Criar niños sanos y resilientes requiere de tiempo y de nuestra disposición a entender sus necesidades. A veces, los padres necesitan un poco de ayuda para poder entender cómo fomentar la resiliencia de sus hijos al interactuar con ellos. Tomemos como un ejemplo la siguiente escena.
Escuché el llanto antes de tocar a la puerta de la sala del examen. Estaba a punto de conocer a mi nuevo paciente y a su madre que venían para una evaluación de su desarrollo. Cuando abrí la puerta, encontré al niño a los pies de su madre. Lloraba mucho, pateaba sus pies contra el suelo y movía su cabeza de un lado a otro. Su madre se apresuró a contarme lo difícil que era su hijo. Ella habló de cuánto costaba complacerlo, hacer que dejara de llorar o que comiera. Intenté hacerle preguntas, pero me costó mucho trabajo tratar de decir algo.
Entonces, me agaché cerca del niño y encendí la luz de mi otoscopio. Él miró la luz y dejó de llorar. Apagué y encendí la luz de nuevo y él intentó agarrarla. Dejé que tomara la luz y le mostré cómo encenderla. Movió el botón, vio la luz, me miró a la cara y se rio. Jugamos con la luz durante varios minutos mientras su madre seguía contando su historia.
Me detuve a hablar con la madre del niño sobre la luz y su respuesta entusiasta. Ella lo miró brevemente, y luego continuó hablando. En consecuencia, el niño miró a su madre y de repente echó la cabeza hacia atrás y cayó al suelo, llorando de nuevo.
En ese momento, ella lo miró y me dijo: “Ve, se lo dije, él es imposible.”
Los Cimientos del Amor Incondicional
Me pone triste pensar en el encuentro de ese día. ¿Qué pasaba por la cabeza y el corazón de ese niño? Es fácil asumir que sólo estaba haciendo un berrinche y necesitaba algo de espacio. Sin embargo, he aprendido que su comportamiento es una clara reacción hacia un patrón general de crianza que obstaculizó el desarrollo de una conexión fuerte y amorosa entre él y su madre.
Jesús dijo: “Dejen que los niños vengan a mí, y no se lo impidan, porque el reino de los cielos es de quienes son como ellos”. En Mateo 19:13-15, ¡la gente trajo a sus hijos a Jesús para que él impusiera sus manos y orara por ellos, sin embargo, los discípulos se frustraron y reprendieron a estas personas!
Jesús instruyó a sus discípulos por el bien de los niños y por el nuestro también. Así que tenemos un ejemplo a seguir de cómo llevar a nuestros hijos a Jesús para su bendición y cuidado. Dios quiere que abramos nuestros ojos y entendamos el increíble privilegio y responsabilidad que tenemos como adultos – padres, cuidadores, y abuelos. Podemos comenzar el proceso de criar niños sanos y resilientes modelando el amor que Jesús tiene por nosotros y por nuestros hijos. Jesús bendijo a los niños y oró por ellos, y nosotros podemos hacer lo mismo.
Bendiciendo a sus Hijos
Una forma de bendecir a nuestros hijos y de ayudarles a crecer sanos y resilientes, es nutriendo sus almas a través de nuestras interacciones diarias como padres. En los últimos veinte años, varios métodos de crianza se han construido sobre la base de ayudar a los niños a aprender a manejar las emociones y tener autocontrol. Cada método comienza con los padres aprendiendo a cultivar el crecimiento de su hijo. El método del corazón nutrido, por ejemplo, se centra en las familias con niños que tienen TDAH, animando al niño a tomar buenas decisiones, a ejercer el autocontrol, a actuar con sabiduría y a mostrar compasión y cooperación. Para hacerlo, los padres toman los siguientes tres pasos:
- Negarse a recompensar los comportamientos negativos con tiempo y energía
- Reconocer intencionalmente el éxito conectando emocionalmente con el niño y mostrando aprecio por los comportamientos neutrales y positivos
- Crear reglas y consecuencias claras, simples y directas como “no golpear”, “no burlarse”.
En este enfoque, el padre se retira después de que el niño rompe una regla, esto permite que el niño se “reinicie”. Cuando los comportamientos neutros o positivos regresan, el padre se reconecta rápidamente con el niño y refuerza emocionalmente el comportamiento deseado.
Ayude a sus Hijos a Calmarse
El conteo 1-2-3 mágico, un enfoque de crianza algo similar, enfatiza la necesidad que tienen los padres de “mantenerse unidos” sin importar cuán ruidoso o persistente sea el niño o el adolescente. Este método anima a los padres a dar una advertencia (“Cuento una”) y dar al niño la oportunidad de volver a un estado de ánimo tranquilo. Si el padre tiene que contar hasta dos, luego tres, y el niño no tiene un cambio en el comportamiento, entonces recibe un “tiempo fuera”. Cuando el niño muestre una boca tranquila, un cuerpo tranquilo y manos tranquilas, mamá o papá concluirán el “tiempo fuera” y ofrecerán elogios y afecto físico, como un abrazo.
