No es extraño que entre esposos existan diferentes niveles de deseo sexual. Aprendan cómo lidiar con deseos sexuales diferentes y hagan de su vida sexual una bendición.
Desde que tiene memoria, Emilia siempre ha tenido un fuerte deseo sexual.
“La mayor parte del tiempo, estoy dispuesta en cualquier momento” dice ella. “Si Alfredo (su esposo) quiere tener sexo varias veces al día, siempre puede contar conmigo!”
Alfredo tiene, lo que la mayoría de los consejeros llamaría, un “deseo sexual promedio”. Acercándose a sus 50 años, está dispuesto a dos o tres encuentros sexuales por semana, pero eso es probablemente menos de la mitad de las veces que Emilia quisiera.
Comenzaron a sentirse frustrados por sus diferentes deseos de tener intimidad desde su luna de miel. Emilia esperaba que después de su boda, disfrutaran del sexo un par de veces al día, todos los días.
Alfredo tenía otros planes para su luna de miel. “Estábamos pagando una gran cantidad de dinero para visitar otra ciudad y teníamos entradas para Disney World que no eran nada baratas. Yo esperaba salir de la habitación de nuestro hotel de vez en cuando”.
La tensión por sus diferencias en el deseo continuó causando fricción por los siguientes diez años. “Que Emilia me persiguiera sexualmente era una constante”, recuerda Alfredo.
Emilia concuerda: “Él está en lo cierto. Lo buscaba todos los días e inclusive si durante la mañana habíamos tenido sexo, lo buscaba más tarde en el día. La falta de reciprocidad de Alfredo frustraba y hería a Emilia. Ella llegó a decirle: “¿Tienes idea de cuántos esposos desearían tener una esposa como yo?”.
Alfredo sabía que eso era cierto, pero él insistía: “no me das la oportunidad de ser yo quien te busque”.
Después de 10 años, el corazón de Emilia había comenzado a cerrarse.
Juan y Karla también tuvieron conflictos durante los primeros años de su matrimonio en el área sexual. Juan quería tener sexo casi todos los días, pero para su segundo año de matrimonio, la cantidad de sexo que tenían coincidía con el calendario lunar; tenían sexo quizás una vez al mes. Para Karla, incluso esa “vez al mes” era mayormente una obligación.
No es que ella no disfrutara del sexo. “Juan me hace sentir muy satisfecha físicamente” explicó Karla. Pero el sexo nunca fue algo que ella deseara hacer incluso antes de que ellos tuvieran intimidad.
Después de luchar con años de desánimo por sus diferentes deseos sexuales, ellos sabían que tenían que hacer cambios. Ambos eran creyentes comprometidos y el divorcio nunca había sido una opción. Pero tampoco querían seguir sintiéndose miserables. Ambos estaban desesperados por encontrar una solución a su conflicto que lograra mantener intacto su matrimonio. Era hora de confrontar lo que estaba minando su matrimonio y resolverlo.
Si estas historias suenan similares a la suya, no se desespere. Es posible llegar a conciliar sus diferentes deseos sexuales y encontrar felicidad en su vida sexual. Intente estas ideas para empezar a hacer un cambio.
Ponga en perspectiva sus diferencias
Si ha tenido problemas en su matrimonio por sus diferentes deseos sexuales, poner esas diferencias en perspectiva puede ayudarle. A pesar de que normalmente se habla de esto como si fuera un problema, es un tema muy común en casi todas las parejas. De hecho, es poco común que una pareja quiera tener sexo la misma cantidad de veces y en el mismo horario. No hay nada de malo en una pareja que refleja la experiencia de la mayoría de las parejas casadas.
¿Y por qué hacer de esta diferencia acerca del sexo algo más importante que todas las demás diferencias? La mayoría de las parejas difieren en otros aspectos de su relación; como el tiempo de tener conversaciones serias, el tiempo para salidas divertidas, o incluso, el tiempo para salir a cenar. Hay muchas áreas donde los deseos de los cónyuges no calzan en el matrimonio, creer que las diferencias en cuanto a deseos sexuales son distintas a esas otras diferencias no es realista.
Conciliar diferentes niveles de deseo no es lo mismo que “reparar” o “curar” diferentes niveles de deseo.
Tenga en cuenta que el acoso constante por cuestiones sexuales puede ser parte de una relación abusiva. Este consejo es para parejas donde ambos cónyuges se sienten seguros y libres de expresar su deseo o de decir “no” sin temor a represalias.
Busquen la satisfacción mutua
Karla se sintió confrontada cuando se unió a un grupo pequeño de esposas cristianas y alguien mencionó la frase “control de acceso”. Este término es usado por consejeros modernos de muchas maneras, pero, en este contexto, las otras esposas lo aplicaban al sexo, donde lo usaban para describir como un cónyuge empieza a controlar lo que sucede en la habitación. El cónyuge que siempre está diciendo que sí, o que no, o que impone una lista de condiciones para la intimidad sexual es llamado un guardián de acceso.
