¡Feliz Navidad! Esta es una expresión que necesitamos anunciar este fin de año. Un año muy diferente a lo usual. Seguramente un año como ningún otro que nuestra generación haya experimentado.
La pandemia por COVID19 ha afectado la vida de toda la humanidad, y ha traído dolor, angustia, temor e incertidumbre. Es por ello que hoy más que nunca nuestra sociedad necesita escuchar el mensaje de esperanza que significó la primera Navidad.
La esperanza es un regalo que viene de parte de Dios
La Biblia afirma que Dios nos daría un futuro y una esperanza. En Jeremías 29.11 leemos: “Porque yo sé muy bien los planes que tengo para ustedes —afirma el Señor —, planes de bienestar y no de calamidad, a fin de darles un futuro y una esperanza.”
Este futuro y esta esperanza vendrían por medio de un niño… Así se anunció Isaías 9.2: “El pueblo que andaba en la oscuridad ha visto una gran luz; sobre los que vivían en densas tinieblas la luz ha resplandecido.” Y en Isaías 9.6: “Porque nos ha nacido un niño, se nos ha concedido un hijo; la soberanía reposará sobre sus hombros, y se le darán estos nombres: Consejero admirable, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz.”
Sin embargo, las circunstancias en las que Jesús nació no parecían inspirar ninguna esperanza. Roma oprimía a los judíos, la esclavitud era la forma de sostener la economía, las religiones paganas eran patrocinadas por el imperio, y todos sufrían por impuestos abusivos y cobradores deshonestos. No tenían una pandemia, pero no les hacía falta. Lo que sí necesitaban era un Salvador. Y es ahí, precisamente, en ese tiempo y lugar, que nació Jesús, para dar esperanza toda la humanidad.
En nuestro mundo, en donde abundan las malas noticias, y la desesperanza toma tantos corazones, nosotros los cristianos, que somos portadores de buenas noticias tenemos una tarea, un llamado, una vocación de parte de Dios: contar a otros las buenas noticias de esperanza, de esa esperanza que nació con Cristo Jesús.
La esperanza en el Señor es un regalo que usted puede darse a sí mismo
Aunque María no entendía todo lo que estaba ocurriendo cuando el ángel le visitó, ella hacía dos cosas para darse esperanza: afirmaba las bendiciones de Dios sobre su vida y meditaba en todo lo que estaba pasando. María dijo: “Desde ahora me llamarán dichosa todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho grandes cosas por mí.” Lucas 1.48-49.
María sabía que su futuro era de esperanza. Frente a noticias tan desconcertantes, María mantenía su corazón dependiente de Dios. Cuando el ángel le dijo lo que ocurriría, ella respondió: “Aquí tienes a la sierva del Señor. Que él haga conmigo como me has dicho.” Lucas 1.38.
El ángel también le dijo a María, “no temas”. Dios sabe que el temor nos paraliza y nos hace dudar. Pero, si ponemos nuestra confianza en Dios podemos decir como María, que se haga la voluntad del Señor.
La esperanza es un regalo que usted puede compartir
Cuando una persona está llena de la esperanza que viene de parte de Dios, se convierte en una fuente de esperanza para otras personas, y puede exclamar como el Salmo 42.5: “¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios!”
¿Cómo puede usted compartir el regalo de esperanza?
– Cuente la historia de Jesús: Los pastores contaron a todos lo que habían visto. Lucas conoció de primera mano la historia de Jesús porque María se la contó. Cuéntele la historia de la Navidad a sus hijos, permita que ellos redescubran cada detalle del nacimiento de Jesús y del significado de la Navidad.
– Regale algo que tenga significado: Jesús recibió oro, que significaba que Jesús era Rey; incienso, que significaba que Jesús era Dios; y mirra, que significaba que se iba a sacrificar por nosotros. En este tiempo, regale una Biblia, un buen libro, algo que hable de Dios, algo que comunique esperanza.
– Regale un gesto de servicio y de amor: Alguien le prestó a José el lugar donde dormían sus animales y, sin saberlo, le estaba prestando hospedaje al Hijo de Dios. Si usted tiene esperanza, compártala con otras personas. Nuestro mundo está urgido de buenas noticias y usted tiene algunas que compartir.
En esta Navidad de 2020, nuestro deseo y oración es…
“Que el Dios de la esperanza los llene de toda alegría y paz a ustedes que creen en él, para que rebosen de esperanza por el poder del Espíritu Santo.” Romanos 15.13
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