La convivencia — vivir juntos fuera del matrimonio — se ha vuelto más popular en las últimas seis décadas. Desde 1960, el número de parejas que conviven ha incrementado casi veinte veces en los Estados Unidos. Las últimas dos décadas han experimentado un crecimiento explosivo; el porcentaje de parejas que conviven ha aumentado alrededor del 50% desde mediados de la década de los 90, y más del doble en números reales durante estos años. Hoy en día, más del 60% de los matrimonios están formados por personas que han convivido, con su cónyuge o con otra persona, en algún momento de sus vidas.
Muchas personas creen erróneamente que vivir juntos es un método efectivo de poner a prueba un posible matrimonio para determinar si la pareja es compatible. Pero ¿la convivencia es realmente una decisión inteligente para esas parejas interesadas en un matrimonio saludable y duradero? ¿Sirve como un buen campo de prueba? ¿Ayuda a construir relaciones más fuertes y saludables?
La buena noticia es que no tenemos que preguntarnos acerca de las respuestas a estas importantes preguntas. Una gran cantidad de investigación sólida en ciencias sociales de las principales universidades del mundo ha estado respondiendo estas preguntas durante muchas décadas, y los hallazgos son concluyentes. Esta investigación nos permite aprender de la experiencia de millones de personas que han vivido juntas fuera del matrimonio. Abordemos algunas de las preguntas más importantes que las personas se hacen sobre la convivencia.
¿No son el matrimonio y la convivencia esencialmente lo mismo, un hombre y una mujer simplemente haciendo una vida juntos?
Los investigadores nos dicen que la convivencia no se parece en nada al matrimonio, son dos tipos de relaciones muy diferentes. De hecho, los investigadores descubrieron que el comportamiento de los que viven juntos tiende a parecerse al de las personas solteras en la forma en la que viven y la manera en la que se desenvuelven en sus relaciones. El eminente sociólogo James Q. Wilson explica: “Los académicos consideran cada vez más la convivencia como un sustituto de la soltería, no como alternativa al matrimonio.” En pocas palabras, las parejas que viven juntas no actúan como personas casadas.
Lo que la mayoría de las personas no se da cuenta, es que existe una diferencia en el compromiso entre estos dos tipos de relaciones que genera diferencias importantes y medibles. Incluso cuando las parejas son similares en cuanto a indicadores socioeconómicos, los que viven juntos — comparados con sus pares casados — tienden a tener:
- Relaciones menos saludables y más volátiles.
- Tasas de ruptura cinco veces más altas.
- Niveles de violencia física grave y abuso emocional de dos a cinco veces más altos.
- Una menor sensación de felicidad y justicia continuas en sus relaciones.
- Niveles de infidelidad sexual de dos a ocho veces más altos.
- Distribución menos equitativa de las finanzas.
- Tasas mucho más altas de conductas de riesgo, como conducción peligrosa, así como abuso de drogas y alcohol.
Adicionalmente, es menos probable que los hombres en relaciones de convivencia ayuden en las tareas del hogar.
¿Vivir juntos no es una prueba inteligente antes del matrimonio?
No comprarías un automóvil sin conducirlo primero, ¿verdad? Entonces ¿por qué te casarías con alguien sin ver primero si podrían vivir bien juntos? Eso parece razonable a primera vista, pero la respuesta ciertamente no es la que las personas esperan.
Rara vez los científicos sociales han llegado a una conclusión más definitiva y consistente que esta; la convivencia está íntimamente ligada a una mayor probabilidad de divorcio. Aquellos que se casan con experiencia de convivencia en su pasado, pueden tener entre un 50 y un 80% más de probabilidades de divorciarse, que las parejas casadas que nunca vivieron juntas.
De hecho, la consecuencia más consistente que se muestra en los estudios es el vínculo entre la convivencia premarital y el dramático incremento de riesgo de divorcio. Esto es tan cierto para las parejas que convivieron en los años 80, 90 y 2000, como para las parejas que convivieron en los años 60 y 70. (Algunas personas han sugerido que las parejas que conviven tienen mayores dificultades en sus relaciones debido al estigma cultural. Este no es un factor porque prácticamente no existe un estigma asociado a vivir juntos hoy en día.)