Claro que todo cónyuge tiene derecho a poder decir sin temor “hoy no, cariño”. El sexo requiere una gran inversión de energía relacional, emocional, y física, y a veces, un cónyuge no se siente capaz de hacer esta inversión. Aun dentro del matrimonio, es válido y respetable decir “No”.
La falta de deseo sexual también puede venir de la falta de higiene del cónyuge, altas demandas o prácticas sexuales egoístas. Estos son problemas más relacionales que sexuales. Hablar sobre nuestra vida sexual puede ser aterrador, especialmente de las cosas que su cónyuge puede estar haciendo y que disminuyen tu interés en la intimidad sexual.. He visto parejas que han aguantado 20 años de frustración sexual solo porque uno, o ambos cónyuges, temen tener una conversación corta, pero difícil. El primer paso para restaurar su vida sexual podría ser tener esa conversación que ha estado postergando.
Por otro lado, el control de acceso no es cuando se dice “hoy no” ocasionalmente. Es un patrón de comportamiento donde usted controla a su cónyuge haciendo del sexo algo tan difícil de experimentar que su cónyuge se veo obligado a brincar obstáculos antes de que usted diga que sí. Y si su cónyuge no brinca los obstáculos correctamente, el cónyuge guardián podría decir: “Ajá! parece que no vamos a tener sexo esta noche”.
¿Cómo se puede superar el control de acceso? No haciendo del sexo un “deber marital”, no sermoneando a su cónyuge sobre su control de acceso, no haciendo berrinche y haciendo sentir a su cónyuge culpable. Estas son, en realidad, de las peores maneras para resolver el conflicto y algunos de estos comportamientos pueden resultar abusivos.
En su lugar, es mejor enfocarse en construir una relación sexual enmarcada en el placer mutuo dándose a la tarea de trabajar en la salud espiritual, emocional, relacional y física de cada cónyuge (ya que cada una de estas áreas puede interferir con el deseo sexual). En muchos matrimonios, cuando los esposos trabajan en estas áreas, el control de acceso muere de forma natural.
Sin embargo, en otros matrimonios, el control de acceso puede tener sus raíces en manipulación y egoísmo, tal como Karla abiertamente admite era el caso en su matrimonio. Su comportamiento no era malintencionado, sino una falta de conciencia sobre lo perjudicial que era para su matrimonio la poca frecuencia de sus relaciones sexuales.
La segunda pieza del rompecabezas era comprender la diferencia entre un impulso sexual receptivo y un impulso sexual espontáneo
Reconozca los diferentes impulsos
Si usted tiene un impulso sexual espontáneo, no necesita muchos estímulos para desear sexo. Una leve visión del cuerpo de su cónyuge o un roce sugestivo puede encender su deseo. Incluso el solo pensar o la sola mención de sexo puede hacer que usted este “listo para empezar”.
Si usted tiene un impulso sexual receptivo, usted realmente no desea sexo sino hasta que es físicamente estimulado.
Un esposo, o esposa, con un impulso sexual receptivo no desea sexo sino hasta que la relación sexual ya está en marcha. Por la forma en que su cerebro trabaja, necesita cierto estimulo físico antes de que el pensamiento de tener sexo suene atractivo. Si no se permite que comience el contacto físico, el sexo parece ser más una ardua tarea que algo atractivo. Una vez que tiene relaciones sexuales, puede quedar completamente satisfecho, pero esta persona tiende más a disfrutar de los recuerdos del sexo vivido que de la idea de tener sexo.
Su impulso natural no es algo que usted escoge. Su cerebro es como es. Pero entender la diferencia entre el deseo espontáneo y el deseo receptivo puede hacer maravillas en convertir sus relaciones sexuales en una bendición en vez de una carga.
Si usted es una persona con un impulso sexual receptivo, recuerde que su matrimonio podría necesitar momentos más frecuentes de intimidad sexual, incluso si usted no siempre tiene deseo sexual.
Sintiéndose confrontada por su control de acceso e identificando cuál tipo de impulso sexual tenía, Karla dice que “comenzó a estar más abierta a los avances sexuales de Juan”. En lugar de siempre decir que no o culpar a Juan por querer tener sexo de forma regular, ella permitió que las cosas evolucionaran, talvez no siempre hacia la relación sexual, pero sí, al menos, a algunas caricias íntimas.
Antes, si Juan comenzaba a acariciar la espalda de Karla estando ella acostada, en lo que parecía ser una invitación al sexo, ella se ponía tensa y respondía “Hoy no” o “tengo que levantarme temprano mañana”.
