas. Principalmente por el hecho de que yo tomé el tiempo para informarles que nuestra agencia hizo la denuncia y el porqué tomamos esa decisión. Así mismo, les comunicamos que ayudaríamos a los padres, y al niño en cualquier forma que necesitaran.

Se necesita ayuda a largo plazo

Eventualmente, las víctimas de abuso sufren trastornos de estrés postraumático, que, de no ser tratados, causarán un daño duradero que puede alcanzar a la siguiente generación. Necesitan ayuda profesional, así como el apoyo constante de sus hermanos en la fe, para sostenerlos en oración y apoyarlos en los tiempos difíciles que vendrán. Si bien, las actividades normales de la iglesia son parte del apoyo esencial, estas no son suficientes, especialmente si los líderes no están preparados para ministrar adecuadamente al niño. Los niños y jóvenes necesitarán el apoyo de mentores cuidadosamente capacitados, y respaldados por la comunidad, que puedan trabajar en cooperación con los profesionales de la salud involucrados en el proceso.

…si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí…”

Mateo 18: 6 (NVI)

Niños en un salón

Sería maravilloso que los niños siempre estuvieran a salvo en la iglesia y nadie nunca hiciera “…tropezar a uno de estos pequeñitos”, pero todos hemos visto o leído que este no siempre es el caso. Así que ¿qué podemos hacer para prevenir que algo malo les suceda? La respuesta que escuchamos a menudo es la “revisión de antecedentes”. Y aunque esto es importante, puede ser el paso menos efectivo en cuanto a la seguridad del niño.

Prácticas básicas

La seguridad comienza teniendo como base la oración, y se sostiene siguiendo prácticas básicas en la organización de los voluntarios. Toda organización exitosa, ya sea de negocios, sin fines de lucro, o de voluntarios, sabe que su calidad depende de las personas que trabajan en ella. Con esto en mente, seleccionan cuidadosamente a las personas a través de un proceso que incluye reclutamiento, perfiles, entrenamiento, supervisión y evaluación. Sin estos pasos básicos no podemos estar seguros de que nuestros niños estarán a salvo.

“¡Espere un minuto!”. Puedo entender que algunas personas reaccionen a este comentario diciendo: “¡Confiamos en nuestra gente! Los conocemos. Ellos nunca le harían daño a un niño”. He escuchado esto muchas veces.

El daño involuntario puede ocurrir

Es cierto que hay personas que trabajan incansablemente ministrando en la iglesia. Son personas fieles y sabias en las que se puede confiar. Déjeme hacer tres observaciones acerca de estos trabajadores:

        1. No hay suficientes personas como ellos en la mayoría de las iglesias. Necesitamos aprender cómo reclutar, seleccionar, entrenar y supervisar a otras personas en la iglesia, para que puedan desarrollarse en líderes en los que podamos confiar. Esto fue lo que hizo Jesús con sus discípulos. Él tomó hombres y mujeres sin experiencia y los convirtió en las personas que transformaron al mundo.
        2. Incluso las personas leales pueden llegar a ser aún mejores con entrenamiento y supervisión. Las personas indicadas que deberían estar involucradas con nuestros niños son aquellas que reconocen su necesidad de aprender y crecer.
        3. Algunas veces las personas en las que confiamos se pueden desviar. En raras ocasiones, algunos comienzan con malas motivaciones que no podemos ver.

Permítame explicarme sobre el último punto. He visto mucha gente respetable, como pastores, ancianos, líderes de jóvenes y maestros de escuela dominical, herir a los niños, la mayoría del tiempo involuntariamente, pero muy frecuentemente de forma intencional. El daño involuntario puede ocurrir cuando los líderes bien intencionados hieren a los niños, usualmente de forma emocional o espiritual. Esto es a menudo por una falta de conocimiento de las Escrituras, del desarrollo del niño, o de las necesidades de las personas bajo su cuidado.

Lo positivo y lo negativo

Aunque he escuchado un número increíble de historias de líderes de iglesia que han impactado positivamente las vidas de los jóvenes, también he escuchado historias de adultos que han tenido miedo debido a las palabras y acciones del clérigo, maestros de escuela dominical y ministros de jóvenes que no estaban preparados ni emocional ni espiritualmente para sus roles. Las consecuencias de estas acciones han alejado a menudo a las personas de su fe o inhibido su deseo de involucrarse profundamente en la iglesia.

