Todos estamos creciendo, aprendiendo y transformándonos continuamente; cambiar nos permite enfrentar los retos de un mundo en constante variación. Crecemos en nuestra capacidad de competir si estamos dispuestos a aprender; para enfrentar el cambio es necesario reinventarnos continuamente.
Normalmente tenemos una resistencia natural a hacer cosas nuevas, pero visualizar el horizonte nos permite descubrir mejores oportunidades y nos reta a adquirir nuevas habilidades mientras seguimos con nuestro trabajo normal de todos los días.
Para mejorar hay que cambiar, para cambiar hay que aprender, y para aprender debemos estar dispuestos a reconocer que aún no lo sabemos todo. Para esto se requiere un espíritu educable y desear llegar a ser la mejor versión de nosotros mismos. Lo cual no es fácil porque demanda dedicación, sacrificio, entrega y disposición. Sin embargo, lo logramos cuando despertamos la pasión, la ilusión y las fuerzas que nos renuevan.
Para enfrentar el cambio se requiere tener un sueño que nos inspire y despierte la motivación de seguir luchando. En segundo lugar, se necesitan deseos de aprender y la curiosidad de investigar, así como lo hacen los mejores en el campo. En este trayecto quizá nos vamos a sentir expuestos a nuestras carencias y, en algún momento, hasta vulnerables o frágiles, pero esto en lugar reforzar nuestros temores, debe despertar en nosotros el deseo de crecer.
Al vivir el cambio debemos saber quiénes somos, qué podemos hacer, y en qué debemos dejarnos complementar por los demás. Porque los que escriben la historia lo hacen siendo parte de un gran equipo de trabajo.
Una Familia Saludable
Echemos una mirada a la familia de Jesús, y aprendamos a llevar nuestras relaciones familiares desde los principios y los valores de la fe. La familia de Jesús no fue perfecta, pero en esta serie analizaremos 5 características que la hicieron ser un buen ejemplo de familias saludables.