¿Alguna vez ha sentido un miedo intenso en forma imprevisible? ¿Ha sentido su cuerpo con taquicardia, sensación de ahogo, mareo, temblores? o ¿ha sentido un miedo grande de morir? El miedo no es una emoción muy apreciada por los seres humanos, la mayoría la consideran una debilidad, o algo que no desearían experimentar. Sin embargo, el miedo nos permite reaccionar de la mejor manera posible ante situaciones de peligro.
Ante la amenaza o el riesgo, nuestro cuerpo activa la médula adrenal que emite adrenalina y noradrenalina. Las pupilas se dilatan para poder captar el máximo de luz, la presión arterial y la frecuencia de los latidos del corazón aumentan por las hormonas del estrés, y el sistema endocrino produce hasta 30 hormonas que ayudan a poner el sistema circulatorio a gran velocidad. Los vasos de la piel se contraen, quedándose sin el líquido que mantiene su temperatura, esto da lugar a la sensación de escalofríos. Además, suben los niveles de glucosa que, junto con la adrenalina, producen la llamada “carne de gallina”. Estas reacciones corporales son las que preparan a su cuerpo para enfrentar un peligro, ya sea luchando contra él, o para huir lo más rápido posible de la situación.
Las personas que padecen de ataques de pánico se alarman al experimentar las reacciones del miedo en su cuerpo, y se quedan atrapadas en estas sensaciones o reacciones fisiológicas.
Algunas acciones inadecuadas que repite constantemente la persona ante los estímulos amenazadores:
- Intenta evitar o fugarse ante lo que le atemoriza
- Busca continuamente ayuda y protección
- Intenta reprimir o bloquear las propias reacciones fisiológicas
- Mantiene las acciones anteriores en un tiempo prolongado
Sin embargo, la forma más inadecuada en la que podemos afrontar los ataques de pánico, es asustarse a causa de las reacciones sanas (reacciones psicofisiológicas) que se producen en una situación de peligro percibido externa o internamente. Las reacciones del miedo son parte de nuestra naturaleza, por lo tanto, en esos momentos tan sensoriales y naturales de nuestro organismo, alarmarse por estas sensaciones no es lo más saludable. Le brindo algunas estrategias para lidiar con las sensaciones de los episodios de pánico:
1. Identifique su forma de procesar la emoción
Ocupe la mente escribiendo, es una forma muy útil mientras esas sensaciones se adaptan nuevamente a la calma. ¿Qué podría escribir? Tome un papel y un lápiz y escriba los pensamientos que le llegan a su cerebro, las reacciones que logra sentir y algunos síntomas que percibe en ese momento, esto le permitirá reconocer e identificar su forma de procesar la emoción, percibiéndola como parte de usted y no como una amenaza externa.
2. Analice cómo ha enfrentado el miedo
Identifique todo lo que ha llevado a cabo para gestionar esa dificultad, y qué mantiene y alimenta el problema. Es común que las personas ante ese miedo intenso, eviten a toda costa volverlo a enfrentar, o bien, buscan continuamente ayuda. Pero estos dos tipos de recursos hacen que el intento de “solución” se convierta en parte del problema. Porque la persona cada vez que lo ejecuta, se siente menos fuerte, con mayor percepción de incapacidad y debilidad.
3. Pruebe técnicas de relajación
Cuando perciba que esta emoción le paraliza y siente fuertes deseos de salir huyendo, puede emplear algunos ejercicios de respiración o contar lentamente para mantener la calma, hasta que se sienta mejor. Practicar una respiración profunda relaja los músculos y actúa sobre el sistema nervioso parasimpático. Más oxigeno llega al cerebro, disminuyendo la ansiedad y liberando endorfinas, responsables en buena parte de las sensaciones de bienestar.
4. Póngase pequeños retos
Vencer los miedos requiere tiempo y un esfuerzo progresivo, por lo tanto, puede acercarse a ellos paso a paso. Por ejemplo, si su miedo es salir solo en lugares lejos de su casa, puede ir practicando todos los días en salir de la casa, escoger caminar por un punto cardinal (norte, sur, este u oeste) avanzar hasta donde pueda, y al llegar a ese punto, marcar con una equis el lugar donde se encuentra, ese es su primer límite. Al siguiente día, se dirige hacia el mismo lugar e intenta avanzar un poco más al límite marcado, no hay problema si logra llegar al mismo límite, lo importante es seguir intentándolo.
5. Pida ayuda profesional si es necesario
Vencer el miedo no siempre depende por completo de nosotros mismos. Si tiene un problema como una fobia que le incapacita en varias áreas de su vida, es recomendable que consulte a un profesional de psicología. Las terapias para vencer el miedo son realmente efectivas y están en continua revisión. Si desea agendar una cita de psicología diríjase aquí.
Hoy es un gran y buen momento de romper con patrones no funcionales y empezar paso a paso a mirar el miedo de frente para que se convierta en valor, un miedo evitado se convierte en pánico. El valor, no es más que el miedo mirado a la cara y transformado, de límite a recurso.
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