Pero también hay personas que intencionalmente lastiman a los niños. En las décadas de los 80 y 90, entrené y equipé a iglesias en políticas y procedimientos de seguridad en la iglesia. Muchos de estos entrenamientos fueron una respuesta “a posteriori” a un abuso ocurrido en la iglesia. Los protocolos que les enseñé a estas iglesias fueron basados en el trabajo que realicé con ministerios de mentoría durante las últimas cuatro décadas; estos ministerios emparejaban a niños y jóvenes con adultos en relaciones de mentoría de uno a uno. La mentoría es el ministerio de mayor riesgo para involucrar a niños. Pero cuando se hace correctamente, ¡también es uno de los más seguros! ¿Por qué? La seguridad es producto de buenas prácticas mencionadas previamente: reclutamiento, selección, entrenamiento, supervisión y evaluación. Estas son tareas simples que cada iglesia puede hacer. También demandan trabajo duro, compromiso y consistencia.

En los programas de mentoría con los que he trabajado o entrenado y que siguen estas buenas prácticas, no ha habido una acusación de abuso reportada. Por el otro lado, como a menudo estábamos trabajando con jóvenes que vivían en familias de alto riesgo, muchos niños fueron rescatados de situaciones abusivas y de negligencia por la diligencia de los mentores voluntarios, que fueron entrenados en cómo reconocer y responder a estos problemas.

Dos ejemplos

No me gusta asustar a las personas con historias de terror, pero aquí hay dos ejemplos que pueden tener varias enseñanzas.

Diácono principal

El diácono principal de una iglesia suburbana bastante grande era muy respetado por su trabajo con la juventud. Todos confiaban en él para que fuera a los retiros con los jóvenes y para que aconsejara tanto a niños como a adultos jóvenes. Hubo algunos asuntos incómodos de fondo cuando un par de jóvenes reportaron problemas, pero nadie les creyó porque confiaban en el liderazgo de él. El asunto explotó finalmente cuando los niños se hicieron adultos y fueron a terapia para sanar su trauma y comenzaron a hablar con otros. Finalmente se descubrió que, posiblemente, este hombre había abusado sexualmente a más de cien niños y niñas.

¿Cómo respondió la iglesia? Finalmente lo quitaron del liderazgo y él dejó la iglesia. No se reportó nada a las autoridades. Me llamaron para que me ocupara de la situación después de que una de las víctimas me pidiera que interviniera porque ese antiguo diácono ahora estaba conduciendo un bus escolar en el pueblo. En muchos sentidos, esta historia es similar a los casos de escándalo por abusos en la iglesia católica: se encubren y se permite que el abuso suceda en otro lugar.

Líder de jóvenes

Esta es una historia más típica: Una líder de jóvenes en una iglesia rural pequeña era muy respetada por su incansable compromiso y creatividad con los adolescentes. Ella era una especie de “Flautista de Hamelín” con el carisma para atraer jóvenes que a menudo no calzaban en sus círculos sociales, y tener la habilidad para ganarse la confianza de los padres. El grupo de jóvenes era pequeño, pero había un grupo dedicado de chicos que asistían a retiros, grupos pequeños de estudio e iban con ella para consejería individual. Ella también estaba involucrada sexualmente con sus estudiantes. Un adulto descubrió el engaño y lo reportó a los líderes. Ella fue despedida, pero no se hizo ningún reporte a las autoridades.

Los resultados de estas historias habrían sido muy diferentes si las iglesias supieran cómo proteger a los niños y actuaran en consecuencia. La buena noticia es que muchas iglesias han implementado estas prácticas.

Adultos preocupados hablando en un junta de padres

El Señor es quien te cuida, el Señor es tu sombra protectora. De día el sol no te hará daño, ni la luna de noche”.

Salmo 121:5-6 (NVI)

El Señor nos cuida, y nosotros, a su vez, estamos llamados a cuidar de otros. Las buenas prácticas basadas en evidencia son clave en este proceso. ¿Cómo pueden las buenas prácticas ayudar a evitar el abuso? Lo primero es comenzar por la forma en la que se recluta. Con demasiada frecuencia, las iglesias se limitan a buscar a alguien para que asuma funciones que necesitan ser cubiertas, a menudo sin ser diligentes a la hora de discernir su preparación para los puestos. Con frecuencia escuchará anuncios en la iglesia de este tipo: “Necesitamos a alguien para liderar a los jóvenes de la escuela dominical. No tenemos a nadie en este momento y necesitamos a alguien pronto.” He visto gente comenzar a liderar programas a los pocos minutos de un anuncio.

Reclutamiento

El reclutamiento debe ser enfocado. Usted tiene que ser capaz de responder estas preguntas: ¿Qué implica la tarea? ¿Qué habilidades son necesarias? ¿Podemos entrenarlos adecuadamente? ¿Qué tipo de persona prosperará en el rol de traer la luz de Cristo y la verdad del evangelio a nuestros niños?

