Pornografía, ya sea que la vea con poca frecuencia o se haya convertido en una adicción, es un gran problema que puede tener un gran impacto en su matrimonio.
“Entonces, ¿cuál secreto compartiste?”
Estoy seguro de que ningún esposo querría escuchar a su esposa hacer esta pregunta… jamás. Sin embargo, esa fue precisamente la pregunta que mi esposa Erin me hizo mientras conducíamos de vuelta a nuestro hotel después de dirigir juntos un seminario de matrimonios.
Erin y yo habíamos estado conversando sobre un viaje de negocios que recientemente había hecho con dos de nuestros colegas hombres. Le estaba diciendo que habíamos tenido una gran conversación durante la cena, una charla muy honesta sobre algunos temas delicados. En cierto momento, hablamos sobre luchas específicas que nosotros, como esposos, enfrentamos en el matrimonio. Fue una refrescante franqueza que no estaba acostumbrado a tener con compañeros de trabajo.
Después del viaje, uno de mis compañeros estaba hablando con su esposa y le habló, con el mismo entusiasmo, de nuestra auténtica conversación. Le dijo a su esposa que incluso cada uno había confesado un secreto y que había sido estupendo poder hablar de eso con otros hombres que se enfrentaban a retos similares. Esta pareja había tenido una conversación muy sanadora. La conversación que originalmente era entre hombres había sido grandiosa para este matrimonio. Sin embargo, su esposa después habló con Erin y se jactó de cómo “nuestros hombres” se habían abierto y compartido sus secretos entre ellos…
“Entonces,” me preguntó Erin, “¿qué secreto compartiste?”
Al principio titubeé ante su pregunta. Le expliqué que había sido parte de una conversación privada y que ella no necesitaba saber cada “pequeño” secreto que yo tenía.
“No es la gran cosa” le aseguré.
“Está bien,” respondió Erin. “No necesitas decirme si no lo deseas.” ¡Me sentí atrapado entre la espada y la pared!
“Si te cuento mi secreto” le expliqué, “te sentirás decepcionada, y la verdad es que no quiero experimentar eso en este momento. Acabamos de terminar un gran seminario de parejas y estoy cansado.”
¡Detesto cuando claramente puedo escucharme racionalizando las cosas! Así que respiré profundamente, luché contra la furiosa reacción de “huida” que estaba sintiendo y comencé a hablar.
Exponiendo el secreto
Tengo que reconocer que Erin hizo un excelente trabajo en hacerme sentir seguro en medio de la conversación, pero aun así fue muy difícil ser honesto acerca de una falla personal. Mi secreto era la pornografía.
Mientras hablaba con Erin, le expliqué que yo no era un “adicto”. No veía pornografía cada hora, cada día, cada semana o incluso todos los meses. Creo que las palabras que utilicé para defender mi consumo de pornografía fueron “extremadamente infrecuente”. En mi mente, yo siempre simplificaba mis errores porque eran muy esporádicos y porque no estaba viendo escenas fuertes, solo unas cuantas imágenes por acá y por allá. No es algo grave, ¿cierto?
Pero yo sabía la verdad: La pornografía, ya sea que la viera con poca frecuencia o se hubiera convertido en una adicción, era algo serio. Y podría tener un impacto grande en nuestro matrimonio. Piense en las siguientes formas en que la pornografía afecta una relación matrimonial:
Se sacrifica la intimidad
La verdadera intimidad implica ser plenamente conocido y conocer plenamente al otro. Es similar a lo que se describe en la Biblia en 1 Corintios 13:12 “pero entonces conoceré tal y como soy conocido.” (NVI)
Intimidad significa ser conocido por otro. Hasta que mi secreto salió a la luz, no me había dado cuenta de cuánto de mi intimidad relacional y emocional con Erin había perdido. Para mantener mi secreto había tenido que ocultar una pequeña parte de mi corazón a mi esposa; no podía permitir que Erin me conociera por completo. Estaba gastando esfuerzo y energía en asegurarme de que ella no descubriera mi secreto, de esta forma Erin no podría “verme” por completo.
