Una vez hubo un hombre que sacó tres truchas de un arroyo de montaña y las colocó cuidadosamente de lado a lado en un espeso espacio de hierba. Antes de que los sacara del agua, eran como un ballet líquido en movimiento. Fluídos. Agraciados. Vibrantes. Vivos.
Después de que las pescó, fue otra historia.Cuando las truchas estuvieron sobre la hierba, se quedaron inmóviles. Sus ojos estaban fijos. Jadeaban por aire, y se veían – y actuaban – como tontas.
El hombre notó que parecían infelices, por lo que habló con ellas, esperando que su motivación las cambiara.
“Pescaditos, no estén tristes. Les gustará la hierba. Solo pruébenla por un rato“. No hubo movimiento. Ni respuesta. Ni cambio.
Pasaron unos segundos más. Pasó el vecino del hombre. “¡Hola, Bob! ¡Ven y mira a estos peces!”.
Bob se acercó, y el hombre le explicó que estaba seguro de que los peces podrían adaptarse. “Estoy seguro de que podrían prosperar aquí en la hierba. ¿Estás de acuerdo?”
“¿Por qué no?“, respondió Bob. Entonces él también trató de decirle a los peces que sería bueno que aprendieran a disfrutar de la hierba. Después de todo, a él le gustaba la hierba. ¿Por qué a ellos no? Aún así, los peces ni parpadearon. Simplemente se quedaron allí viéndose cada vez más tontos .
Finalmente, un niño pequeño se acercó exclamando: “¿Qué están haciendo? ¡Devuélvanlos! No pueden ser todo lo que han sido creados para ser cuando están fuera del agua“.
Finalmente convencido, el hombre colocó cuidadosamente cada pez en el arroyo. Después de salpicar por un segundo, los tres peces se alejaron sin esfuerzo. Una vez más, era como un ballet líquido. ¡Qué facilidad! ¡Qué gracia! ¡Qué belleza!
En ese momento, el hombre entendió que no importa cuánto tiempo permanecieran los peces en el pasto, nunca se adaptarían, y nunca estarían satisfechos, sin importar cuánto él (o cualquier otra persona) les dijera lo contrario. Incluso si los peces trataran de convencerse a sí mismos de que podrían aprender a apreciar la hierba, nunca lo harían y nunca prosperarían. De hecho, eventualmente morirían.
¿Se siente como un pez fuera del agua? Su prolongada insatisfacción, los dones dados por Dios, las pasiones y las voces de los demás podrían decirle que fue creado para otro propósito. Si siente que está muriendo por dentro, como estos peces, escuche: esto podría ser justo lo que necesita para empujarlo a otro océano más satisfactorio.
Escuche a su insatisfacción
Nos han enseñado a creer que la insatisfacción es algo malo y que debemos hacer todo lo posible por evitarla. Ocúltela. Ignórela. Actúe como si no le molestara. Tome una pastilla. Póngase una sonrisa. Compre algo nuevo, o decida que la miseria es parte del “cargar nuestra cruz”. Pero, sobre todo, no considere que Dios pueda usar la insatisfacción para hacernos sentir incómodos, al punto de querer nadar a otro océano donde nuestros dones puedan brillar.
No me malinterprete, la insatisfacción puede ser el resultado de una guerra espiritual (Ef. 6: 10-12) y no una indicación de que estamos fuera de la voluntad de Dios. Pero también puede ser una señal de tránsito indicando que Él tiene otro propósito para nosotros. Entonces, si se siente miserable en su carrera o en su trabajo actual (y ha estado así durante mucho tiempo), ha orado, ha buscado el consejo de otros, ha buscado orientación a través de las Escrituras, y aún así sigue sintiéndose miserable, considere que Dios Puede tener otro plan.
Escuche a otros
Una de mis amigas más cercanas se ilumina cuando habla de mentorear a mujeres jóvenes. Ella también tiene un tremendo sentido comercial. Le he sugerido que quizás Dios pueda usarla para iniciar una organización o ministerio de mentoreo. Cuando compartí mis pensamientos con ella, dijo: “Sabes, he oído eso de muchas personas“.
Así como la insatisfacción puede ser una señal de tránsito de Dios para mostrarle su propósito, escuchar lo que otros dicen sobre sus dones puede ser lo mismo; así que cuando alguien se dé cuenta o comente sobre alguno de sus talentos, tome nota. Dios puede estar tratando de decirle algo a través de su gente.
Hay ocasiones en que no debemos escuchar lo que dicen los demás. Pero cuando lo que dicen de nosotros está de acuerdo con nuestras pasiones, convicciones internas, dones y lo que Dios ya nos ha revelado, puede ser una indicación sólida de que es nuestro propósito dado por Dios.
Escuche a sus dones
Nunca me han gustado las matemáticas. Cada vez que me acerco a un problema de matemáticas, me quiero volver loco. Los números nunca han sido lo mío y supongo que nunca lo serán porque Dios me creó con diferentes dones. Aunque no puedo con las matemáticas, puedo escribir, pintar, dibujar, cantar y comunicarme bien. Estos dones también son señales de tránsito por medio de las cuales Dios me dirige.
¿Alguna vez ha considerado sus talentos y sus dones? ¿Le gusta el fútbol? ¿Es un pensador estratégico? ¿Un gran oyente? ¿Puede motivar a otros a actuar con sus palabras? ¿Es experto en construir cosas? Sugiero hacer una lista de las cosas y actividades que le interesan, y en las que sobresale. También puede preguntarse: “¿Qué es lo que hago mejor que otros?” Esto también puede indicarle el propósito dado por Dios.
Los dones que Dios nos da son como pequeñas semillas plantadas dentro de nosotros, pero para que crezcan, tenemos que usarlas. Esto significa que si no puede identificar cuáles son esas “Semillas de Regalo” que Dios le ha dado, intente hacer cosas nuevas que le interesen. A través de estas nuevas experiencias, Dios le revelará más sobre quién es y cómo le ha llamado a servirle.
Escuche a sus pasiones
Si yo pudiera preguntarle: ¿qué le enoja, alegra, emociona o apasiona, qué diría? Tome nota de cuando sus emociones son conmovidas; esos tiempos pueden ser una señal de cuál es su propósito dado por Dios.
Me enojo por la condición impía del mundo. Cuando escucho que los niños pequeños son abusados, me enojo. Cuando alguien me cuenta una historia sobre el amor leal, me siento profundamente conmovida. Un exquisito arreglo de palabras en una página llena mi corazón de pasión. Una historia sobre la angustia de alguien me duele. Hablar de Cristo me conmueve. Cuando se combinan con mis talentos, estas pasiones apuntan en la dirección de mi propósito de comunicación escrita y hablada sobre cosas que impactan profundamente a las personas en un nivel espiritual y emocional.
Ore. Pídale a Dios que le muestre las cosas que lo conmueven y haga una lista. Y recuerde, Él quiere que descubra el propósito que tiene para usted, más que usted mismo.
Por último, considere que su propósito no es solo sobre usted; se trata de lo que Dios quiere hacer a través suyo. Por lo tanto, si ignora o descuida su insatisfacción, lo que otros dicen de usted, sus dones y sus pasiones, no solo se está traicionando a sí mismo, sino que también traiciona a Dios; porque Él le ha llamado a un propósito, y quiere que camine en él, para los demás y para su propia alegría.
También tenga en cuenta que, puesto que Dios lo ha llamado, Él es completamente capaz de revelarle su propósito, y lo buscará diligentemente (Hebreos 11: 6).
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*Translation © 2018 Focus on the Family. All rights reserved. Used with permission. Originally published in English at focusonthefamily.com