¿Cómo se puede avivar la pasión en el matrimonio de una manera que dignifique a los cónyuges y muestre amor y respeto en la relación? ¿Existen prácticas sexuales, que lejos de ayudar a este objetivo, dañen el vínculo matrimonial? Especialistas en la materia mencionan algunos comportamientos que pueden no contribuir al sano disfrute de la pareja en el matrimonio.
Uso de pornografía en la intimidad matrimonial
Según Silvia Pérez*, la pornografía rompe con el principio del respeto, la dignidad y el placer del otro debido a dos razones: Primero, detrás de la industria de la pornografía se encuentran casos de trata de personas, abuso infantil y otro tipo de violaciones a los derechos humanos; y en segundo lugar, nos muestra una realidad que no es cierta. En su experiencia como terapeuta, puede afirmar que muchas mujeres no suelen gustar de las prácticas que son representadas en la pornografía.
“La mayor búsqueda de ‘porno’ son escenas de violaciones; esto hace preguntar: ¿por qué se ha llegado a erotizar la violencia sexual? Una sociedad que erotiza la violencia, es una sociedad enferma”, declara la sexóloga. ¿Hay amor en esto?, ¿respetamos la dignidad humana con el abuso del poder y la dominación en intimidad sexual? La respuesta es no, y por esto puede llegar a afectar de forma negativa el encuentro sexual de los cónyuges.
En correspondencia con lo anterior, su homóloga Janina Córdoba** expone que la pornografía es usada por algunos matrimonios con la idea de estimular el deseo sexual, pero entonces, el deseo no nace desde el vínculo matrimonial; no es basado en la unión y el erotismo de la pareja, sino desde un tercer estímulo.
Córdoba explica que esto sólo es el resultado de una necesidad profunda de vinculación. La excitación que provoca la pornografía es rápida e instantánea, por ello es preferida a tomarse el tiempo de cultivar y proteger el vínculo matrimonial; “es como una pereza de invertir en el otro, en escucharnos, sentirnos, mirarnos y explorar los cuerpos”, dice la sexóloga.
La pornografía logra menguar en un tiempo pequeño y sin mucho esfuerzo el vacío que deja no sentir vinculación con el otro. Esto habla de matrimonios lejanos, fríos y personas solitarias.
Relaciones Sexuales bajo coerción dentro del matrimonio
Como terapeuta de parejas, Silvia Pérez explica que muchas veces en el marco matrimonial se dan relaciones sexuales bajo coerción; es decir cuando se tienen relaciones sexuales producto de la insistencia de parte de uno de los cónyuges aún cuando el otro no quiera sostener relaciones; o cuando uno de los cónyuges llega al orgasmo sin preocuparse por el placer del otro, haciendo que todo termine cuando él o ella ya alcanzó su placer.
Pérez recomienda que si hay un cónyuge que no tiene deseo sexual, se busque a un especialista para descartar algo fisiológico o recurrir a un terapeuta de pareja, pero dentro del principio del bienestar mutuo; no cabe forzar o manipular al cónyuge para satisfacer el deseo personal, recordando la pregunta: ¿Hay amor en esto?
“Los seres humanos tenemos un valor intrínseco al cual no podemos renunciar. Esto nos invita a respetarnos y cuidarnos mutuamente indiferentemente del sexo de cada uno. Ninguno puede sentirse dueño o superior en valor, y por ello, pretender ‘dominar’ o ‘exigir’, sobre todo en el encuentro sexual. Tanto en el encuentro sexual como en la vida diaria, ambos tienen un mismo valor intrínseco”, menciona Pérez.
Castigar o premiar con “sexo”
Ligado al anterior, Pérez explica que en algunas parejas se utilizan los encuentros sexuales como formas de castigar un error cometido por uno de los cónyuges; pero relacionado al principio del respeto y la dignidad que debe predominar en el matrimonio, el encuentro sexual no puede depender de si se hizo bien o mal algún asunto. El vínculo entre marido y mujer debe estar lleno de compasión, paciencia y amor incondicional.
Práctica del sexo anal
Es importante recordar que el ano tiene una función biológica específica de desecho y no de placer; variar su uso podría traer afecciones físicas, ya que sus fibras están constituidas de tal manera que su fisiología natural es de permitir que los excrementos puedan ser expulsados hacia afuera, y no de permitir que algo pueda ser introducido a través del orificio anal.
Además, las especialistas comentan que el sexo anal es una práctica que generalmente proviene de la pornografía, a la gran mayoría de las mujeres no les agrada o se sienten incómodas y se ha percibido como una forma de dominación o de someter a la otra parte.
Las decisiones acerca de las dinámicas en la intimidad sexual deben ser únicamente entre los cónyuges. Jamás debe mediar la coerción, el miedo o la manipulación.
El propósito del encuentro sexual no es la satisfacción del deseo individual y egoísta, sino es fortalecer el vínculo de los cónyuges, y llenar la intensa necesidad de sentirse amados conectados y mirados por el otro.
“¡Bendita sea tu propia fuente!
¡Goza con la compañera de tu juventud,
delicada y amorosa cervatilla!
¡Que nunca te falten sus caricias!
¡Que siempre te envuelva con su amor!” (Prov. 5:18-20, Dios Habla Hoy)
Parte I
*MSc. Silvia Pérez Martínez. Sexóloga, terapueta y facilitadora de procesos psicoeducativos en temas de sexualidad con matrimonio, jóvenes y niños en España. Diplomada en Educación social por la UNED, monitora de Educación Sexual y Género por la Fundación Sexpol, y Terapeuta Sexual y de Pareja por la misma. Contacto: http://www.conociendonos.es/index.php/quien-soy
**MSc. Janina Córdoba Ovares, Fundadora y Directora Ejecutiva del Centro Integral de Apoyo Individual y Familia (Integra Vita). Psicóloga especialista en terapia familiar, individual y de pareja. Cuenta con una Maestría en Salud Sexual y Sexología Clínica, UNED, España. Colaboradora y facilitadora por más de 15 años en la Fundación para la Salud Sexual, Laboral y Recreativo (FUDHI) en diferentes entidades públicas y privadas de Costa Rica. Contacto: http://www.integra-vita.com
Angie Viquez B. Licenciada en Psicología de la Universidad Nacional de Costa Rica y forma parte del Equipo de Contenido de Enfoque a la Familia.
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