Permítame compartir con usted algunos ejemplos que la historia nos ha regalado para inspirarnos y, a la vez, pueden inspirar a nuestros hijos, porque les ayuda a mantener la actitud correcta ante la adversidad.
Winston Churchill fue estadista y político de carrera, sin embargo, era castigado por su falta de dedicación al estudio en la escuela, se dice que tenía una personalidad rebelde, no era un destacado estudiante y perdió algunas materias. Quién diría que llegaría a ser uno de los líderes más destacados del Siglo XX y que a los sesenta y dos años, llegaría a ser el Primer Ministró inglés con la responsabilidad de liderar a su pueblo durante la Segunda Guerra Mundial.
Con sus frases célebres nos muestra cómo podemos enseñar a nuestros hijos a comprender el éxito. “El éxito es la capacidad de ir de fracaso en fracaso sin perder el entusiasmo.” “Un optimista ve una oportunidad en toda calamidad, un pesimista ve una calamidad en toda oportunidad”.
Por otro lado, Abraham Lincoln perdió dos contiendas para convertirse en senador y otra elección a un cargo público. Finalmente, llegó a ser senador. Cuando buscó la reelección, volvió a perder. Montó una empresa y terminó quebrado. Buscó un socio para superar la primera crisis en el mundo de los negocios y solamente logró volver a quebrar. No pudo casarse con su novia porque ella falleció antes de llegar al matrimonio. Sufrió toda la vida de terribles depresiones.
Seguramente usted pensará que, con semejante historial, este hombre no tenía futuro. ¿Sabe qué estaba ocurriendo en la vida de Lincoln? Se estaba desarrollando el carácter de un presidente que cambiaría la historia, no solamente de un país, sino de la humanidad.
Nosotros nunca entenderemos en el presente, por qué ocurren ciertas situaciones. Pero si le damos tiempo al tiempo, veremos emerger un carácter más formado, mayor humildad en el corazón, la sencillez para levantarse de nuevo y la habilidad de dejar que un sueño le inspire.
Debemos mantener viva la esperanza en nuestros hijos, porque ellos experimentarán varios reveses mientras crecen, desearán abandonar el estudio, proyectos, amistades y los sueños que les inspiran. Pero a la vez, estas experiencias les ayudarán a descubrir las fortalezas que tienen, su carácter será formado, y descubrirán inteligencias que no sabían que tenían, sobre todo, tendrán mayor dependencia de Dios.
Permítame compartir otro ejemplo. En 1876 Alexander Graham Bell inventó el teléfono. ¿Sabe lo que comentó el presidente de aquel momento?: “Es un invento extraordinario; pero ¿quién lo va a usar?” Esta historia nos permite enseñar a nuestros hijos que nunca deben dejar que los demás definan su destino o interfieran en la construcción de su proyecto de vida.
El inventor Thomas Alva Edison quien era amante de la lectura, acabó montando una pequeña imprenta para publicar el periódico que él vendía. Con la misma creatividad inventó muchos otros aparatos. El más famoso de ellos fue la bombilla eléctrica, aunque necesitó ensayar más de dos mil veces hasta alcanzar el éxito. Cuando un joven reportero le preguntó como pudo soportar tantos fracasos, Edison contestó: “No fracasé ni una sola vez. Simplemente tomé dos mil pasos para crear la lámpara”.
El valor de la perseverancia
¡Memorice esa frase! “Simplemente tomé dos mil pasos para crear la lámpara” ¿Por qué? Porque usted lo tendrá que decir muchas veces y, sobre todo, la tendrá que repetir a sus hijos cuando quieran desistir. Si usted abandona un proyecto en el penúltimo intento, usted nunca conocerá lo que estaba a punto de lograr. No importa cuántas veces lo haya intentado, nunca deje de caminar, porque la victoria pertenece a los que insisten y perseveran.
Lo logran los que dicen: “Quisiera tocar guitarra, aunque no tenga brazos, voy a ensayar seis horas al día hasta que los dedos de mis pies aprendan a afinar la guitarra y a sacar de ella la más bella música”. Esa es la inspiradora historia de Tony Meléndez. El dijo: “Mi papá era el que me decía, ‘Tony, tenés que tratar, tenés que luchar”.
Nunca se auto-rotule de fracasado cuando algo no ha salido bien.
No se quede tirado en el camino, porque es muy posible que requiera de dos mil pasos para llegar a su destino. La persona que persevera vence, desarrolla su potencial y muestra el camino a los más pequeños de la casa. Este es el secreto de los que se han sobrepuesto a las dificultades. Aprendieron a mantenerse en actividad, en movimiento, aun en medio de la adversidad y la oposición. Nuestros hijos necesitan ver que continuamos y muchas veces son ellos los que se convierten en nuestro máximo aliento y fuerza.
Un Legado Que Deja Huella
Usted fue llamado a dejar un legado que trascienda de generación en generación. Mire esta serie con Sixto Porras.