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¿Qué significa Someterse al Esposo?

¿Qué quiere decir realmente la Biblia cuando dice que las esposas deben someterse a sus maridos? Soy una mujer capaz e independiente y también una nueva creyente, y no me gusta esta idea. Incluso, algunas personas en mi iglesia dicen que este tema ya no es relevante.

RESPUESTA:

No es la única que se pregunta cómo interpretar la sumisión bíblica en el matrimonio. Es un tema delicado, sobre todo porque a menudo se malinterpreta de forma sexista o como una obediencia incondicional. Añada a esta receta nuestra cultura occidental (donde es fácil encontrar un estilo de vida centrado en uno mismo), y entonces el conflicto interno y externo que usted describe es evidente.

Sin embargo, una mirada más cercana a las Escrituras muestra el cuadro completo del matrimonio: una relación que refleja el amor entre Cristo y Su Iglesia. Cuando un esposo se somete al Señor, guiando a su esposa con un corazón de siervo y alimentando los talentos que Dios le ha dado, ella puede someterse a él con confianza, apoyarse en él y confiar en su cobertura. Esto seguirá siendo relevante siempre.

El tema de la sumisión en el matrimonio es demasiado amplio para cubrirlo completamente en un artículo. Sin embargo, podemos construir un marco sólido con conocimiento básico en cuatro áreas:

  • Comprender el significado espiritual del matrimonio.
  • Derribar el mito de que las mujeres son inferiores a los hombres
  • Aceptar las diferencias que existen entre mujeres y hombres.
  • Reconocer que la sumisión bíblica y el liderazgo bíblico se complementan entre sí

La sumisión apunta al significado espiritual del matrimonio

Encontramos diversidad dentro de la unidad tanto en el vínculo de la Trinidad como en la unión de una sola carne entre un esposo y una esposa.

El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo son totalmente iguales en el sentido de que los tres son Dios. Al mismo tiempo, hay una cierta jerarquía en su unidad. Por ejemplo, Jesús habló claramente de sí mismo como igual a Dios (Juan 5:18), y luego dijo: “…el Padre es más grande que yo” (Juan 14:28, NVI).

El apóstol Pablo también compara el matrimonio con la conexión entre Cristo y la Iglesia. La relación no es de amo y sirviente; es de quien ama y su amada.

Como Señor de la Iglesia, Jesús ha entregado su vida a cambio de la vida de su Esposa. Esto es lo que Pablo tiene en mente cuando dice: “Porque el esposo es cabeza de su esposa, así como Cristo es cabeza y Salvador de la iglesia, la cual es su cuerpo.” (Efesios 5:23, NVI).

La unión representada en el matrimonio puede ser considerada como uno de los mayores milagros de toda la creación. Pero también es algo más, porque además de todo lo que significa el matrimonio para un hombre y una mujer, tiene un profundo significado espiritual, un significado eterno y cósmico. En su máxima expresión, el matrimonio funciona como un reflejo de la labor sin igual del Amor de nuestro Creador y Señor, que nos busca y nos salva, el amor que impulsa a Dios a unirse a su pueblo en un lazo místico de comunión eterna y un intercambio interpersonal infinito. El desarrollo de una intimidad espiritual compartida suena bien, ¿cierto? Sin embargo, siendo honestos, el intercambio interpersonal puede ser un asunto complicado si no reconocemos humildemente nuestras semejanzas y diferencias como hombres y mujeres.

Las mujeres y los hombres tienen el mismo valor

“Sumisión” puede ser un término conflictivo debido a cómo se percibe en la cultura contemporánea: la implicación de que las mujeres son inferiores a los hombres.

Sin embargo, Efesios 5:15-33 fue escrito para fomentar la unidad en el matrimonio. Con eso en mente, la instrucción de Pablo a las esposas no puede separarse de su enseñanza a los hombres y su consejo general para ambos sexos:

“Esposas, sométanse a sus propios esposos como al Señor.Esposos, amen a sus esposas, así como Cristo amó a la iglesia y se entregó por ella” (Efesios 5:22 y 25, NVI).

“Sométanse unos a otros, por reverencia a Cristo” (Efesios 5:21, NVI).

