Después de la universidad, comencé a trabajar con adolescentes con “Juventud para Cristo” en Long Island, NY. Me enseñaron a establecer relaciones con los chicos, a compartir el Evangelio y a organizar reuniones. Pero ignoraba por completo acerca del abuso infantil. Mientras crecía, conocí a chicos que eran “fuertemente corregidos” por sus padres. Pero, en ese momento, no reconocía eso como abuso. No tomó mucho tiempo para enfrentarme a la dura realidad.
Una de las chicas de nuestro club me contó sobre el abuso por parte de su padrastro. Le dije que necesitaba buscar ayuda. Hablé con otros padres de la comunidad, pero nadie parecía saber qué hacer o querer involucrarse. El sistema de Servicios de Protección Infantil tenía poco más de una década de desarrollo en Estados Unidos. Yo no sabía nada sobre las líneas telefónicas de apoyo, o las formas de reportar el abuso. Pronto me di cuenta de que era yo quien debía haber llamado para pedir ayuda.
Causa razonable
Un par de años más tarde, comencé a trabajar con la, en ese entonces, recientemente creada división de mentoría del ministerio, “Long Island Youth Mentoring”. El ministerio se centró en trabajar con jóvenes en situaciones de alto riesgo. Trabajamos mano a mano con los Servicios de Protección Infantil para traer adultos cristianos fieles a la causa, e involucrarlos en las vidas de chicos que fueron abandonados y abusados. Nuestro equipo también necesitaba capacitar a cientos de mentores sobre cómo reconocer y responder al abuso. Teníamos que crear una solución sencilla.
Primeramente, existe la responsabilidad legal de reportar cualquier “causa razonable” de sospecha de abuso. Una causa razonable es lo que cualquier persona razonable podría discernir a partir de su conocimiento de la situación. Les pedimos a los mentores que contactaran primero con nosotros si sospechaban de una situación de abuso. Nosotros obteníamos la información necesaria: ¿Qué sucedió?, ¿cuándo sucedió?, ¿quién cometió el abuso? y ¿cómo comunicarse con la víctima y el abusador? Inmediatamente después, nos poníamos en contacto con los servicios de protección para reportar el incidente.
Creer, afirmar, decir
Si un niño revelaba su historia de abuso al mentor, le pedíamos al mentor que aplicara el “CAD”. CAD es un acrónimo de:
Crea:
Confíe en lo que el niño le ha dicho. Muchas personas todavía se resisten a creerle a un niño cuando cuenta sobre un abuso. Una razón para esta resistencia es que el comportamiento de algunos niños que son abusados puede dar a los adultos la impresión de que no se puede confiar en su palabra. Este comportamiento puede ser parte del trauma que los afecta física y emocionalmente.
Otra razón puede ser la relación de la persona con los padres o con el presunto abusador. Esto puede hacer que al adulto le cueste creer que la persona sea capaz de tal acto. Si bien, algunas pocas veces, los niños pueden mentir acerca del abuso, es absolutamente esencial que les creamos, incluso si tenemos dudas. Necesitamos dejar la decisión sobre la veracidad de la historia a profesionales capacitados para realizar ese tipo de análisis.
Afirme:
Exprese claramente su preocupación por el joven o el niño. Necesita saber que usted se interesa por lo que vive, y que le va a proveer acompañamiento en la medida de lo posible. Aun así, nunca prometa que podrá sacarlo de la situación en la que está. No hay garantía de que reportar el abuso a los servicios de protección hará alguna diferencia a corto o largo plazo. La única promesa que usted puede hacer es que brindará todo el apoyo posible, y reportará el asunto a alguien que pueda brindar la ayuda adecuada.
Denuncie:
Reporte la situación de abuso a la autoridad correspondiente. Los voluntarios, a menudo, se sienten intimidados por el proceso de reportar estas situaciones. Nosotros les pedíamos que nos compartieran sobre el tema, para poder hacer la denuncia juntos, y así proveer a las autoridades con la mejor y mayor cantidad de información posible. También hacíamos denuncias en una línea directa de denuncia obligatoria, que daba más credibilidad al reporte que utilizar una línea de denuncia anónima.
Un rol clave
Un rol clave que toda iglesia necesita es el de una persona, o equipo, que esté a cargo de manejar los casos en los que hay sospecha de abuso. Esa persona debe estar capacitada para denunciar el abuso y apoyar al niño. Todos los miembros de la iglesia deben tener claro que esta es la persona a quien deben acudir en caso de sospechar o confirmar un abuso. Mediante el uso de una línea directa de denuncia obligatoria, esta persona también puede mantener un seguimiento con los servicios de protección sobre el estado de la denuncia.
Objeciones a presentar una denuncia
Estas son algunas de las objeciones que las personas presentan a la hora de denunciar un abuso:
“¿Si hago una denuncia, podría perjudicar aún más al niño por una actitud de enojo o venganza del padre o cuidador?”
Las autoridades se comunicarán con los padres para investigar el abuso. Si creen que el niño está en peligro, lo sacarán de la casa hasta que sea seguro que regrese a su hogar. Si se confirma la denuncia, y las autoridades deciden dejar al niño en el hogar, habrá seguimiento y control de la salud del niño y del comportamiento del abusador.
“La mayor parte del tiempo, los servicios de protección no ayudan en esta situación”.
Este es un pensamiento frecuente en muchos lugares. En los Estados Unidos, por ejemplo, el personal de los servicios de protección está recargado de trabajo y carece de una remuneración adecuada para uno de los trabajos más duros en el país. Además, enfrentan limitaciones en lo que pueden hacer para ayudar en una situación particular. A pesar de estos problemas, al menos son capaces de brindar recursos a los niños y padres que de otro modo no podrían obtener por ellos mismos. E incluso, en casos extremos, pueden sacar al niño del hogar.
“¿Y si los padres retiran al niño de nuestro programa por causa de la denuncia?”
Los servicios de protección no revelan a los padres de dónde vienen las denuncias. Aun así, los padres pueden adivinar con frecuencia de donde vino el reporte. He denunciado abusos muchas veces, y los presuntos abusadores nunca sacaron al niño de nuestros programas. Principalmente por el hecho de que yo tomé el tiempo para informarles que nuestra agencia hizo la denuncia y el porqué tomamos esa decisión. Así mismo, les comunicamos que ayudaríamos a los padres, y al niño en cualquier forma que necesitaran.
Se necesita ayuda a largo plazo
Eventualmente, las víctimas de abuso sufren trastornos de estrés postraumático, que, de no ser tratados, causarán un daño duradero que puede alcanzar a la siguiente generación. Necesitan ayuda profesional, así como el apoyo constante de sus hermanos en la fe, para sostenerlos en oración y apoyarlos en los tiempos difíciles que vendrán. Si bien, las actividades normales de la iglesia son parte del apoyo esencial, estas no son suficientes, especialmente si los líderes no están preparados para ministrar adecuadamente al niño. Los niños y jóvenes necesitarán el apoyo de mentores cuidadosamente capacitados, y respaldados por la comunidad, que puedan trabajar en cooperación con los profesionales de la salud involucrados en el proceso.
“ …si alguien hace pecar a uno de estos pequeños que creen en mí…”
Mateo 18: 6 (NVI)