Estaba en el duodécimo grado, esperando con ansias la graduación y la universidad, cuando de repente mis planes cambiaron drásticamente.
La prueba de embarazo mostró un pequeño signo azul “+”. ¡Estaba en la escuela secundaria y estaba embarazada!
Es mucho más fácil pensar en lo que uno haría al enfrentar una circunstancia que realmente no está viviendo. Siempre que oía de un embarazo en la adolescencia, lo primero que pensaba era que la madre debía dar a su bebé en adopción. Pero esas palabras para mí eran fáciles de decir antes de ser yo quien enfrentara esa decisión. Actuar siendo consecuente con esto es una historia muy diferente; sobre todo cuando sientes a un pequeño humano, al que ya amas, moviéndose dentro tuyo.
La Mejor Opción
El embarazo adolescente no es fácil. Pero déjeme ser claro al decir que la mejor opción para su bebé es la vida. Ya sea como padre o como madre, o como hijo adoptivo, elegir la vida en medio de una situación inesperada es lo mejor y lo más valiente que usted puede hacer.
Y, aun así, recorrer 40 semanas de incógnitas no es fácil. Casi la mitad de los embarazos no son planificados, y de esos embarazos no planificados, más del 40% terminan en un aborto. Esas cifras hacen que el aborto parezca una opción popular, y es cierto que aproximadamente una de cada cuatro mujeres seleccionará esta opción en su vida.
Puede parecer que un aborto hace desaparecer todos sus problemas, pero he hablado con mujeres que han abortado, y dicen todo lo contrario. Me han hablado del dolor físico que experimentaron; aún peor es el dolor emocional del que rara vez se habla. Estas mujeres dicen que han llevado el dolor de su decisión durante años. No fue una solución rápida.
(Tal vez el aborto fue la opción que usted ya seleccionó. Si es así, por favor sepa que usted aún es amada. La esperanza y la sanidad están disponibles para usted. Sólo puedo imaginar el dolor y la soledad que debe haber sentido, y siento mucho su pérdida.)
Ella merecía más
En su lugar, elegí la adopción, una opción que menos del 2% de las mujeres embarazadas eligen.
Tan pronto como descubrí que estaba embarazada, mi cerebro y mis emociones entraron en conflicto. Hubo un shock inmediato: Esta no puede ser mi vida. Esto nunca me podía pasar a mí. Me sentí desesperada, y asustada. Sin embargo, esas emociones fueron seguidas rápidamente por el amor sobrecogedor de lo que sentía al ser madre. Inmediatamente empecé a investigar el tamaño de mi bebé y qué partes del cuerpo se estaban desarrollando. La primera vez que vi a mi bebé por medio de un ultrasonido, ¡mi corazón nunca había sentido tanta alegría y emoción!
Amaba tanto a este bebé que sabía que tenía que darle la mejor vida posible. Se merecía mucho más de lo que yo podía darle en ese momento. Empecé a aprender sobre la adopción, particularmente la adopción abierta. La adopción abierta es cuando los padres biológicos participan en la selección de los padres adoptivos. Pueden entrevistar e incluso conocer a los posibles padres adoptivos.
Una vez que los padres adoptivos son elegidos, hay conversaciones sobre el nivel de interacción entre los padres biológicos y el niño. Los padres adoptivos son los padres y, una vez que la adopción es legal, tienen la última palabra sobre el niño. No se trata de una doble paternidad. Aún así, cuando escuché que había una opción en la que podía ofrecer a mi hija la mejor vida posible, dándole dos padres que no eran adolescentes, y que eran emocional y financieramente aptos para ser padres – además de que todavía tendría contacto con mi hija – sabía que esta era mi opción preferida.
Rodeada de amor
No es que haya sido una decisión fácil. Experimenté dolor y tristeza al entregar mi bebé a otra madre. Firmar mis derechos paternales y dar la custodia completa a otra familia fue extremadamente duro, pero sabía que era lo mejor para mi hija.
Ser una buena madre a veces significa poner las necesidades de su hijo por encima de sus deseos. Mi hija es ahora su hija. Ellos son sus padres, y yo estoy aquí para apoyar y animar mientras ellos la desarrollan para ser la mujer que está destinada a ser.
También tengo el gran placer de ser parte de la vida de mi hija. Tenemos un vínculo especial. Ella tiene a su madre, y también me tiene a mí, su “LaLa”.
Ella conoce su historia. Sabe que es adoptada. No hay secretos ni vergüenza. Yo experimento la alegría de verla crecer. Esa niña sabe de dónde viene, y está rodeada de mucho amor.
© 2020 by Lindsay Pepin Ophus. All rights reserved. Used by permission. Originally published at focusonthefamily.com.
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