Karla comenzó a hablarse a sí misma de una forma amable pero firme. “Está bien, él solo te está masajeando. Tranquila, no digas que no automáticamente, trata de involucrarte y reconoce que esta es su forma de demostrar amor. Puedes demostrarle que lo amas acariciándolo también”.
Es importante señalar que ella no estaba aceptando tener sexo, estaba disponiéndose a considerarlo, sin presiones y sin expectativas.
Comprenda las causas de las situaciones
Mientras trata de conciliar las diferencias en el deseo sexual, tome en consideración las siguientes situaciones que pueden causar conflicto:
No se lo tome personal
Aunque es difícil no hacerlo, trate de no tomar las diferencias en sus deseos sexuales de forma personal. El cónyuge que desea tener sexo más frecuentemente podría sentirse no deseada/o; el cónyuge que desea tener sexo menos frecuentemente podría sentirse defectuosa/o. Ninguna de las dos perspectivas nos lleva a una sanidad.
En el caso de Alfredo y Emilia, el deseo sexual de Alfredo es completamente normal, no hay nada malo con él. Por otro lado, Emilia se preguntaba si había algo malo con ella, especialmente cuando escuchaba cómo se supone que son los esposos los que constantemente andan persiguiendo a sus esposas.
Los hombres y mujeres que están casados con personas receptivas necesitan comprender que aun si su cónyuge no toma la iniciativa de iniciar el cortejo, eso no significa que usted no le atrae o que no le gusta tener sexo con usted. No puede culpar a su cónyuge por lo que él o ella desean o no desean.
Dicho esto, Juan admite que es razonable tratar de alentar a su cónyuge receptiva a ser más activa. Y cree que el cónyuge con el deseo espontáneo debe iniciar con mayor frecuencia, sin resentirse por ello. “No pelees por quien empieza. A menudo él o ella no puede evitarlo. Alégrate de que estén dispuestos a responder”. Juan
Aprende que “tal vez” es una expresión saludable
Karla tuvo que aprender que decir automáticamente que “no” no ayudaba con el problema. Ella y Juan tuvieron que aprender a vivir con un “tal vez” por un periodo corto de tiempo. Acurrucarse en la cama no es garantía de que habrá sexo. Pero pueden darse unos cuantos besos, acariciarse un poco y ver si con eso el deseo sexual despierta. La mayor parte del tiempo, el deseo sexual aparecerá, aunque no siempre y ambos cónyuges necesitan estar de acuerdo con eso. La clave es superar ese “no” automático.
“Sé que Karla está comprometida con el hecho de tener relaciones sexuales mutuamente satisfactorias de forma regular”, explica Juan, “pero también sé que eso no significa que ella estará dispuesta cualquier noche solo por el hecho de que yo lo esté. Ella me está dando la oportunidad de despertar su interés, si no sucede pues no sucede, pero aprecio el hecho de que, al menos, ella está abierta a la idea”.
Algunas veces, el amor y cuidado de Karla por Juan se verá reflejado en estar dispuesta a la intimidad aun cuando inicialmente no lo estaba. Y el cuidado y amor de Juan por Karla implicará no presionar por sexo cuando ella simplemente no tiene los mismos deseos sexuales que él tiene.
No se trata solo de sexo
Un punto de inflexión para Emilia y Alfredo se produjo cuando Emilia se sintió confrontada por Dios en estar tan centrada en que Alfredo no quisiera tener relaciones sexuales con tanta frecuencia, al punto que perdió de vista todas las otras formas en que él era un esposo generoso y amable.
En respuesta, ella colocó una pizarra al lado del lavatorio de Alfredo en el baño principal y con marcadores comenzó a escribir motivaciones diarias:
- “Te amo porque me haces panqueques.”
- “Te amo por cambiar el aceite del auto.”
- “Te amo por cambiar los pañales del bebé y quedarte despierto hasta tarde con ella anoche.”
- “Te amo por ser un papá tan divertido para nuestros hijos.”
Estos comentarios diarios causaron una revolución para Emilia y Alfredo y ayudaron a resolver el conflicto sobre sus diferentes deseos sexuales.
“Me cambió” dijo Emilia mientras lloraba. “pude ver todas las maravillosas formas en que él me demostraba amor más allá de la decepción que sentía al ver que no me buscaba sexualmente y que no podía ver por enfocarme tanto en esa área”
Para Alfredo, fue una gran motivación. “Me sentí tan valorado de que ella estuviera viendo todas las cosas que hacía para demostrarle mi amor, que me hizo querer hacer aún más por ella.”
Alfredo empezó a vivir con una nueva alegría. “La actitud de Emilia hacia mí cambió. Se trataba menos de una expectativa constante de sexo que nunca podría cumplir, y más de que ella simplemente me amaba como esposo y no tenía que tratarse de sexo todo el tiempo. Eso fue más atractivo para mí. La amo como mi esposa, no solo como mi pareja sexual”.
