¿Qué tal si en esta temporada examina su corazón y su vida? ¿Qué tal si busca aquellos lugares donde aún necesita morir a usted mismo? ¿Qué tal si ora para tener la voluntad de tomar su cruz y seguir a Jesús en su muerte?
Es importante recordar que al final de la cuaresma hay una tumba. Desde el momento en que nació, Jesús estaba marchando hacia su muerte. Tenía que estar dispuesto a sufrir y morir para que la redención fuese alcanzada y aplicada. La muerte era la descripción de su trabajo. La muerte era su destino, pero la muerte no era su derrota, porque la muerte no era el final de la historia de Jesús el Mesías. Lo que parecía la victoria definitiva del mal sobre el bien, lo que parecía una devastadora derrota y un triste final de la historia redentora, era en realidad la mayor victoria del poder y la gracia divina que el mundo jamás había visto. El Mesías había venido. En su vida perfectamente justa, Él había conquistado el pecado, pero eso no era suficiente. La esperanza de la humanidad dependía de si Él tenía o no el poder para derrotar al enemigo final, la muerte. Y la tumba vacía fue una respuesta gloriosa a esta interrogante. La tumba vacía es una promesa de que Dios nunca dejará Su obra redentora a medias. Él completará todo lo que se necesite hacer para que Sus hijos escogidos experimenten la gama completa de las bendiciones de Su gracia.
Lo que voy a decir a continuación podría sorprenderle; podría incluso desalentarlo. Pero voy a explicar la importancia de esta sorprendente declaración. Al final de la cuaresma, también está su muerte. Durante esta temporada, más que en cualquier otra, nos enfocamos y contemplamos la impactante y cruel muerte de la única persona perfecta que ha vivido. Meditamos en su disposición a morir, en lo esencial que fue esa muerte y en su beneficio para todos los que ponen su confianza en el Señor Jesucristo. La muerte es el motivo central de esta temporada de conmemoración, y es el motivo que se conmemora no solo por la muerte de Jesús, sino porque durante esta temporada escuchamos de nuevo otro llamado a morir. La muerte es requerida para cada seguidor del Señor Jesucristo. Conocer la gama completa de beneficios que conlleva la nueva vida que nos promete la resurrección de Jesús requiere que nosotros también muramos. En el evangelio llegamos a comprender que la muerte es la senda ineludible hacia la vida.
Considere estos pasajes:
(Jesús) Dirigiéndose a todos, declaró: “Si alguien quiere ser mi discípulo, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz cada día y me siga” (Lucas 9:23 NVI).
“Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio la salvará” (Marcos 8:35 NVI).
“Ciertamente les aseguro que, si el grano de trigo no cae en tierra y muere, se queda solo. Pero, si muere, produce mucho fruto” (Juan 12:24 NVI).
“Y el que no toma su cruz y me sigue no es digno de mí” (Mateo 10:38 NVI).
“He sido crucificado con Cristo, y ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí. Lo que ahora vivo en el cuerpo, lo vivo por la fe en el Hijo de Dios, quien me amó y dio su vida por mí” (Gálatas 2:20 NVI).
“¿Qué concluiremos? ¿Vamos a persistir en el pecado para que la gracia abunde? ¡De ninguna manera! Nosotros, que hemos muerto al pecado, ¿cómo podemos seguir viviendo en él? ¿Acaso no saben ustedes que todos los que fuimos bautizados para unirnos con Cristo Jesús en realidad fuimos bautizados para participar en su muerte? Por tanto, mediante el bautismo fuimos sepultados con él en su muerte, a fin de que, así como Cristo resucitó por el poder del Padre, también nosotros llevemos una vida nueva” (Romanos 6:1-4 NVI).
“Él mismo, en su cuerpo, llevó al madero nuestros pecados, para que muramos al pecado y vivamos para la justicia. Por sus heridas ustedes han sido sanados” (1 Pedro 2:24 NVI).
“Que cada día muero, hermanos, es tan cierto como el orgullo que siento por ustedes en Cristo Jesús nuestro Señor” (1 Corintios 15:31 NVI).
“Por lo tanto, hermanos, tomando en cuenta la misericordia de Dios, les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios” (Romanos 12:1 NVI).
El evangelio ofrece algo que nada ni nadie más puede ofrecerle: vida. Pero al ofrecerle la vida, el evangelio le llama a morir. Esa muerte es tanto un evento como un proceso. Por el plan de redención de Dios estamos unidos a Cristo en su muerte y en su resurrección. En ese sentido, en el momento en el que creyó en Cristo experimentó una muerte y una resurrección. Pero hay más; ahora que está unido a Cristo está llamado a una entrega muy específica, que es morir a usted mismo. Usted simplemente no puede entender el evangelio sin este llamado de seguir a Cristo en su muerte. Estamos llamados a morir al pecado.
Estamos llamados a morir a esa vida en la que hacíamos lo que queríamos, cuando queríamos hacerlo y como queríamos hacerlo. Estamos llamados a morir a establecer nuestras propias reglas y vivir como nos plazca. Estamos llamados a morir a gobernar nuestras propias vidas. Estamos llamados a dejar de lado nuestra soberanía autoproclamada, viviendo como si fuéramos el único amo que necesitamos, y a rendirnos a nosotros mismos y a todo lo que tenemos a Otro Amo. Estamos llamados a morir a nuestros deseos de comodidad, placer y gloria, y entregarnos para buscar la gloria del Rey y el éxito de Su reino.
Estamos llamados a morir a nuestra propia justicia y a encontrar nuestra esperanza, ayuda y consuelo en la justicia que Jesús ha entregado a nuestra cuenta. Esta muerte que acabo de describir es un proceso que implica escanear diariamente nuestras vidas para ver aquellas cosas que aún viven en nosotros y que no deberían vivir, y luego orar por la fortaleza que necesitamos para morir nuevamente.
Tal como la muerte de Jesús, esta muerte no es una derrota, sino una enorme y gloriosa victoria. En cualquier área en la que muera, usted será resucitado a una nueva vida en esa área. Es la obra continua de la resurrección, la transformación, y la liberación de la gracia santificadora. Así que, en esta temporada, ¿qué tal si escanea su corazón y su vida? ¿Qué tal si busca aquellos lugares en donde aún necesita morir a usted mismo? ¿Qué tal si pide por tener la voluntad de tomar su cruz y seguir a Jesús en su muerte? ¿Qué tal si celebra el hecho de que morir a uno mismo nunca es una derrota, sino un paso más en las continuas victorias de la gracia que pueden ser suyas porque se ha unido a Jesús en Su muerte y resurrección?
La cuaresma le llama a morir, ¡Y eso es algo muy bueno!
Para Que El Mundo Sepa
Acompañe al profesor e historiador Ray Vander Laan en esta caminata por la tierra de la Biblia en localidades del Medio Oriente, de Grecia y otros lugares. En cada lección, Ray esclarece el contexto histórico, geográfico y cultural de las Escrituras, lo cual transformará su entendimiento de Dios.
Contenido tomado del título, Journey to the Cross [El camino de la cruz] de Paul David Tripp, ©2021. Usado por el permiso de Crossway, un ministerio editorial de Good News Publishers, y de Publicaciones Faro de Gracia, quien lo publica en el español.