¿Y las consecuencias?
Si un niño ha herido los sentimientos de alguien, ha roto su juguete favorito o peor; el padre puede trabajar creativamente con el niño para que este se disculpe. Juntos, pueden hacer un dibujo de un corazón, compartir un juguete o escribir una carta de disculpa. Cualquier acción que vaya de acuerdo con la edad y la capacidad del niño puede ayudar a que entienda cómo reparar la ruptura de una regla familiar y animarlos a crecer para convertirse en niños sanos y resilientes.
¿Y las reglas?
Tal vez haya visto una versión de “Reglas de Casa” con una hermosa caligrafía o imágenes para mostrar en su casa. ¡A veces esas listas de reglas son bastante largas! Yo animo a los padres a canalizar sus propias reglas en tres ideas principales:
- No rompemos cosas
- Es importante abstenerse de herir a otras personas con nuestras palabras
- No está permitido hacer daño a otras personas o animales con nuestras acciones.
¿Qué opinas? ¿Son pocas reglas? Si bien hay múltiples reglas en la vida diaria de una familia que se centran en el cuidado de nosotros mismos y de nuestras cosas (cepillarse los dientes, hacer la cama y recoger los juguetes), otras, como ser amable con los hermanos, pueden caer bajo estas tres reglas generales.
A veces tienes que “elegir las batallas”. En otras palabras, algunas reglas no son tan críticas como otras. Recuerde que la mayor batalla es ganar el corazón y la mente de su hijo. Mantener y hacer crecer la relación con su hijo es más importante que asegurarse de que se comporte perfectamente. Su presencia tranquila y amorosa fomentará un crecimiento y un desarrollo saludable y sentará la base necesaria para que su hijo sienta la misericordia, la fidelidad, el pastoreo y la orientación de Dios durante toda la vida y la eternidad.
Responsabilidades
Mientras educábamos en casa a mis cuatro hijos durante unos años, utilicé un libro de trabajo que describía las tareas de desarrollo necesarias para que un niño crezca y se convierta en un joven adulto y viva de forma independiente. Cada edad y etapa contenía su propia y larga lista. Este proceso me ayudó a ver el panorama general de la crianza de cada niño para que pudieran asumir más responsabilidades con cada año, desde ayudar a lavar trastes, hasta sacar la basura, lavar la ropa (sin mezclar camisas rojas con pantalones cortos blancos en el ciclo de agua caliente), y aprender a conducir.
Pasamos algún tiempo abordando estas tareas junto con algunos resultados sorprendentes. Cuando se pidió tener más privilegios, revisamos las correspondientes habilidades para la vida que irían de la mano con eso. Cuando averiguaron qué más tenían que hacer, su respuesta fue a menudo “¡de ninguna manera, no quiero tener que hacer eso ahora!” Eso ayudó a poner en perspectiva esos gritos por más “derechos”. Además, ayudó a cada niño a ver lo mucho que realmente tenía que crecer. Podemos bendecir a nuestros hijos con la adición gradual de responsabilidades acompañadas de una creciente independencia. Necesitamos observar y estudiar a nuestros niños y ayudarles a ver sus propias fortalezas y dones para el futuro. Este es otro paso para criar niños sanos y resilientes.
Bendición en medio de circunstancias desafiantes
Hay desafíos singulares que algunos niños enfrentan a una edad muy temprana: necesidades especiales, estar en un orfanato, la adopción y las enfermedades crónicas. Por lo tanto, los patrones de crianza constantes, tranquilos y positivos pueden no resolver todos los problemas profundos y traumáticos de estos niños. Pero pueden ayudar a los niños a aprender que están seguros, son valorados y amados incondicionalmente. Los padres se benefician al apoyarse en Jesús para aprender a nutrir, apoyar y criar a los niños desafiantes hasta convertirlos en adultos saludables.
En Mateo 18: 3-5, Jesús dice a sus discípulos: “Les aseguro que a menos que ustedes cambien y se vuelvan como niños, no entrarán en el reino de los cielos. Por tanto, el que se humilla como este niño será el más grande en el reino de los cielos. Y el que recibe en mi nombre a un niño como este, me recibe a mí.” Tengo el privilegio de recibir a “estos pequeños” en mi trabajo como pediatra de desarrollo. Que Dios continúe bendiciendo a los padres y cuidadores con las habilidades para criar niños sanos y resistentes y el privilegio de cuidar a los que les han sido confiados.
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© 2020 Focus on the Family. Todos los derechos reservados. Usado con permiso. Escrito por Annelise Spees, M.D. y publicado en inglés en focusonthefamily.com.