El Nuevo Testamento es sorprendentemente claro en su afirmación del rol y el valor de las mujeres, cuando se revisa a la luz de su contexto social e histórico. Un ejemplo de esto es cuando Jesús habla abiertamente con una mujer samaritana (Juan 4), algo que normalmente habría sido tabú para un hombre judío. En otro caso, Pablo describe la posición de los creyentes cristianos (hombres y mujeres) ante Dios y enfatiza que “todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.” (Gálatas 3:28, NVI).

Las Escrituras dan testimonio de la igualdad de esposo y esposa en términos de su carácter y su valor a los ojos de Dios para que podamos celebrar las contribuciones de las mujeres, tanto dentro, como fuera del hogar, y oponernos a todas las formas de maltrato e injusticia basados en el sexo.

Las mujeres y los hombres también son esencialmente diferentes.

Negar que existen diferencias significativas y trascendentales entre hombres y mujeres es negar la naturaleza básica de la humanidad y la forma en que moldeamos la vida que tenemos juntos. Esto es cierto tanto en la familia como en la comunidad en general. “¿Existe una naturaleza universal masculina y femenina?”

Aquí también se podría decir mucho más. Aún así, cuando se trata de sumisión, en términos generales, mujeres y hombres tienen necesidades diferentes de amor y respeto: los hombres necesitan sentirse respetados por sus esposas y las mujeres necesitan sentirse amadas por sus esposos.

Esto explica por qué Pablo le dice específicamente a los esposos que “amen” a sus esposas y a las esposas que “respeten” a sus esposos (Efesios 5:33). Mucho de esto tiene que ver simplemente con la naturaleza única de ser hombre y ser mujer.

Por supuesto, Dios quiere que tanto los esposos como las esposas traten a sus cónyuges con amor y respeto. Cuando la Biblia dice que las esposas deben respetar a sus esposos, asume que tal respeto se basa en el amor. Cuando se les dice a los esposos que amen a sus esposas, se da por sentado que un amor irrespetuoso no es amor del todo.

Las Escrituras son claras sobre el diseño de Dios para el matrimonio en el hecho de que los hombres y las mujeres tienen roles diferentes. Sin embargo, nunca sugiere que un cónyuge sea más importante que el otro.

En cambio, cuando una pareja cristiana aprende cómo Dios los ha diseñado para complementarse en sumisión mutua, reflejan el amor que existe entre Cristo y Su novia.

La sumisión bíblica es una respuesta al liderazgo bíblico

La sumisión bíblica le permite a una esposa seguir con confianza el liderazgo de su esposo. Y Efesios 5:23 deja en claro que un hombre tiene la responsabilidad del liderazgo en su hogar. Pero su esposa se somete a él como un líder, no como un tirano o su superior.

Desafortunadamente, en nuestra cultura se ha hecho muy fácil olvidarse por completo de la importancia del liderazgo masculino. No podemos inclinarnos tanto hacia un lado tratando de evitar la dominación masculina que nos vayamos al otro extremo y despojemos a los esposos de su autoridad.

Dicho esto, el liderazgo no le da al esposo el derecho de robarle a su esposa el ser un individuo único. Él no puede ignorar o burlarse de sus opiniones y sentimientos. Y nunca debe abusar de su liderazgo para salirse con la suya.

Un esposo debe amar y cuidar a su esposa, morir por ella si es necesario, así como Cristo amó a la Iglesia. Debe incluirla en decisiones importantes y considerar sus perspectivas con cuidado y respeto. Día tras día, debe sensibilizarse cada vez más a la idea de liderar con amor porque, en última instancia, responderá ante Dios por la forma en que trata a su esposa.

Lamentablemente, sabemos que no siempre es así.

Cuando las cosas no son como deberían ser

Si una esposa cree que su esposo está abusando de su papel y no escucha sus preocupaciones, seremos los primeros en motivarla a buscar ayuda, especialmente si se da una situación de abuso. Llame a los consejeros pastorales certificados de Focus on the Family al 1-855-771-4357, o a la línea nacional de abuso doméstico al 1-800-799-7233.

De todas formas, una mujer es responsable primero ante Dios. Si ella se preocupa por su matrimonio, su familia, su comunidad y su relación con el Señor, no se somete sin pensar a cada decisión que toma su esposo. La sumisión y la obediencia no siempre son lo mismo.

¿Quiere hablar más sobre su situación personal? Le invitamos a llamar a nuestro departamento de Consejería para una consulta telefónica gratuita. También puede profundizar en los recursos recomendados que se enumeran a continuación.

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