Emilia añade: “No escribía esas cosas en la pizarra para obtener más de él. Solo quería asegurarme que él supiera que veía lo que él hacía por mí”.
Hablen del “porqué” tanto como hablan del “qué”
Si usted es la persona con un impulso espontáneo, no le diga simplemente a su cónyuge que necesita, dígale por qué lo quiere.
Es una conversación muy diferente cuando un esposo dice, “eres la mujer más hermosa, amable e inteligente del mundo y solo quiero estar tan cerca de ti como me sea posible”
O podría decir: “no hemos estado conectando últimamente, pero sé que hacer el amor contigo nos puede ayudar a reconectarnos, lo extraño!”
Un esposo dijo: “me siento como Superman cuando sé que estás estresada y te puedo ayudar a disfrutar de un maravilloso clímax. Me hace tan feliz saber que puedo hacer que mi esposa se sienta tan bien.”
Dígale a su cónyuge por qué quiere tener sexo con él o ella y qué significa eso para usted, de esta forma no se interpretará como un mero deseo físico egoísta.
Identifique otros problemas
El deseo sexual de Emilia era alimentado en parte por temores emocionales que Alfredo pudo trabajar de otras formas. Esto nos recuerda que los problemas sexuales casi nunca están relacionados solo con sexo. Podría ser necesaria la sanidad espiritual (trabajar en la influencia de la pornografía), sanidad emocional (trabajar con traumas), sanidad física (una mala condición física puede inhibir el deseo y el desempeño sexual) y sanidad relacional (la ira y la amargura matan el deseo sexual).
Busque el contentamiento
Karla está encantada con sus nuevas relaciones sexuales. “Me siento mucho más feliz en mi matrimonio. El peso de esos malos sentimientos, el resentimiento y la cautela se han ido. Se siente mucho mejor.”
Aunque ella tiene un impulso sexual receptivo, Karla admite: “me gusta tener sexo con más regularidad. Con relaciones sexuales más frecuentes, la confianza ha crecido, la felicidad ha crecido y… he podido entenderlo a él mejor.”
La pareja se ha adaptado a un horario bastante regular de dos o tres veces por semana, con un aumento ocasional durante un fin de semana especial.
Juan se siente satisfecho con esto, pero admite que “tener más sería muy bueno”. Si hiciera berrinche por el hecho de que no tiene relaciones sexuales cuatro o cinco veces por semana, arruinaría las dos o tres veces por semana que sí tienen relaciones sexuales. Pero si Karla esperara que él fuera feliz una vez al mes, ella no mostraría empatía ni fomentaría la comprensión.
Si usted se obsesiona con la brecha que existe entre lo que tiene y lo que quisiera tener, podría arruinarlo todo. Cuando un cónyuge con un alto deseo sexual espera que un cónyuge con un deseo sexual más bajo tenga relaciones sexuales con tanta frecuencia como él o ella quisiera, normalmente termina en dos cónyuges frustrados. El ceder no es una mala palabra; es a menudo el guardián del contentamiento. Las Escrituras nos llaman a estar contentos cualesquiera que sean las circunstancias (Hebreos 13:5; Filipenses 4:11-13), esto incluye estar contentos con la forma de pensar y el deseo sexual de nuestro cónyuge!
El matrimonio de Emilia y Alfredo también ha mejorado. Emilia aún está dispuesta a tener sexo todos los días. “Que puedo decir al respecto?” “Alfredo es un hombre guapo”.
¿Y qué piensa Alfredo? “También me gusta hacer otras cosas,” dice riendo.
“Algunas veces él preferiría ir a caminar!” añade Emilia. “¿Puedes imaginar eso?”
Pero se pusieron de acuerdo en tener sexo cada dos días y ambos parecen estar satisfechos con el acuerdo.
La clave es que ambos se sientan felices de donde están en este momento. Emilia podría desear tener más sexo, pero se siente satisfecha. Y Alfredo posiblemente no escogería tener sexo cuatro veces a la semana, pero se siente feliz de complacer a Emilia. Sus diferentes deseos fueron en algún momento fuente de grandes dolores de cabeza, pero ahora ellos experimentan gozo y comodidad.
Cuando de diferentes deseos se trata, no existe una respuesta correcta o incorrecta en cuanto a qué tan frecuentemente las parejas deben tener sexo. La clave es que el sexo se convierta en una bendición para el matrimonio y no una carga. Es mucho más importante que cada cónyuge se sienta valorado, amado, apreciado y deseado.
*Los nombres ha sido cambiados.
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© 2024 Focus on the Family. Utilizado con permiso. Originalmente escrito por Gary Thomas y publicado en inglés en focusonthefamily.com.