Selección

Una vez que usted recluta, todos necesitan pasar por un proceso de selección; todos sin excepción. Antes de comprometerme con una congregación para un entrenamiento sobre iglesias seguras, tenía un prerrequisito. Los pastores tenían que ser primero minuciosamente seleccionados . Eso significaba una aplicación, referencias, entrevista y una verificación de antecedentes. Si el pastor era el primero en ser incluido en el proceso, nadie más se atrevería a quejarse. Pero si el pastor se rehusaba, sería fácil tener que dejar que otros se escabulleran del proceso.

Entrenamiento

El entrenamiento es esencial. Esto debería ser obvio. Todo buen empleador comienza su grupo de trabajo con entrenamiento. La iglesia debería mostrar el mismo compromiso de excelencia con el que los propietarios de negocios intentan construir un buen nombre para sus compañías. ¿Qué entrenamiento es necesario?  Depende del rol, pero algunas cosas son básicas: la misión, visión y valores de la iglesia deben ser el punto de partida. Lo siguiente deben ser las expectativas del grupo de liderazgo. La seguridad de los niños siempre debe estar en la agenda. A esto le sigue la instrucción de cómo cumplir los objetivos de la posición. Después de que alguien es seleccionado y entrenado, un equipo de personas debe decidir si el candidato debe servir y qué posición se adaptaría a sus habilidades y dones. Una regla importante es que un equipo debe tomar esta decisión. No es algo que deba ser decidido por una sola persona.

Supervisión y evaluación

Todo lo anterior es solo preparación para comenzar el ministerio. La supervisión y las evaluaciones son las piedras angulares para asegurar la calidad y la seguridad. Estas tareas son las que más dedicación requieren. Usted podría seguir fielmente las prácticas anteriormente mencionadas, pero todo podría ser en vano a menos de que haya supervisión diligente sobre la persona, seguida de evaluaciones periódicas. Esto no tiene que ser un proceso formal, pero se deben tomar notas, compartirlas con el líder y registrarlas para asegurar consistencia en la supervisión y la responsabilidad.

Asegurando la Excelencia en los ministerios

Lo que acabo de describir demanda mucho trabajo, pero la recompensa es enorme. Además de tomar las precauciones necesarias para mantener a los chicos seguros, usted está asegurando la excelencia en sus ministerios de una forma que honrará al Señor y creará un ambiente donde su gente pueda convertirse en discípulos leales de por vida. Conseguir que las mejores personas ocupen los puestos adecuados construye el reino de Dios.

Sé que aún hay varios obstáculos importantes para implementar estas mejores prácticas. Aquí hay algunos:

“NO SABEMOS CÓMO COMENZAR. “

Esta tarea puede parecer abrumadora tanto en las pequeñas como en las grandes iglesias. Comience por conformar un equipo de corto plazo que establezca políticas y procedimientos. Algunos de estos recursos son gratis en línea: aplicaciones y referencias. También hay ejemplos de preguntas para entrevistas que están disponibles en línea, pero estas requieren ser editadas para calzar con la cultura de su iglesia, objetivos y comunidad. Hay muchas opciones de verificación de antecedentes disponibles. También hay servicios en línea que ayudan a agilizar y organizar el proceso.[2]

DESESPERACIÓN “NECESITO A ALGUIEN QUE ENSEÑE A LOS DE TERCER GRADO.”

Reemplace “los de tercer grado” por cualquier faltante que haya en su equipo en algún momento. La respuesta corta al problema de la desesperación es dejar a los niños o adolescentes sentarse con sus padres hasta que una persona calificada esté disponible. La respuesta larga es construir cuidadosamente un sistema en donde usted no solo tenga a las personas adecuadas en los roles, sino también planes de sucesión para que todos puedan tener reemplazo para corto plazo: “nuestros maestros de secundaria hoy están enfermos” y para largo plazo: “nuestro coordinador de cuidado infantil se mudará fuera de la ciudad el próximo mes.”

¿QUIÉN VA A DIRIGIR ESTO?

Una de las tareas del equipo a corto plazo es encontrar a alguien que pueda administrar el proceso junto con otra persona que le ayude y eventualmente cubra ese rol. Lo que es un hecho es que cada iglesia necesita un departamento de “Recursos Humanos”: alguien que gestione el proceso de voluntariado. A menudo esta es la responsabilidad del pastor de jóvenes o asociado. Otra recompensa es que, con un proceso bien dirigido, lo más probable es que usted tendrá personas calificadas y evitará la “desesperación”.