Un estudio publicado en la Revista del Matrimonio y la Familia (Journal of Marriage and Family), analizó una gran cantidad de estudios sobre convivencia y éxito matrimonial posterior y concluyó: “A pesar de la creencia popular, la convivencia se asocia generalmente con resultados negativos, tanto en términos de calidad como de estabilidad matrimonial.”
¿Es inteligente la “prueba de manejo” para un potencial matrimonio? Dos destacados estudiosos de la convivencia en la Universidad de Denver, resumieron el asunto de forma concisa: “La creencia de que la convivencia antes del matrimonio reduce las posibilidades de divorcio, no tiene evidencia a favor, sin embargo es una creencia muy arraigada”.
¿La convivencia no da más igualdad, y brinda a las mujeres mayor influencia y libertad que el matrimonio?
Mientras el matrimonio beneficia tanto a hombres como a mujeres en términos generalmente equitativos, mi libro The Ring Makes All the Difference (El anillo hace toda la diferencia, solo disponible en inglés) fue una de las primeras fuentes en demostrar cómo y por qué la convivencia tiende a dañar a las mujeres más profundamente que a los hombres. Una mujer casada es un jugador mucho más fuerte e influyente en su relación que una novia con la que se vive. Veamos solo algunas de las razones.
Falsas Esperanzas: Sin importar el estatus racial, étnico o socioeconómico, las mujeres son consistentemente más propensas que los hombres a creer que su relación de convivencia se está dirigiendo hacia el matrimonio. Es más probable que los hombres sólo se diviertan, y estén contentos de que siga siendo así. Esto significa que las mujeres son las que están esperando algo que probablemente no suceda.
Compromiso desigual: La investigación encuentra que los hombres que conviven tienden a estar menos comprometidos en la relación que las mujeres, tanto antes como después de la boda. Esto es menos cierto para los hombres que nunca conviven.
Los académicos de la Universidad de Denver que acabamos de escuchar advierten: “Las mujeres pueden estar en desventaja en términos de poder relacional porque son las que están más comprometidas.” También explican: “Los hombres que convivieron premaritalmente con sus esposas, fueron en promedio, mucho menos dedicados a sus esposas ¡inclusive cuando se casaron!” (énfasis en el original).
Señoras, si están buscando un esposo menos comprometido, vivir con él antes del matrimonio es una de sus mejores apuestas para lograr ese objetivo.
Más poder para él: Pero, a pesar de que el hombre tiene menos compromiso con la relación y menos interés en el matrimonio, él es el que tiene “más poder para determinar si la relación va a terminar en matrimonio” explican investigadores de la Universidad de Bowling Green, en Bowling Green, Ohio. A la mujer solo le queda esperar que un anillo de compromiso llegue algún día.
Por lo tanto, vivir con alguien antes del matrimonio es una manera extremadamente eficiente para aumentar significativamente la probabilidad de encontrar un cónyuge que:
- Está menos comprometido con su matrimonio.
- Muestra aptitudes menos saludables para resolver los problemas.
- Es más probable que sea infiel.
- Es menos probable que apoye práctica y emocionalmente.
- En general es más negativo relacionalmente.
- Tiene un comportamiento violento hacia usted.
- Es menos justo al compartir los quehaceres del hogar.
Pero si quiere evitar éstos y tener un matrimonio más feliz y estable, ciertamente quiere rechazar la convivencia.
Nota de investigación: De vez en cuando, se publican estudios que son ampliamente informados en la prensa indicando que hallazgos como los presentados en este artículo ya no son ciertos. Hay algo importante que considerar al leer tales historias. La conclusión principal en un campo de estudio en particular, como si comer huevos o beber vino es bueno para usted, no está determinada por lo que encuentra el último estudio al respecto. Está determinada por los hallazgos generales que aparecen consistentemente en la literatura de investigación durante décadas, así como también por lo que los principales académicos en el campo están encontrando. Este artículo reporta los hallazgos de los últimos estudios sobre la convivencia.
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