Abandonamos una relación real por una imitación
En los años cincuenta, un renombrado investigador, el Dr. Nikolaas Tinbergen descubrió qué diseños y patrones de colores en la mariposa hembra eran más irresistibles para las mariposas macho. Él entonces construyó mariposas falsas de cartón y las decoró con diseños y colores exagerados. Lo que descubrió fue sorprendente. Las mariposas macho ignoraron a las mariposas hembras reales y trataron obsesivamente de aparearse con los señuelos. La pornografía no es más real que las mariposas de cartón; está construida sobre mentiras.
De acuerdo con Juan 8:44, Satanás es “un mentiroso y padre de mentiras”. Esto explicaría por qué este enemigo desea que hombres y mujeres abandonen la relación real e íntima que encontramos en el matrimonio y busquen la falsificación que la pornografía ofrece.
Se distorsiona el verdadero propósito del sexo
El sexo es un maravilloso regalo dado por Dios a las parejas casadas como un medio para experimentar placer físico juntos y como un medio para experimentar la más profunda intimidad con su esposo o esposa. “Y serán una sola carne” (Génesis 2:24). Desafortunadamente, la pornografía distorsiona el verdadero propósito del sexo. En su libro “Pornified” Pamela Paul señala que “la pornografía le da los hombres la falsa impresión de que el sexo y el placer están completamente divorciados de las relaciones. En otras palabras, la pornografía es inherentemente egocéntrica; algo que el hombre hace por sí mismo y para sí mismo”.
Ya que la pornografía es egocéntrica y egoísta, no requiere que los esposos sean amorosos con sus esposas. En la falsedad del mundo de la pornografía, el sexo solo involucra una imagen o un video, masturbación y orgasmo. La excitación sexual es inmediata y la gratificación instantánea; todo se trata de placer personal. En el mundo de la fantasía, es fácil buscar una mujer retocada que se comporte como una ninfómana, que nunca tiene un dolor de cabeza, que no necesita juegos previos y que no requiere de una relación estable. La pornografía altera su mente para que se enfoque en “usted” y no en la intimidad.
El sexo que honra a Dios y al matrimonio está relacionado con el amor abnegado y el auto-sacrificio. Une a dos personas en amor y siempre fortalece su relación, nunca la debilita. El uso de la pornografía para obtener satisfacción a expensas de su esposo o esposa es lo opuesto al diseño de Dios para el matrimonio porque todo se trata de usted. Dios creó el sexo para que se tratara de amor, sacrificio, respeto mutuo, dignidad y cuidado entre un esposo y su esposa. El buen sexo ocurre cuando la atención se centra en servirnos unos a otros y no en satisfacer nuestras propias necesidades.
Después de que el secreto es expuesto
La pornografía es frecuentemente vista como una vía fácil para la satisfacción sexual porque es fácilmente accesible. El pastor Jonathan Holmes lo explica de esta forma: “es más fácil escribir una dirección de una página web que buscar intimidad con su esposa. Es más fácil ver pornografía por unos cuantos instantes que construir una relación profunda y duradera con su esposa. Es más fácil satisfacer mis deseos de forma egoísta que tener el ánimo de dar amor abnegado y sacrificial a mi esposa.”
Hay un hermoso voto de bodas en el Libro de Oración Común. En el momento en que el novio coloca el anillo en el dedo de su novia, él dice: “con este anillo me caso contigo, con mi cuerpo te adoro”. Ahora, considere la definición que el diccionario nos da para la palabra adorar: “sentir o mostrar veneración, aprecio o respeto por alguna cosa”. Me encanta esta definición ya que puede aplicar para un matrimonio que está buscando la sanidad después de haber sido devastado por la pornografía.
“Con mi cuerpo te adoro.” Nuestra sexualidad debe ser valorada y protegida. Esto significa que no tomamos la ruta fácil de la pornografía y no evitamos tener intimidad con nuestro cónyuge. Quiero recuperar mi pureza ofreciendo por completo mi mente y mi cuerpo exclusivamente a mi esposa; como un acto de adoración. Quiero mostrar respeto por nuestra intimidad sexual y buscar fielmente solo a mi esposa para llenar mis deseos sexuales.