 

En mi trabajo con la Asociación Cristiana de Mentoría para Jóvenes, hemos llevado a muchas iglesias y organizaciones sin fines de lucro, a través de los pasos para la implementación de las mejores prácticas para mentorías seguras, efectivas y sustentables. Algunas iglesias y organizaciones han tomado estos principios y los han aplicado a todas las demás áreas del ministerio de la iglesia, ya sea el ministerio de adultos, el mantenimiento de la iglesia o el cuidado de los ancianos. Estas prácticas básicas son aplicables en cada ministerio y tienen la habilidad de mejorar la calidad y eficiencia de su trabajo.

Persona en una ventana

Ministrando al abusador

El último tema por cubrir es la atención al abusador. Aunque la prioridad principal es cuidar a la víctima, el abusador, ya sea un miembro de la familia o alguien más, también necesita ser ministrado. Si está dispuesto a recibirla, la iglesia puede traer sanidad al padre, lo que finalmente proveerá un hogar más saludable para el niño. En cualquier tipo de abuso, el padre se convertirá en una persona indeseable para la comunidad. La iglesia necesita ser capaz de restaurar a esa persona de un modo que cambie su comportamiento y encienda una fe y un caminar con Cristo.

¿Cómo se puede involucrar a un abusador en la iglesia de manera segura? Esto no es fácil, especialmente en el caso de abuso sexual, lo cual puede acarrear un estigma tanto para la víctima como para el abusador. Un elemento clave es que la persona que ha cometido el abuso nunca puede tener acceso a los niños. Dios perdonará y olvidará, pero hay consecuencias para estos comportamientos. Una regla general para ministrar es que, si la persona ha victimizado a un niño, una persona con discapacidad, o a ancianos, tienen prohibido cualquier acceso o participación con niños o con cualquier otra persona vulnerable.

Hay escenarios muy raros, pero reales, en donde una persona inocente es acusada de abuso. Una vez que se ha hecho la acusación, el estigma puede persistir incluso después de haber sido absuelto. La iglesia debe tomar medidas para restaurar lentamente la posición de esta persona en la congregación para que otros en la iglesia puedan reconocer la injusticia.

“… restaura a los de corazón quebrantado y cubre con vendas sus heridas.”

Salmo 147:3 (NVI)

Denunciando el abuso

Una noche me reuní con un par de compañeros de fútbol del colegio de Brooklyn.  No había visto a Tomás (no es su verdadero nombre) en más de tres décadas. Lo había evitado intencionalmente no mucho tiempo después del colegio porque se había vuelto cada vez más agresivo, continuamente comenzaba peleas con gente al azar de cualquier entorno. Tomás ya tenía algunos tragos cuando llegué. Me había investigado en internet y había descubierto que yo trabajaba en un ministerio, lo que representaba un gran cambio con respecto a mi juventud, y de lo cual él se burló no gentilmente. ¡Qué gran forma de comenzar una reunión!

Mis dos viejos amigos me preguntaron por mi papá, quien había sido uno de nuestros entrenadores y una gran influencia en sus vidas. Tomás me dijo que su padre había muerto recientemente. Después de que le expresé mis condolencias, me dijo algo que cambió mi percepción sobre él para siempre, mientras describió cómo profanó la tumba de su padre. Durante la siguiente hora Tomás explicó el terror de crecer con un padre que golpea a su esposa e hijos incesantemente. El abuso terminó finalmente cuando él creció lo suficiente para golpear a su padre.

Todos los problemas de bebida, violencia e incapacidad de sostener relaciones (un par de divorcios y alejamiento de los niños) de Tomás, hicieron sentido en aquel momento. Él entonces contó que un clérigo presenció el abuso y no intervino, ni brindó ayuda a la familia. Tomás se burló de mi fe por una buena razón. Una persona clave que le representaba a Cristo le falló a él y a su familia en su momento más vulnerable.

Traer esperanza a vidas heridas

El abuso y la negligencia son demasiado comunes y fáciles de obviar, como lo hice en mis años de juventud. Como creyentes y seguidores de Cristo podemos traer sanidad a un mundo roto primero protegiendo a aquellos a los cuales Dios nos encomendó bajo nuestro cuidado, y respondiendo al abuso de una forma que traiga esperanza a las vidas heridas.

Miniatura de serie Inocencia Robada
Sombra

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© 2022 Focus on the Family. Todos los derechos reservados. Utilizado con permiso. Originalmente escrito por Peter Vanacore y publicado en inglés en focusonthefamily.com

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