La licenciada en terapia de parejas Laurie Watson escribe en su libro Psicología Hoy, “Hacer el amor con una mujer es difícil. La sexualidad es compleja y complicada, relacional y físicamente para nosotras… pero el sexo es como un pegamento en el matrimonio; de hecho, es cemento. No hay mayor felicidad que sentirse conectado con una persona real a través de una profunda intimidad física. El sexo es la cima de esta conexión y requiere que un hombre (un verdadero hombre) sepa cómo responder ante el gran desafío de hacer el amor con una mujer real.”
No más secretos
El sexo toma trabajo en el matrimonio y saber lidiar con la relación puede ser retador de vez en cuando. Pero no quiero una relación de cartón; quiero verdadera intimidad y unidad con mi esposa. Esto significa que no estoy dispuesto a mantener secretos para con mi esposa. Puede que sea difícil decirle a ella cuando falle o cuando esté siendo tentado, pero estoy comprometido a vivir las palabras de Santiago 5:16 en mi matrimonio: “Por eso, confiésense unos a otros sus pecados y oren unos por otros, para que sean sanados. La oración del justo es poderosa y eficaz”.
Me parece irónico que la cosa que más me atemorizaba (contarle a Erin sobre mis fallas) no ha conducido a conflictos o a desconexión. En realidad, ha tenido el efecto contrario; nos ha acercado muchísimo más el uno al otro y ha traído sanidad. Después de la conversación que tuvimos en el automóvil, Erin dijo algo que jamás olvidaré. Ella dijo: “Me siento tan atraída hacia ti cuando eres honesto y puedes compartir tus errores”. Aun cuando no le creí al principio, he sido bendecido al experimentar esa verdad en nuestra relación.
Le pedí perdón a Erin por haberla deshonrado a ella y a nuestro matrimonio. A través de muchas lágrimas y algunas conversaciones difíciles, ella me extendió mucha gracia y perdón. Ha pasado poco más de un año desde la última vez que tuve un desliz, pero aún he tenido momentos en los que me he visto tentado. Ahora tengo un excelente filtro en mi teléfono y estoy siendo honesto con Erin. Tengo hermanos cristianos que me ayudan a rendir cuentas sobre esto.
Es muy difícil para mí admitir que he visto pornografía pero me niego a volver atrás a una vida donde mantengo secretos. Desde este día en adelante, quiero proteger mi matrimonio y vivir de acuerdo con Proverbios 5:18-19: “¡Bendita sea tu fuente! ¡Sé feliz con la esposa de tu juventud! Es una gacela amorosa, es una cierva encantadora. ¡Que sus pechos te satisfagan siempre! ¡Que su amor te cautive todo el tiempo!”
Caminando hacia la luz
Regresando a la pornografía y a su matrimonio, empiece el proceso de sanidad sacando su secreto a la luz. La pornografía necesita oscuridad y secretismo para mantener su poder sobre usted. Rompa con este dominio absoluto y exponga su pecado a la luz. Efesios 5:13-14 nos exhorta: “Pero todo lo que la luz pone al descubierto se hace visible, porque la luz es lo que hace que todo sea visible. Por eso se dice: “Despiértate, tú que duermes, levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo”. Deje de simplificar las cosas pensando que la pornografía es inofensiva.
Al pasar de la oscuridad a la luz, permítame ofrecerle una breve advertencia: a medida que usted valientemente exponga su secreto, su cónyuge podría no responder de la forma en la que lo hizo Erin. Revelar esto podría marcar el comienzo de una temporada difícil en su matrimonio. Independientemente de la forma en que su cónyuge reaccione, luche contra el temor a esa reacción inicial y confíe que Cristo brillará en usted y usará esa verdad para restaurar su matrimonio.
Por otro lado, si sospecha que su cónyuge está involucrado en pornografía, por favor no utilice mi experiencia como una licencia para exigir que sus secretos sean compartidos. Enfóquese en crear un ambiente seguro para tener una conversación respetuosa con su cónyuge. Si necesita ayuda, nos sentiremos honrados de caminar con usted por la senda de la recuperación y la reconciliación.
Si se encuentra en los Estados Unidos, llame a nuestro departamento de consejería para una consulta telefónica gratuita. También puede encontrar consejeros cristianos profesionales calificados en el país en el que se encuentra.
